PRÓLOGO

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ROMA

—Prométeme que no vas a romperme —Giré mi cabeza y me encontré con sus ojos verdes, aunque con la escasa luz que había, apenas podía diferenciarle el iris de las pupilas —Por favor.

—Nunca pequeña, te lo prometo. —Se acercó hacia mí para darme un beso en la nariz y cerré los ojos ante el placer de su contacto.

Me sentía protegida por fin, había estado evadiendo mis sentimientos demasiado tiempo por miedo a que me volvieran a hacer daño.

Pero llegó y aunque odié que interrumpiera en mi vida de esa manera y destrozara todo lo que había logrado construir yo sola, ahora no podría imaginar una vida sin él.

Es mi refugio.

Una constelación más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora