Cómo dije, ese sólo era el inicio del infierno, durante casi 6 años, fuí abusada no solo por mi padre, sino por sus amigos, mamá lo sabía y no hacía nada, porque no había nada que hacer.

Cuando papá no usaba a mi madre, me usaba a mi. En sus reuniones invitaba a dos amigos y los tres jugaban con mi cuerpo como si fuera su juguete.
De alguna manera lograron inscribirme a una escuela, una que abarcaba hasta el doceavo grado, era una escuela grande, bastante linda, me era difícil adaptarme ya que yo era la persona más pobre de allí, las ropas viejas y los útiles de segunda mano me volvían la burla de todos, debido a eso me dí cuenta que no había un amigo que fuera para mí en ese lugar, fuí víctima de bulliyng, en la escuela me golpeaban las niñas, me pegaban chicles al cabello, los chicos me encerraban  durante largas horas y trababan la cerradura para que no pudiera abrir,debido a los castigos de papá me volví claustrofóbica, así que, el estar en lugares oscuros, pequeños o totalmente cerrados no eran mi pasatiempo favorito, la intensidad subió cuando comencé a cursar grados mayores, las chicas me golpeaban aún más fuerte, me grababan mientras rasgaban mis ropas hasta casi dejarme desnuda, los hombres no sólo me encerraban en lugares oscuros, solitarios o cerrados, hacían lo mismo que mi padre, a veces solo era uno, a veces eran muchos, pero siempre me grababan, y cuando terminaban conmigo, iban a botarme a la parte solitaria del patio trasero de la escuela; aquel lugar donde casi nunca iba nadie, era el lugar perfecto para deshacerse de una prostituta, incluso hubo un maestro, que abusó de mí.
En una de tantas veces que fuí abandonada, aparecieron un chico y su novia, ambos eran aparentemente mayores que yo, no me habían visto, al parecer, no habían ido allí a buscarme para tirarme basura, escupirme, grabarme o algo parecido, al menos, ellos querían hacer el amor allí, pero mis sollozos les apagaron la flama, voltearon a verme, ella me miró con asco, y él me escupió, como era de esperarse, su rostro ya me era familiar, ya que desde que comenzaron a botarme en ese lugar, era él quien siempre iba a buscarme para lanzarme comida, escupirme, insultarme o profundizar la tortura.

Pronto, las personas se aburrirían de usar siempre las mismas formas de lastimarme, así que crearon unas nuevas, cada vez más dolorosas. Cuando había horas libres, iban incluso personas de otros grados al salón donde yo estaba, todos en el lugar cerraban cortinas, puertas, cubrían ventanas, para impedir que yo huyera, me ataban a una silla y me grababan, en una ocasión, los hombres, calentaron un metal con una forma peculiar, un círculo con un corazón siendo partido por un cuchillo, ese era el sello de la banda principal de bullys, al haberlo calentado lo suficiente, me amordazaron con un suéter, descubrieron mi muslo y me marcaron, ellos se reían mientras yo lloraba, y esa fue la primera de muchas marcas que harían en mis muslos.
Las mujeres, para evitar ser acusadas por mi, descubrían mi antebrazo, y hacían cortes en él, para que si en algún momento yo llegaba a delatarlos, no me creyeran por los cortes, así creerían que todo lo habría inventado yo por la deplorable vida que "me orilló a autolesionarme" al menos, fue lo que me explicaron cuando hicieron el primer corte, grité aún más, ellos se mofaban, mientras yo cubría mi brazo, al parecer habían decidido que era suficiente, y cuando estaban dispuestos a dejarme ir, el mismo chico que me arrojaba comida, llevó una afeitadora, raparon la mitad de mi cabeza, me pintaron el rostro, rasgaron mis ropas, y obviamente grabaron todo.

Las humillaciones, el dolor y la cara de ese chico en específico, son cosas que nunca olvidaré, cada que terminaba la tortura y me soltaban, iba al baño a llorar. Y esa fue la rutina de mi día a día en la escuela, pero así como ellos se cansaban de las mismas formas de tortura, yo me cansé de ser la torturada, tenía una idea, pero para poder llevarla a cabo, correría el riesgo de perder mi vida, riesgo que sin dudar aceptaría.

Un lunes por la mañana, en el cambio de las primeras horas, intentaron decorarme con otra marca, pero antes de que se dieran cuenta, yo ya estaba a mitad del patio, corriendo por mi vida, como era de esperarse, me siguieron, y lograron encerrarme en el laboratorio de química, cerraron con seguro la puerta, tambien las ventanas, y de igual forma, cerraron las cortinas, me acorralaron, y cuando lograron someterme, les pareció buena idea jugar tiro al blanco conmigo y algunos de los matraces que estaban en la mesa. Una tras otra, los matraces se estrellaba contra mi cuerpo, exponiendo el líquido que había en ellos. Mi piel ardía, el cuerpo me picaba, me ardían los ojos, y mis quejidos les divertían a las personas de mi salón, hay razones por las que existen las reglas, pero a mi salón le gustaba romperlas, en ese laboratorio no se permitía el tabaco, o los encendedores, pero eso no les importaba, y mientras yo era torturada con químicos, un chico de mi salón optó por fumarse un cigarrillo, y por su deseo... No solo "encendió la chispa" sino también el laboratorio de química.

El Origen de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora