4.

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Capítulo 4.

¿Es posible escuchar el audio de una persona durante un día y medio? porque es exactamente lo que he hecho.
Después de recibirlo, me demoré mucho tiempo en responder.
No sabía que decir, intenté enviarle varios audios, pero mis palabras se enredaban a mitad de oración, o lo que es peor, tartamudeé.
Así que, sólo me límite a decirle que todo estaba bien, y que muchas gracias por preguntar.

Él no volvió a responder a pesar de haberlo visto. Quizás por mis escasas palabras, quizás porque esperaba escuchar mi voz, quizás porque solamente quería saber lo que había preguntado sin la intención de entablar conversación.
Supongo que está demás decir que soy pésima haciendo amistades, si no fuera porque Nora llegó a mí, estaría completamente sola.

Por supuesto que es frustrante. ¿Quién no querría tener muchos amigos a los cuales acudir cuando las cosas no marchan correctamente? ¿O escuchar diferentes opiniones cuando estás hablando de tu libro favorito? Y así, un sin fin de situaciones donde te gustaría compartir con un grupo de amigos.
Tampoco estoy quejándome, Nora es todo para mí, más de lo que podría pedir y con ella me basta. Supongo.

El día en el instituto transcurre normal, cotidiano y aburrido. La única parte buena es el receso largo del almuerzo, donde puedo escaparme de la mirada de la señorita Emily.
Mamá hace unos días habló por teléfono con ella, le contó lo que había pasado en el centro comercial, y aunque al principio me sentí muy ofendida por lo que había hecho al divulgar aquello, después terminé agradeciéndole, ya que ese episodio me mantendría alejada de las preguntas en voz alta al menos por un tiempo.

De lo que no pude salvarme, fue de Greta. Mi primera sesión es ahora, en solo unos minutos.
Mamá está aquí conmigo en su consulta, acompañándome y por primera vez, se quedará afuera.

—¿Alessa? —Greta nos llama cuando termina con su paciente anterior.

Es un señor de cincuenta años aproximadamente. Él perdió a su mujer hace diez años, y continúa extrañándola. Escuché su historia cuando Greta contestó su teléfono en medio de una sesión el año pasado.

—Estaré aquí esperándote, tú puedes hacerlo cariño. —Me ánima mamá y yo le doy una sonrisa forzada, ella niega con la cabeza por mi poca disposición a cooperar.

Lo peor de tener sesiones con Greta es que son justamente con ella. Antes tenía un don para poder salir invicta de sus sesiones, pero el pasar de los año la hizo más experta en la materia.
Si sonrío demasiado, es porque estoy mintiendo y ocultando lo que realmente me sucede, y si estoy deprimida con las enormes ganas de que la tierra me trage, es depresión.
Para ella no existe la palabra superación, si estoy aquí es porque estoy mal, punto.

—¿Cómo has estado estos días? —Comienza ella preguntándome mientras se acomoda los anteojos.

Es inevitable observar como los ajusta perfectamente en el puente de su nariz y espera una respuesta.

—Bien. Hoy tuve un exámen de filosofía que terminé muy rápido. —Le cuento.

—¿De qué trataba ese exámen?

—Sobre la superación personal. —Digo.

Ella asiente y sonríe. Por una larga hora nos quedamos hablando, ella menciona mi episodio del centro comercial y me pide darle todos los detalles de lo ocurrido y del porqué quise ir.
Jamás había hablado tanto delante de ella, incluso me sorprende mucho que al menos por esta vez no intente diagnosticarme algo.
Después de terminar y ver que no fue tan terrible como creí, mamá viene hasta mí para darme un abrazo después de hablar personalmente con Greta.

𝐄𝐒𝐂Ú𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄 - 𝐍𝐇 𝐁𝐘 𝐍𝐀𝐓𝐇 🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora