Capítulo 34. Erasing and Easing

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-No- dijo Percy. O al menos fue lo que pensó Annabeth. No podía escuchar nada excepto un persistente zumbido en los oídos,como si alguien hubiese golpeado un gong justo al lado de su cabeza. Percibió el movimiento de Percy cuando entró al cuarto, directo al baño.

-No, no, no- repitió sin cesar.

Annabeth arrastró los pies hacia delante,mirando el grafiti en la pared, sumergiéndose en la destrucción.

Marica. Marica. Marica.

La palabra consumía su cerebro, como si tuviese los ojos vendados para el resto del mundo.

Había salpicaduras, agua esparcida por el suelo, el sonido de la tela mojada contra el azulejo, el inodoro estaba en funcionamiento. La ducha fue apagada. Los zapatos de Percy hacían sonidos gracias a los charcos en el suelo, sin dejar de murmurar -No, no, no- como si no pudiera decir mucho más; Annabeth no podía pensar mucho más.

Había una mancha en su corazón, al igual que en la pared. Podía ser que esas palabras también estuviesen grabadas en su pecho.

Percy corría a su alrededor, recogiendo libros y sabanas, limpiando lo mejor que podía- que no era mucho. Era demasiado. Su vez era entrecortada, preocupada, cansada pero seguía diciendo-No- como si de alguna forma eso cambiara las cosas. Pero él no era responsable de todo eso.

Annabeth lo era.

Esto era su culpa. Ella había hecho esto. Ir ahí, asistir a la academia Bolt, haber hecho todo eso. Todo lo que la había llevado a ese momento, ese segundo, era por ser una mentirosa, tramposa, una ladrona. Había robado esa identidad, había robado el sueño de Percy.... Esto era lo que se merecía.

Pero no era lo que Percy merecía.

La pintura roja en aerosol, brillante y fresca, goteaba sobre sus fotos. Una línea roja partía a la mitad una, separando al Percy de primer año de su mamá.Estaba sonriendo, al igual que ella. La bandera que había hecho la Sra. Jackson, escrita con color azul, la que colgaba con tanto orgullo sobre su escritorio, la que decía "PERCY ES NUESTRO HEROE" estaba arruinada, rasgada, destrozada. Había líneas de pintura por toda la pared de ladrillos, como si alguien hubiese hecho eso para demostrar su victoria.

Las lágrimas brotaron, su garganta se cerro y se forzó a actuar.

Recogió una camiseta que estaba tirada en el suelo, todavía empapada con el agua del baño, y empezó a limpiar la pared. Tenía que limpiar eso. Tenía que hacerlo bien. No habría ninguna evidencia. Tenía que ocultar todo eso. Tenía que limpiar eso y no dejar que nadie más supiera que eso pasó.

Maldición, la pintura no salía. Frotó y frotó, tratando de borrar la palabra, comprobó su avance y siguió frotando, manchándose las manos en el proceso. El agua de color rojo goteaba por sus muñecas y caía al suelo, pero aún así, la pintura se quedo ahí.

La camiseta se deshilacho y desgarró bajo su mano. Su muñeca dolía, el resto de su brazo estaba acalambrado. Se apoyó mejor contra la pared y siguió frotando. Cada movimiento era con más enojo y desesperación que el anterior. Su uña choco contra la pared, pero no se detuvo.

Alguien soltó un quejido, tal vez fuese ella,pero no estaba segura. Estaba atrapada en los confines de esas líneas rojas. El resto del mundo no existía.

Apretó la mandíbula con una mueca, sus ojos llenos de lagrimas que se negaban a desbordarse, pero aún así amenazantes. Deseaba poder hacerlas desaparecer.

La mano de Percy se materializó sobre la suya, deteniéndola suavemente. Se sentía como si le hubiesen arrancado el aire de los pulmones.

Levantó la vista para encontrarlo de pie junto a ella. Cuando lo vio, todo estaba en calma, o al menos en el exterior,estaban el ojo del huracán. Había un dolor penetrante reflejado en sus ojos. Y cuando la miró, ella cayó en el pozo de su dolor. Parpadeó. Las lágrimas se sentían calientes en sus mejillas. Con una mirada, le suplico que parara. Solo parara.

I Got a BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora