Así pasaron los días, tranquilidad, convivencia, estaba feliz de por primera vez vivir sin miedo, sin ser lastimada, aún no estaba cómoda al 100% pero ya no les tenía tanto miedo a los dos chicos como antes, cada día se encargaban de prometerme que me protegerían de cualquier daño, y yo comencé a creerles.
Cuando Dong-sun regresaba del colegio, pasábamos la tarde juntos, me dí cuenta que la diferencia de edades entre él y yo era de 3 años. Era un chico agradable, me respetaba mucho, y nunca intentó propasarse conmigo.
Él preparaba la comida y yo acomodaba la mesa, nos repartíamos los quehaceres.
Un jueves, después de comer, él me ayudó a lavar los trastes, y nos pusimos a platicar.
-Ya llevas dos semanas viviendo aquí.
-Sabes contar, te felicito. -me arrojó agua a la cara y ambos reímos-
- Wow! Dos semanas y ya agarras confianza! - atrapó mi cabeza con uno de sus brazos y con el otro comenzó a despeinarme-
- Suéltame tonto! - Comencé a picar sus costillas haciendo que soltará carcajadas-
- Niña tramposa - me soltó y cayó al suelo, yo me hinqué a su lado y seguí haciéndole cosquillas-

En un movimiento rápido él me atrapó en sus brazos impidiendo que me moviera, me puse nerviosa, ya no era divertido, no podía liberarme, nuevamente atrapada, indefensa, vulnerable, empecé a entrar en pánico, mi mente se puso borrosa y ya no veía la casa, sino la escuela, todos rodeándome, un chico me apretaba con sus brazos, y  otro, traía la hebilla de su cinturón caliente. Entré en pánico, no me podía mover, no salía voz de mi boca, no podía gritar, suplicar ni pedir ayuda, mis ojos estaban a punto de estallar en llanto.
-Enana!
-Princesita!
-Enana, despierta!
-Princesita, reacciona!

Sentí agua helada caer encima de mi, y esa escena de la escuela se borró, pude volver a ver la casa, yo estaba sentada en el suelo, ahora con agua helada escurriéndome, Dak-ho y Dong-sun frente a mi, y con notable preocupación discutían.

-¡Te dije que no le echaras agua!
-¡Fue la única forma  que se me ocurrió para hacer que reaccionara! ¡Y funcionó! ¡Traje a la realidad a tu princesita! ¡De nada!
-Yo s-soy quien tiene que agradecerte - ambos voltearon a verme y se acercaron-
-¡Princesita! ¡¿Estás bien?!
-S-si.
-¿Tu estás bien Dong-sun?
-Siempre. - Me ayudó a levantar-
-Entonces...
- Ouch! Ouch!
-Ay! Suéltame! ¿Qué haces? Maldita bestia! Te demandaré! Conozco mis derechos.
-No dan tanto tiempo en la prisión por maltrato animal, no te preocupes - Dijo jalando de nuestras orejas-
- Auch! Eso duele! -nos soltó cuando nos sentó en el sillón-
-Los escucho
-A partir de hoy creo que yo ya no.
-Ay! Deja de ser dramático!
-Yo no siento mi orejita!
-Ay que niños tan sensibles. ¿Y bueno?
-¿Qué?
-Los estoy esperando
-¿Vamos a salir?
-No! Quiero que me digan qué pasó.
-¡Todo fue culpa de ella! - Dong-sun me señaló como si su vida dependiera de ello-
- ¿Mía? Yo no hice nada. Tu empezaste.
-No sé quién empezó, o quién terminó, eso no me importa, quiero saber, ¿Por qué cuando llegué, la llave del agua estaba abierta, la espuma creciendo, mi princesita en el suelo como si hubiera sufrido una sobredosis, y este inútil sacudiéndola para que despertara?
-Pues...
- Fue culpa de ella.
-¡Tu me lanzaste agua!
-¡Tu me hiciste cosquillas!
-Pero porque tú tenías atrapada mi cabeza en tu brazo y no me soltabas!
-Pero... ¡Ay!
-¿Es necesaria tanta violencia?
-Sólo les eché agua.
-Por eso.
-Ahhh... - Dak-ho dió un largo suspiró y miró a Dong-sun-
- Sun-ah ¿Por qué estaba tirada en el suelo tu hermana?
-¿Hermana?
-Te dijimos que eras parte de la familia.
-Y Dak-ho no me dejó adoptarte como el perro. -lo miré mal y él solo levantó los hombros-
-¿Entonces?
-Estábamos jugando y la abracé para que ya no me hiciera cosquillas, entonces dejó de reírse y le costaba respirar, creí que soltándola iba a respirar normal otra vez, pero no sé movía parecía que había visto un fantasma, de pronto le empezaron a salir lágrimas, y no reaccionaba, no respondía cuando le hablaba, entré en pánico y por eso te llamé. -Dak-ho sólo me miró-
-Ya puedes irte a tu cuarto Sun-ah - Dijo sin despegarme la mirada-
- Está bien. - Dong-sun se fue,  Dak-ho espero unos segundos a qué ya no hubiera ruido y volvió a hablar-
-¿Qué pasó?
-Dong-sun ya te explicó todo.
-Pero no lo que ocurrió dentro de ti.
-Yo... No quiero hablar de eso.
-¿Quieres que te lleve con un psicólogo? He escuchado que estás inquieta en las noches.
-No! Prometo comportarme! Pero no quiero volver con ellos!
-¿Con los psicólogos?
-Fueron ellos los que le recomendaron las "medicinas" a los enfermeros que cuidaban de mi.
-Está bien, no te pasará nada, yo iré contigo.
-No, por favor, no me lleves, te lo suplico, te juro que no volverá a pasar, prometo portarme bien, pero no me lleves con ellos, te lo suplico.
-De verdad, te dan mucho miedo, ¿eh?. Prometí cuidarte, y no quiero verte así, tarde o temprano tendrás que aceptar su ayuda, pero... Si tú prefieres no ir, por el momento lo dejaré así.
-Gracias.
-Ya vete a dormir princesita.
-Descansa - intentó darme un abrazo y yo me quité-
-L-lo siento.
-No te preocupes, entiendo. - Hice reverencia y me fuí-

Durante el resto de la semana la misma pesadilla se repitió una y otra vez. No podía dormir.

El lunes por la mañana, me levanté muy temprano, intenté hacer el desayuno para cuando los chicos despertaran. El primero fue Dak-ho.
-Pero miren que maravilla! La princesita se cayó de la cama!
-Preparé huevos y encontré tocino, espero te guste.
-Me ahorraste una tarea, así que, claro que me va a gustar.
-¿Dong-sun no irá a la escuela?
-Se siente mal.
-¿Qué tiene?
-Dolor de no se qué, me lanzó una almohada después de que le dijera que no lo escuché bien. - Al parecer no le daba mucha importancia al asunto-
-¿Y no te preocupa su salud?
-Nah! Para nada. Muchas veces lo hace para no ir y que yo no le diga nada. ¿De casualidad no hay jugo?
-Oh! Preparé café, no se si te guste el café, es que ayer se acabó el jugo.
-Perfecto. Oye, por cierto, se que estás cómoda en casa, y que aún temes el salir a la calle, pero ¿Podrías hacerme un favor?
-C-claro.
-¿Puedes ir a la farmacia y comprar unas cosas? Te dejaré una lista, solo tienes que entregársela al vendedor y pagar, él te dará todo.
-Muy bien.
-¿Y puedes ir también por un poco de jugo?
-¿No te gustó el café?
-No es eso... Pero la medicina y el café saben extraños.
-¿También te sientes mal?
-Son para Dong-sun
-Ah.
-Te dejaré el dinero, y si quieres puedes comprarte algo.
-Gracias.
-Estuvo muy rico el desayuno, y gracias por el café princesita, debo ir a arreglarme, te veré en un rato.
-Claro. - Él se fue a su cuarto y yo me puse a lavar sus trastes, poco tiempo después ya estaba de regreso-
-Listo! -voltee a verlo y vestía un elegante traje negro-
-Wow.
-¿Te gusta?
-Te vez bien. Oh! Ese lacito! Lo conozco! ¿Puedo ayudarte?
-¿La corbata? Claro.
-Genial! - Dejé lo que estaba haciendo y me acerqué a él, e intenté hacer el nudo del lacito alrededor de su cuello- Creo que ya está - Él se rió levemente y me miró-
-Casi lo logras, mira esto se hace así... - puso su manos sobre las mías y me ayudó a hacer bien el nudo- ¿Ves? Mejor ¿No?
-Supongo.
-Pero no lo hiciste mal, ¿dónde aprendiste?
-Cuando papá iba a buscar empleo, antes de volverse muy alcohólico, mamá le hacía el nudo de ese lacito, y yo la veía desde las escaleras, cada que ella hacía el nudito decía "Arriba, abajo, se enreda en una vuelta, vuelve a subir y se aprieta" pero me confundí.
-Al menos aún respiro. Oh! Antes de que lo olvide, toma - Sacó del bolsillo de su pantalón un papelito- Esa es la lista - y del bolsillo de su saco, su billetera- y aquí está el dinero. -Nunca había visto más de Mil wones en mi vida- Tranquila, es inofensivo. -Dijo con gracia- Bueno, debo irme. Te veré más tarde -Besó mi frente y se fue-

El Origen de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora