3.

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Capítulo 3.

Toda acción tiene por efecto una consecuencia.
La mía fue recibir el reto más grande de la historia frente a las personas de la tienda de discos. Y está bien, no me importa realmente. Son personas que no volveré a ver en mi vida, porque después de mi episodio de hoy, nunca regresaré al centro comercial.
Viviré dentro de las cuatro paredes de mi habitación por opción propia. No porque me hayan castigado, ya que una persona como yo ¿Qué castigo podría recibir? La mayoría de los padres suelen retener los aparatos electrónicos, limitar las salidas hasta ciertos horarios, eliminar las fiestas, Etcétera.
Pero en mí, nada de eso es válido, no tienen nada con qué castigarme.

Salvo enviarme nuevamente a las terapias con la psicóloga. Realmente es una tortura para mí, no soporto escucharla hablar sobre algo que no padece y que intenta entender.
Su actitud positiva solo logra hundirme un poco más. No comprendo a las personas como ella que con sólo verme deprimida ya está dandome un diagnostico.
La última vez que la vi, había tenido una discusión con Dennis minutos antes de entrar en su despacho, me sentía horrible, no quería estar allí, y al finalizar la sesión le dijo a mis padres que estaba pasando por una etapa de depresión.

Maldición, solo había discutido con Dennis, no me sentía depresiva y tampoco deprimida.
No me sentía con aquella presión en el pecho y el deseo constante de llorar, no sentía ganas de gritar y poder quitarme el peso que llevaba en mis hombros debido a mis pensamientos negativos o suicidas, no me sentía con la enorme necesidad de querer desaparecer.

No lo hacía, hasta ahora.

—Vamos, métete bajo las mantas. —Me pide mamá cuando entramos en mi habitación y me permite unos minutos para ponerme el pijama. —¿Quieres algo para beber?

—No, gracias. —Respondo escondiendome bajo el edredón, como si la separación entre éste y ella fuera mi lugar seguro.

—Quiero que sepas, que llamaré a Greta mañana. —Me informa. —Pediré retomar las sesiones.

—Está bien. —Digo con desánimo, sin la más mínima intención de discutir con ella, ya que sabía que esto pasaría.

—Nora está aquí ¿Quieres que la deje pasar?

—Sí, por favor. —Le pido apenas en un murmullo. Me duele tanto la garganta por retener el llanto.

Lo único que escucho es cuando ella sale de la habitación y murmura algo que no logro comprender, segundos después la puerta se cierra y unas manos tocan el edredón.

—¿Alessa? —Susurra Nora sentándose en la cama. —¿Me permites entrar a tu pequeña dimensión?

Escucharla me hace sonreír un poco. Lentamente me quito el edredón de encima y la dejo verme. Está preocupada, puedo notarlo inmediatamente en su semblante.

—Lo siento. —susurro. Ella suspira y luego sonríe.

—¿Porqué no me esperaste Alessa?, podría haber ido contigo. —Me reprocha.

—Yo solo quería hacer algo por mi misma. —Digo sintiendo como mis ojos comienzan a cristalizarse. —Para no sentirme tan inútil.

—Oye, no digas eso. No eres inútil.

—¿A no? —Susurro. —Solo debía comprar un maldito libro Nora, hasta Dennis puede hacerlo ¿Entiendes?, Es frustrante darme cuenta que jamás podré ser una persona normal.

-Lo eres. —Dice con seguridad. —Y no sólo eso, eres especial. Una persona inútil no hace las cosas que haces tú. Una persona inútil no tiene excelentes calificaciones, una persona inútil no es una genio como lo eres tú. —continúa diciéndome. —No permitas que este horrible episodio te haga sentir así, porque eres genial, y cada día que pasa te admiro más, porque eres fuerte.

𝐄𝐒𝐂Ú𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄 - 𝐍𝐇 𝐁𝐘 𝐍𝐀𝐓𝐇 🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora