-¡No Mi-suk! ¡Pon atención!

1 semana, 2 semanas, 3 semanas... 1 mes había pasado desde que Dong-sun decidió irse, y durante ese mes, Wang intentaba encontrarme alguna utilidad.

-¿Entendiste?
-No. -dije sin pensar- quiero decir, si.

Intentó de una y mil maneras, pero en cada uno de sus intentos había algo que fallaba... Yo.

-Al menos finge que te esfuerzas.
-Realmente me estoy esforzando.
-Tus golpes no son fuertes, tampoco precisos, es como si peleara con un bebé.

No tenía fuerzas, ánimos ni ganas para seguir, ¿Por qué intentarlo?

-Ya llevamos un mes así ¿Por qué aún lo intenta?
-Porque es mi trabajo entrenarte.
-Pero sólo está perdiendo su tiempo conmigo. -él suspiró con notable fastidio-
-Intentemoslo una vez más.

Combate cuerpo a cuerpo, es lo que intentaba enseñarme el día de hoy...

-En posición. ¿Lista?
-Si.
-Ataca.

Lancé mi primer golpe, pero él tomó mi brazo y como muñeca de trapo, me levantó , me hizo volar y me tiró al suelo.

-Mal, muy mal.
-Lo sé.

Escuché las risas de algunos chicos que estaban ahí, realmente no me importó.

-¿Qué no puedes hacerlo bien?
-No.
-Agh! -nuevamente soltó un gran suspiro- vamos a comer.
-Ok -me ayudó a levantarme y fuimos al gran comedor- ¿No le molesta estar todo el día conmigo?
-Es parte de mi trabajo.
-Pero, incluso para comer se sienta conmigo, ¿Acaso no desea sentarte con otros chicos?

Y es que en la mesa en dónde estábamos, casi siempre era únicamente para él y para mí, ya que no a todos les gustaba la idea de tener una chica en "la familia" pero como eran órdenes del señor Kwan, debían resignarse.

-Siendo sincero, no.
-Ou.

Para mí era un poco incómodo estar con él, no porque fuera malo conmigo, sino porque era muy callado, un hombre demasiado serio, con respuestas tan secas como el desierto. Lo único que me confortaba era que él era el único hombre con el que me sentía segura en ese lugar.

-Seguiremos entrenando después de comer.
-No puedo.
-¿Por qué?
-Él señor Kwan me dijo que debía ayudar en la cocina.
-¿Sabes cocinar?
-A lavar los trastes.
-Ah, ya veo. Entonces entrenaremos cuando termines de lavar los trastes.
-No puedo.
-¿Y por qué no puedes ahora?
-Él señor Kwan me dijo que al terminar de lavar los trastes, debía lavar la ropa de los chicos del mismo pasillo en donde yo estoy.
-¿Cuándo te dió esas órdenes el señor Kwan?
-Me pidió que yo lavara los trastes, la semana pasada, que fue la última vez que vino.
-¿Y lavar la ropa?
-Me lo dejó en un escrito.
-¿Te mandó una carta?
-Si.
-¿Aún la tienes?
-Si, está en mi habitación.
-Enséñamela.
-Aún no termino de comer.
-Después de comer.
-Pero, ¿Y los trastes?
-No tardaremos.
-Está bien.

Terminamos de comer y fuimos a mi habitación por la carta.

-¡Espere! ¡Aún no entre! -dije antes de que llegáramos a mi puerta-
-¿Por qué?
-Está tirado mi cuarto, y no quiero que vea el desastre, solo espere. -corrí a mi habitación y busqué a Yonsun- ¿Dónde estás? -murmuré-
-Sabes que no me importa, así que voy a entrar. -escuché su voz cerca de la puerta, así que intenté visualizar rápido al minino-
-Está bien.
-Tu cuarto está impecable, de hecho, creo que está más limpio que cualquiera de aquí.
-Gracias.
-¿Dónde está?
-¿Quién?
-La carta
-Ah si, espere. -le dí la espalda para dirigirme a mi cama, levanté la almohada y vi al gato- Ah! -me asustó-
-¿Qué pasa?
-Está desordenada la cobija.
-Deja de ser tan perfeccionista y dame la carta
-Lo siento -moví suavemente a Yonsun para no despertarlo, quité la carta y volví a esconder al gato con la almohada- aquí está -le dí la carta y la comenzó a leer
-Estás libre después de lavar los trastes, está no es letra del señor Kwan.
-Oh! ¿De verdad?
-Si, así que vamos,apúrate.

El Origen de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora