Capitulo 34

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1 de Septiembre de 1995.

Una vez dentro de la estación, los Weasley y Harry, acompañados de seguridad, pasearon cerca de la barrera entre las plataformas 9 y 10 hasta que todo estuvo despejado, entonces uno por uno se inclinaron sobre ella y entraron fácilmente en el andén nueve y tres cuartos, donde estaba el Expreso de Hogwarts emitiendo vapor negro.

El andén estaba lleno de estudiantes que se iban y sus familias. Harry aspiró el olor familiar y sintió que su espíritu se elevaba...realmente había vuelto...

-Espero que los demás lleguen a tiempo. –dijo ansiosa la Señora Weasley, mirando fijamente al arco de hierro forjado que era la llave de la plataforma, por donde los demás tenían que llegar.

-¡Bonito perro Harry! –dijo un chico alto con expresión divertida.

-Gracias Lee –dijo Harry sonriendo, mientras Sirius meneaba la cola.

-Oh, menos mal –Dijo la Señora Weasley –Allí está Alastor con el equipaje, mira..- Moody venía cojeando por el arco tirando de un carro con sus baúles.

-Todo bien –susurro a la Señora Weasley y a Tonks –No creo que nos hayan seguido.

Segundos más tarde, el Señor Weasley apareció en la plataforma con Ron y Hermione. No habían casi descargado el carro de baúles de Moody cuando George, Fred y Ginny entraron con Lupin.


-¿Algún problema? –pregunto Moody

-Nada –dijo Lupin

A pesar de los barullos, Harry se pudo percatar de la presencia de alguien que desde hace bastante tiempo, no había ocupado ni un mínimo de espacio en su cabeza.

Adhara, que ahora tenia sorprendentemente, un nuevo corte de cabello, caminaba entre las hileras de la estación con dos escoltas a su lado, a Harry eso le recordó las veces en las que la veía acompañada de Crabbe y Goyle, sus dos grandes amigotes.

La ultima vez que le había visto, había deseado poder hablar con ella por más difícil y ridículo que sonara. Harry quería hablar con ella sobre la ultima prueba del torneo de los tres magos, y de lo mucho que lamentaba que presenciara al igual que el, la muerte de Cedric.

Tenga cuidado cuando regrese.

Le escucho decir a la pelinegra.

-Tenga usted su cabeza alerta y sus ojos expectantes, señorita.–dijo el mismo hombre de rasgos finos que había recogido a Adhara en la estación el anterior curso, haciendo una directa reverencia-Y no lo olvide, tenga mucho cuidado con lo que escribe, el no le va a responder.


Draco.

Ha cambiado en los últimos dos meses: ha crecido durante el verano y su ya delgado cuerpo, a penas a vuelto a tomar forma, un poco; se ha cortado el cabello pelinegro lo suficiente como para notar que le llega hasta los hombros, y sus ojos color verde manzana se han endurecido.
También ha cambiado algo en su actitud, se nota incluso en su caminata. La niña que fue sigue ahí, pero está enterrada bajo una desconocida severidad: el cambio alrededor de los ojos, el gesto desafiante de la mandíbula, la risa fuerte y sin alegría le dan un aspecto extraño y afilado, así me la imagino cuando le veo. Sin embargo, en los breves y auténticos instantes como éste, en los que simplemente se lo está pasando bien, se le cae la máscara y vuelvo a ver a la chica que fue y quiero.

Parece que se ha dado cuenta de que la estoy mirando fijamente. Camina perezosamente hasta mi mientras me regala una de sus tantas sonrisas mañaneras, acaricia con avaricia mi rostro por unos minutos hasta que por fin, dice:

"Hay una estrella que nos une por encima de las almas comunes."|𝕯𝖗𝖆𝖈𝖔 𝕸.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora