Todas las noches que papá iba a platicar conmigo eran geniales, porque hablábamos de cosas sin sentido, o jugábamos, y algunas veces papá me contaba historias para dormir, y ya no llegaba oliendo tanto a alcohol.
Hasta ese día...

Durante toda la semana papá había dejado de ser más indiscreto, llegó a ver algunas veces a uno que otro invitado de mamá, incluso se llegó a topar frente a frente con 2 de ellos, pero nunca dijo nada, llegó el viernes, ese día se había vuelto mi favorito, porque el invitado joven de mamá me llevaba gomitas de azúcar como regalo, y papá todos los viernes, me contaba una historia nueva, era el día perfecto para mí, pero ese viernes, no fue así; el joven y mamá se fueron a encerrar a su cuarto, yo los seguí y puse mi cabeza en la puerta para escuchar.
-Creo que ya sospecha.
-¿Crees que quizá tu hija le haya dicho? -hubo un pequeño silencio-
-No sé.
-Hanny, no te preocupes, todo va a estar bien, y si algún día se da cuenta, lo enfrentaré cara a cara, no permitiré que te lastime a ti  o a la princesita.
-¿Cómo alguien puede ser adorable, y al mismo tiempo, una bestia imparable?
-De la misma manera en que puedo tener cara aniñada, y cuerpo de dios griego. --después de una pequeña risa que compartieron, empezaron los ruidos de siempre y me fuí corriendo a mi habitación con los oídos tapados, al llegar cerré mi puerta-
Pronto llegó papá, lo escuché desde mi cuarto, y me emocioné, escuché los pasos acercarse y me emocioné aún más, pero los pasos no se detuvieron en mi habitación, sino unos metros después, escuché como fue azotada la puerta del otro cuarto, escuché disparos y el grito de mi madre, fui corriendo a asegurar la puerta de mi cuarto, y a esconderme bajo la cama.

-¡SEUNG KWAN! ¡POR FAVOR DETENTE! ¡NO LO HAGAS! - Escuché más disparos, en el pasillo, y también los pasos de alguien corriendo.

-¡MÁS TE VALE QUE NO VUELVAS, MALDITA ESCORIA! --Gritó mi padre, y escuché como se azotaba la puerta del otro cuarto--

Durante toda la noche, escuché el lamento de mi madre, suplicando que mi padre se detuviera, diciendo que la lastimaba.

-¡ERES UNA MALDITA PUTA!¡ESTO ES LO QUE TE ENCANTA!
-¡Por favor detente! --dijo enmedio del llanto-
-¡TE GUSTABA HACERLO CON UNO, DOS, O INCLUSO MÁS, LO GOZABAS, AHORA DISFRUTA TAMBIEN LO QUE YO HAGO!
-¡Por favor detente, me duele!
-¡CÁLLATE! ¡ESTO ES PARA LO ÚNICO QUE SIRVES!

Si sumas algo malo con algo malo, el resultado no será nada positivo, la rutina que vivimos por un tiempo, no era correcta y tarde o temprano debían llegar las consecuencias.

Durante mucho tiempo, cada noche, papá llegaba mil veces más borracho que antes, y lastimaba a mamá.

Nuevamente regresé a refugiarme en la esquina de mi cuarto, tapándome los oídos. En las noches, escuchaba el lamento de mi madre y en las mañanas veía cuánto la había lastimado, pasaron 2 años, en los cuales, no hubo día que mi madre no tuviera manchitas verdes, rojas o moradas en su rostro y piernas, no caminaba bien, se quejaba al dar los pasos, sus muñecas siempre estaban marcadas, sus labios con marcas de sangre. Mi mamá no volvió a llevar hombres a la casa, no volví a ver al joven.
Mamá en las noches, suplicaba a mi padre un descanso, sus gritos de dolor se escuchaban por toda la casa, y en las mañanas mamá lloraba por los rincones de la casa, yo escuchaba sus sollozos, papá hirió tanto a mamá que incluso el mínimo roce de mi mano con su espalda, le hacía soltar gritos desgarradores, la lastimó tanto que incluso el viento la hacía llorar.

Mamá tuvo que resignarse a vivir así, dejó de salir a la calle, porque cuando la gente la veía, murmuraba de ella, así que yo tuve que aprender a andar en la calle, pues era yo quien ahora tenía que ir a comprar lo que mamá necesitaba para el hogar y también para sus heridas.

Aún cuando parecía que no podía empeorar, la vida se encargaba de mostrarme qué tan miserable podía llegar a ser.

Los viernes pasaron de ser la visita del invitado joven de mi mamá, a visita con el doctor para que checaran sus heridas, ella no quería que la vieran conmigo, porque no quería avergonzarme, así que los viernes, me quedaba sola un buen rato en la casa.
Me asomaba por la ventana del baño, en espera del invitado joven de mamá, nuca perdí la esperanza en volver a verlo porque recordaba la promesa que le hizo a mi madre, pero obviamente nunca regresó.

Un viernes cualquiera, mientras veía la ventana, escuché que se abrió la puerta principal, creí que había sido mamá, pues aún era temprano.

-¿Olvidaste algo mami? --Pero me equivoqué al hablar--

-¿Tú sabías de las visitas de tu madre?
-Appa, está borracho otra vez.
-¡Tu lo sabías y nunca me lo dijiste!
-Pero appa, usted ya lo sabía.
-¡CÁLLATE! --soltó una bofetada con tanta fuerza, que se escuchó por todo el pasillo-- ¡ERES COMO TU MADRE, UNA MALDITA PUTA! ¡FUISTE CÓMPLICE EN ESTO! ¡DEBES PAGAR POR HABERME MENTIDO! --Comencé a temblar, tenía miedo--
-Le juro que no sabía nada, ¡papá, por favor perdóneme!
-¡DEJA DE MENTIRME! --soltó otra bofetada, me tomó del cabello y me llevó arrastrando hasta su habitación--
-¡Appa por favor suélteme, se lo suplico! --dije con lágrimas en los ojos, tratando de evitar lo inevitable--
-¡CIERRA LA BOCA! --Ató una tela a mi boca, me giró poniéndome boca abajo y ató mis manos detrás de mi espalda--
-En está cama, te creamos tu madre y yo, en esta cama, tu madre me engañó, en esta cama recibió la lección, y es momento que tú también la recibas, debes aprender a no mentirme. --Sentí el viento frío chocar con mis piernas, estaba temblando, no podía moverme, había sido despojada de la parte inferior de mi ropa, y fue cuando el infierno comenzó--
Sentí algo romperme sin piedad, algo dentro de mi, dolía cada vez más, y cada vez que entraba y salía mi cuerpo sentía partirse a la mitad, en un solo movimiento, mi infancia, inocencia y dignidad fueron arrebatados, todo sin previo aviso.
No podía moverme, no podía verlo, pero escuchaba su voz ronca disfrutando el suceso.

-Tan estrecha~

Yo seguí llorando, me quejaba del dolor, pero a él no parecía importarle, mientras más lloraba, más fuerte lo hacía, mi pequeño cuerpo dolía, ardía, quería morir en ese momento, no fue hasta que sentí un líquido caer entre mis piernas, que papá se detuvo, salió de mi y se recostó en la cama, pude ver qué tenía su miembro fuera del pantalón.

-¡Ahora eres una mujer! ¡Una sumisa que debe obedecer! ¡Lárgate maldita prostituta!

Caí y lloré, él desesperado me tomó del cabello y me arrastró a mi habitación, se fue y yo seguía llorando, me dolía todo, mi pequeña parte sangraba, mi cuerpo ardía, y yo no entendía que había hecho mal, pero me sentía tan sucia, las piernas me temblaban y mi pancita me hacía sentir mal, lloré todo el día, durante toda la noche, lloré hasta que mi alma se desintegró, hasta que mi garganta sangró, hasta quedarme dormida.

El Origen de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora