Me levantó y me llevó al sofá.

-¡Qué tonta eres! Quédate ahí.
- se fue y regresó con toallitas- Los bebés comen mejor que tú, mira que sucia estás -comenzó a limpiar mi cara-
-Abubu... -Se sentó a mi lado y se entretuvo en su teléfono, yo me sentía tranquila, no me importaba nada, no le temía a nada, como cuando me drogaban en el psiquiátrico-
-¿Qué haces? - Las palabras salían arrastradas de mi boca, y eso me daba risa, bueno, en si, todo me daba risa-
-Busco cómo bajarte eso.
-Aquí están los botones, mira.
-No tu ropa! Tonta! Me refiero al efecto de tu sobredosis.
-Ah.
-No hay nada! Mmm... Tendré que esperar a que se pase sola.

Dejó su teléfono y se desparramó en el sofá, puso una película, ambos la veíamos tranquilos, no tenía nada que decir, era cómodo, silencio cómodo, si. Cuando mi mente dejó de divagar y todo se aclaró un poco, cuando mi cuerpo dejo de sentir que flotaba, me animé a hablar con él.
-Dong-sun...
-Mmh? - Dijo sin dejar de ver la pantalla-
-¿Estas enojado?
-No.
-¿Puedo preguntarte algo?
-Ya lo estás haciendo.
-¿Te drogas?
-¿Qué? -Se le escapó una pequeña risa... Sorpresa y diversión, ¿Qué significa eso?-
-Qué si te-
-No, no me drogo, y si escuché lo que dijiste la primera vez, ¿Por qué piensas eso o a qué se debe tu tan directa pregunta?
-Por lo que comí... ¿Por qué lo ocultabas de mi?
-No lo oculto de ti, lo oculto de Dak-ho, no le gusta que coma eso. Y no son drogas.
-Si no son drogas entonces ¿por qué me sentí con mucha energía y después tan relajada?
-¿Cuándo fue la última que comiste algo dulce?
-En la mañana bebí café con azúcar.
-No, me refiero, a algo realmente dulce ¿Cuándo fue la última que comiste, no sé, un caramelo?
-Umh... No sé, hace...
-Exacto! No sabes! Quizá nunca! ¿Sabes cuánto dulce comiste hoy? Nada de lo que comiste era alguna droga, eran chocolates, caramelos y papitas, te dió un ataque de dulzura, tuviste mucha energía por lo dulce, y después se te acabó, por eso te sentías tan relajada, y te apuesto que en un rato te dolerá la panza.
-Oh! Creí que te drogabas.
-No lo hago, pero créeme que si lo hiciera, no escondería drogas en un lugar tan obvio, como mi cuarto, o el mueble de dónde sacaste todas mis botanas. Soy más cauteloso, podría tener una fiesta en tu cuarto y nunca te enterarías.
-¿Hiciste una fiesta en mi cuarto?
-No, pero si lo hiciera, nunca lo sabrías. Por cierto, me debes mi chatarra.
-Él lunes sin falta, siento que voy a morir.
-¿Te duele la panza?
-Si, tengo ganas de...
-Que rápido te duermes.

Me apagué, no termine de hablar, simplemente mis ojos se cerraron y empecé a soñar. Dong-sun me cargó hasta mi cuarto, y regresó a recoger el tiradero que hice en toda la casa, más tarde sentí un gran peso del otro lado de la cama, y su brazo rodeándome, al parecer ya era su hora de dormir, dormí tranquila, sin pesadillas, ni colores feos, no desperté en toda la noche, pude descansar esa noche.
Dejé de sentir el peso en mi cintura, y del otro lado de la cama, una luz quemando mis ojos, me desperté odiando al mundo, al sol y a Dong-sun por haber abierto la cortina para que la luz del día entrara al cuarto, me levanté de la cama, no se oía ningún ruido en toda la casa, eran como las 9:30 de la mañana, fuí a su cuarto y estaba perfectamente en orden, su cama tendida, el cuarto recogido, y olía a limpio, como toda la casa, realmente se esforzó en limpiar, fuí a la sala, y vi una notita en la mesa de centro.
Al parecer, sus clases empezaban más temprano, y tuvo que irse, y ¡Uy! ¡Qué considerado! ¡Dejó el desayuno hecho! Corrí a la cocina y vi un plato con huevos y tocino en la barra, desayuné, lavé mis trastes, me fuí a dar un baño, me puse un vestidito rosa y me fuí a la sala, no había nada que hacer, Sun-ah había hecho todo, era un día lindo, pero aburrido, me fuí a arreglar, un poco de maquillaje, un moñito, perfume, ¡perfecto!. Me puse a dar vueltas por toda la casa, me dí cuenta que tenía ropa sucia, así que fuí a ver si los chicos también tenían, y efectivamente, así era. Me puse a lavar la ropa, y en lo que estaba lista, fuí a mi habitación, encontré la ropa del día anterior de Dong-sun tirada en el suelo, mi curiosidad quería saber que tal me quedaba, así que me la puse, era cómoda, claramente me quedaba grande, pero me gustaba como me veía, era solo el pantalón de su pans y una sudadera,  decidí cambiar todo mi atuendo, me quité el vestido y me puse el pans de Dong-sun, tuve que acomodarme el pantalón de tal manera que no pareciera un bebé con popó en el pañal.
Regresé a ver la ropa, aún no estaba lista, me dió sed y fuí a asaltar la nevera, no había jugo de naranja, tomé dinero que Dong-sun me dejó y suspiré... ¿Realmente iba a salir a la calle? Aún tengo miedo de ser perseguida, pero quiero jugo, quizá, si no me reconocen, no me sigan, me intenté poner la capucha de la sudadera, pero el moño estorbaba, solté mi cabello y cubrí mi cabeza, salí temblando de la casa, rezando porque nada malo sucediera, fuí a la tienda de conveniencia que quedaba más cercana a la casa, aproveché y compré botanas, para mí, y las que le debía a Dong-sun, regresé con mis compras, la gente me veía, niños, adolescentes, ancianos, adultos, todo aquel que pasaba, y no me prestaban atención, era como un ente más en un cementerio, sin nada especial, y me agradó esa sensación, llegué a casa, feliz, guarde las nuevas botanas de Sun-ah de dónde las agarré y me fuí a ver la t.v.

El Origen de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora