No escuché más ruido después de que se cerró la puerta principal, esperé un poco, definitivamente era la única en casa.

Abrí la puerta del cuarto, asomé un poco mi cabeza y me aseguré de que no hubiera nadie que pudiera verme, un pie, otro pie, por fin fuera del cuarto.

Con cuidado, y con temor a ser descubierta me acerqué a la cocina, moría de sed, así que tomé un poco de agua, fuí a la sala y efectivamente estaba la nota que Sun-ah dijo que dejaría para mí.

Me senté en el sofá y leí una y otra vez la nota que tenía menos de un párrafo, no porque no logrará entenderla, sino porque me puse a pensar que era mejor.

Mientras mi mente divagaba y se enredaba entre uno y mil problemas que se presentaban a cada segundo, una parte de mi solo quería escapar.

No es un deseo de morir, pero, ojalá no estuviera más en este lugar.

Y como caídos del cielo, un maldito deseo que no pedí directamente, se cumplió, claramente no como yo esperaba.
Me había levantado para dejar mi vaso en la cocina, y mientras lo hacía, escuché como se azotaba la puerta principal.

-No otra vez -murmuré para mi-

Dak-ho había llegado ebrio otra vez y pasaría lo mismo a la última vez. No me había dado tiempo de llegar a mi cuarto, así que me agaché y escondí en la barra de la cocina, si no me veía, podría llegar a salvó a mi cuarto.

-Te dije que no estaban.

Espera, esa no era la voz de Dak-ho

-Como sea, apresúrate, el jefe quiere que cumplamos esto, la última vez casi nos mata, solo porque a alguien se le ocurrió "hacer las cosas más interesantes".
-Hey! No es mi culpa que la anciana llamara a la policía mientras amenazaba al hombre con un cuchillo.

¡¿ANCIANA?! ¡¿CUCHILLO?! ¡¿JEFE?!

Miedo, miedo y más miedo ¿Qué no puede haber una noche normal en mi vida?
Me quedé escondida en la barra, escuché sus pasos en la sala de estar.

-Bueno, ¿Qué se supone que debemos hacer?
-Dañarlo a él.
-Pero no está.
-Vaya, ¿De verdad? Créeme que pensé que era invisible o algo así.
-No seas tontito Han.
-Era sarcasmo, imbécil. Ve a buscarlo en las habitaciones mientras yo "re-acomodo" este lugar.
-Pero se ve bien así.
-¡SÓLO VE A BUSCARLO!

Escuché pasos, cada vez más cerca, y al mismo tiempo, cada vez más lejos, se habían separado, y uno de los dos se acercaba a donde yo estaba.

-Ahhh~ hacer el trabajo es desgastante, pero vale la pena la paga.

Cuando él caminaba, yo iba agachada recorriendo la barra, para que no me viera.

-Han, no hay nadie en las habitaciones pero...
-Shhh!

Me distraje dos segundos, dejé de escuchar los pasos del chico, estaba concentrada en escapar y esconderme.

-Dime Min, ¿alguna vez has visto a un chico, usando perfume de... MUJER? -golpeó tan fuerte la barra que me asusté e inconscientemente me levanté gritando-

-AAAAAAAHHHH!!!
-AAAAAAAHHHH!!!

Uno de los chicos estaba al lado contrario de la barra, quedamos frente a frente, ambos nos asustamos, yo por el golpe, él por mi repentina aparición, yo grito al verlo, el grita al escuchar mi grito, yo grito porque él grita, él grita porque yo grito.

Espera... ¿Qué no eran 2?

-AHHH! ¡SUÉLTAME MALDITA BESTIA!

-¡Deja de gritar, niña!
-Lo siento Han
-¡Le decía a ella, tarado!
-Ah... Entonces ¡¡AAAAAHHH!!
-¡Tu también cállate!
-Pero me dijiste...
-¡Sólo cállate!

Hace un momento estaba con los pies en el suelo, gritando con un chico, y ahora, de alguna manera, me volvieron un maldito costal de papas, pues el chico al mando tuvo la gran idea de cargarme y callar a su amigo.

-Bueno, ahora entiendo...
-¿Qué?
-El porqué había esto en uno de los cuartos -alzó su mano con un sostén que estaba en mi cuarto- es lo que te iba a decir, encontré esto en un cuarto, creí que... Pues alguno de ellos tenía ciertas costumbres extrañas... pero veo que esto tiene más sentido.
-¡Hey! ¡Baja eso! ¡Eso es mío! -reclamé aún siendo un costal de papas-
-¡Silencio niña! ¡Tu! ¡Ve a dejar eso en dónde lo encontraste y ya vámonos!
-Pero...
-¡Sólo hazlo! Y tú... Eres mejor de lo que nos habían encargado.
-¡Bájame maldito simio sin pelo!
-¡Deja de gritar! Mmmh... No recuerdo que nos hayan dicho que el "pedido" debía llegar con el corazón latiendo.
-¿V...v...vas a ma...mat...matarme?
-Si no te callas, esa será la mejor opción.
-Listo Han, ya vámonos.
-Recoge las cosas. -caminó hacia llendo a la sala, todo estaba desordenado, como si hubiera entrado un tornado de gatos a destruir la casa-
-¿A dónde me llevan? ¡Bájame! ¡Déjenme ir!
-¡Que te calles!

Comencé a patalear y a golpear su espalda para que me soltara.

-Agh! Menuda niñata, solo te tolero porque me pagarán más por ti. Min, rápido, las cosas.
-Ya voy! Ya... Ough!

La puerta se abrió y golpeó a ... "Min".

-Pitufina! Ya... Llegué?
-Hola!
-Tu no eres pitufina.
-Nop, yo estoy aquí, hola.
-Eh?
-Mira! Premio doble! Min, tráelo y vámonos ya!
-Premio mis huevos! ¡Bájala ahora y lárguense antes de que me arrepienta!
-Uuuuu qué miedo, mira como tiemblo, jajaja.
-Sunbae! Corra!
-No voy a dejar que un par de inútiles irrumpan en la casa y se lleven a mi hermana!
-Uh! ¿Hermana? Aún mejor.
-¿Dak-ho ya tiene puta y achichintle? Ja!
-Mira maldita escoria, lamebotas del gorila mayor, a mi hermana no le vuelves a llamar así.
-¿Así como? ¿"Puta"? ¿Te ofende que llame por lo que es... A tu muñeca inflable? Tal parece que Dak-ho si le da las sobras a su perro

Escuché como Dong-sun lanzaba su puño a la cara del otro chico, el tipo que me cargaba se dirigió a la cocina, me dejó en el suelo, y saco de la mochila que traía un lazo y cinta... Por obviedad, ató mis manos y pies y puso cinta en la boca.

-Quédate aquí y no te muevas, o las cosas empeorarán.

Ay no! Que me lleven a mi, da igual... Pero si Dong-sun sale herido Dak-ho se desquitará conmigo, porque lo herirán por mi culpa.
Busqué una forma de safarme, y solo pude quitarme la cinta de la boca.
-¡Sunbae!
Las sombras que se proyectaban, mostraban una injusta pelea, 2 contra 1, y yo no podía hacer nada para poder ayudarle a Dong-sun.
Pocos minutos más tarde, el mismo tipo volvió conmigo, comencé a moverme para que no me agarrara, tenía miedo, pero él sacó un trapo de su mochila, y es lo último que recuerdo haber visto.
Mis ojos se cerraron, dejé de escuchar los golpes, y me sentí tranquila, como... Si estuviera en trance.

El Origen de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora