Amaneció y no quería ni moverme. Realmente me dolía todo, no quería ni respirar, quería seguir llorando, pero alguien tocó la puerta de mi habitación.

-Knock Knock! Pitufina! Despierta! Adivina quién llegó! Corre! Quiere verte!

Ay no, por favor no.

-Corre o entraré por ti.
-Ya voy!

Me quejé al moverme, me levanté y caí, mi equilibrio no era bueno, y me dolía el estar de pie, me acerqué al espejo, mi cara estaba hinchada, y aún estaba roja mi mejilla. No podía decir nada, tampoco podía quedarme encerrada en mi habitación todo el día o ellos entrarían por mi, ya veré qué les invento.
Salí de mi cuarto cojeando, de verdad hice mi mayor esfuerzo porque no se notara, pero por alguna razón dolía más, y también, eso lo tuve que ocultar.
-Hasta que llegas! Me estoy haciendo viejo aquí!
-Oh! Princesita! Volví! ¿Me extrañaste?
Seguía siendo él, pero no se veía como anoche, la sombría sonrisa, el olor a alcohol, ni siquiera se veía ebrio, era como si fuera otra persona.

-Yo...
-Vamos! Acércate pitufina! Abrázalo! Sé que lo extrañaste! -dió un pequeño golpe a mi espalda y tuve que evitar retorcerme de dolor, fingir que no pasaba nada, aunque en mi interior, cada parte de mi estaba gritando-

-Oh! Princesita! ¿Qué te pasó? ¡Tu rostro está hinchado!
Tragué saliva -N...nada, yo... Amh... ayer ví una película y estaba un poco triste. -al menos no mencionó nada de la notoria marca roja en mi mejilla-
-¿Qué estaba triste, la película o tú?
-Eso qué importa! ¿Ya escuchaste su voz? Está ronca -Dong-sun se rió a carcajadas, mientras yo evitaba la más mínima mirada con él, agaché mi cabeza, la advertencia de ayer me había quedado muy clara, y no quería volver a pasar el mismo dolor que el día anterior-
-Si ya no me necesitan, me retiro -dije con tono formal, la mirada en el suelo y con una reverencia-

"...Ninguna puta tiene el privilegio de llamar de una forma informal a quien le paga..."

Fui a mi cuarto, puse seguro y me escondí en el rincón junto al armario, escondí mi cabeza entre mis rodillas y comencé a llorar lo más bajo que me era posible, quería escapar de ese lugar, quería huir, o tan solo decirle a Dong-sun lo que sucedía, pero claro, él y Dak-ho son familiares, quizá Dong-sun se pondría de su lado y entre los dos me lastimarían, y no quería eso, así que decidí callar y seguir mi vida, como la puta de todos, una prostituta sin paga ni voz.

Me quedé en el cuarto por varias horas, la tristeza incluso se había robado mi apetito, por un buen rato dejé de escuchar ruido, así que decidí ir a bañarme, me sentía demasiado sucia, sabía que había sido todo mi culpa, que lo que me había pasado lo merecía, quizá Dak-ho tenía razón, solo sirvo para eso, pero de cualquier forma, debía bañarme.
Abrí un poco la puerta y asomé mi cabeza, no veía a nadie, no escuchaba nada, así que pude ir con mi dolor hacia el baño, me quité la ropa y me metí a la ducha, incluso el dulce tacto del agua lastimaba mi piel, el mínimo roce me dolía.
Ahí abajo me ardía, me dolía, era una sensación horrible, mi cintura tenía marcadas las manos de Dak-ho y ambas piernas tenían moretones.

Con delicadeza tallé mi cuerpo, y dejaba que el agua lo recorriera todo, quitando la suciedad de mi vida, pero claramente, es algo que el agua y el jabón no podían borrar, al terminar, sequé mi cuerpo y lo enrollé con la toalla, tomé mis cosas y salí del baño, tratando de no quejarme, mientras maldecía en mi mente cada movimiento que hacía, al salir, ví del otro lado del pasillo a Dong-sun, con una sonrisa bastante amplia.
-¡Pitufina!
Bajé la cabeza por respeto, vergüenza, miedo y para ocultar mi rostro, y regresé al interior del baño.
-Perdón, no era mi intención verte así.
-No te preocupes -dije casi susurrando, pues la garganta me dolía demasiado-
-¿Estás bien?
-Vete
-Cierto, cierto, debes irte a vestir para que no te enfermes, me voy, te veré cuando te hayas vestido. -y sus pasos lo dirigieron al interior de su cuarto-

No, no te vayas a tu cuarto, vete de mi vida, por favor...

Salí y me dirigí a mi habitación, me vestí e intenté maquillarme, solo ocultemos la bofetada y pintemos una sonrisa en donde se pueda ocultar mi  el dolor, así todo estará bien.

No quería salir, ni de la casa, ni del cuarto, ¿Quién lo diría? Presa en donde quiera que estoy, claramente no tenía planes, así que me recosté en la cama y dejé que el tiempo pasara mientras me aburría viendo el techo.

-Knock Knock! Pitufina? Traje palomitas y Dak-ho no está, ¿Quieres ver una película?... ¿Estás despierta? ¿Tomaste...? Supongo que tomaste las pastillas para dormir... Pero, apenas son las 4... ¿Está todo bien? Mmmh... Hey! Abre! Estoy aburrido.

Por favor vete, vete.

-¿Y si hacemos un muñeco? Jajaja ¿Recuerdas la canción? Era algo como "Y si me haces el almuerzo? La comida está bien... Pitufina sal de ahí, mis tripas comienzan a lloraaaaar! Solías estar a mi lado, pero ya no más, no entiendo lo que pasó!!" O algo así jajaja, realmente no se si estés dormida, pero si lo estás, al menos no me habrás escuchado cantar tantas tonterías y esto quedará entre tú puerta y yo.

Dong-sun, no puedo... La barrera es de cristal, y si la atravieso saldré herida. Y si la atraviesas tu, terminaré hiriéndonos. Dong-sun, por favor vete.

-Muero de aburrimiento. Bueno, ya que no sales y me empieza a doler el trasero... Saldré un rato, iré al parque de patinaje o no se... ¿Sabes qué?, lo escribiré en una nota,  quizá no escuchaste y te preocupes si no vez a nadie en casa, te veo más tarde.

Dong-sun... Por favor, no me dejes sola... Por favor, no te vayas.

El Origen de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora