𝐄𝐒𝐂Ú𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄 - 𝐍𝐇 𝐁𝐘 𝐍𝐀𝐓𝐇 🥀

45.

Capítulo 45. Penúltimo

Niall.

Martes, 10 de septiembre.

A pesar del cansancio de ayer, me levanto con ánimos. Podría estar odiando esta semana porque llega nueva mercancía a la tienda, y quien debe organizar absolutamente todo soy yo. Los demás trabajadores son buenos en lo que hacen, pero siempre hay errores.
Quisiera que Sam pudiera aprender hacer estas cosas, en algún momento no estaré, la universidad también es importante para mi y no le he dedicado el tiempo que se merece.

Cuando busco mi móvil bajo las sábanas, noto algunas llamadas perdidas de Alessandra. La llamo inmediatamente.

-Buenos días, preciosa. -La saludo apenas descuelga.

-Niall, hola. ¿Como estas? -Ella saluda y siento inmediatamente en su timbre de voz que algo le ocurrió.

-Estoy bien, desperté no hace mucho. Hoy tengo clases más tarde ¿Que ocurre? ¿Estás bien?

-Sí... Sí. Es que, quería saber si puedes venir hoy.

-Por supuesto.

-Debo decirte algo importante.

-¿Algo importante? -Le pregunto. -¿Es algo malo?

-Te lo diré cuando estés aquí.

-Está bien, mi amor. Iré después del trabajo. Debo ir a la tienda ayudar una hora. -Le explico.

-Está bien. -Responde. -Te amo.

-Yo también te amo, preciosa. Te amo mucho.

-Contaré las horas para verte. -Su voz es dulce y me hace sonreír.

-Yo también las contaré. -Le aseguro. -Nos vemos en la tarde.

-Nos vemos, adiós.

-Adiós, mi amor.

Dejo mi teléfono sobre la cama sin dejar de pensar lo extraño que ha sido recibir una llamada suya tan temprano. Normalmente siempre nos enviamos mensajes, pero siento que es debido a eso tan importante que desea decirme. Solo espero que sea algo bueno.
Mis clases comienzan después de las once de la mañana, así que decido ir al cementerio. Hace semanas que no voy y siento que debería ir, algo me dice que debo ir.
Supongo que es debido al cuaderno y todas las cosas que estaban escritas.
Sam y mamá están desayunando cuando entro en la cocina y me despido de ellos. Me preguntan porque llevo urgencia.

-Solo iré al cementerio. -Le explico. -Quiero ir antes de irme a clases.

Mamá me sonríe.

-Está bien, hijo.

Me despido nuevamente y salgo de la casa. El día está sombrío, algunas nubes grises amenazan con lluvia y está bien. No me molesta, me gusta la lluvia, la anhelé todo el verano, sobre todo aquellos días en que el calor era insoportable.
Cuando llego al cementerio, observo las infinitas flores que venden. Yo nunca le traje flores a mi hermano, y algo dentro de mi me dice que debería hacerlo.
Le compro las mismas que trajo Alessandra y mamá, rosas rojas y blancas.

No me sorprende ver las flores que mamá suele traerle. Para ella es sagrado cada día por medio. Así que dejo las mías sobre su tumba. La concurrencia de gente es muy poca, sobre todo a estas horas de la mañana, así que si decido llorar esta bien, nadie me verá.

-Hola. -Susurro. -Estás las compre yo. -Me refiero a las flores. -Siento que de alguna manera mamá y Alessandra cambiaron mi forma de pensar. Incluso al hablarte. Por mucho tiempo creí que era estúpido, que no aliviaba mi corazón, pero estaba errado. Realmente es sanador. -Continúo hablando. -Leí lo que escribiste en aquel cuaderno, las cosas que dijiste sobre mi. Y sabes, por mucho tiempo me sentí culpable, sentí que pude haber echo más por ti.