ROMA
—¿Qué ha pasado? —pregunté mientras James me tenía entre sus brazos y los demás empezaban a entrar en la habitación.
Mierda, ya me acuerdo.
Giré mi cabeza hacia la izquierda y analicé a Leo. Tenía golpes por el accidente, la pierna vendada y un tubo en sus brazo que llegaba hasta una bolsita da plástico sujetada por un palo de metal. Había una máquina que parecía medir las pulsaciones del rubio y no parecían estar descontroladas.
—Roma, ¿Cómo estas? —preguntó Carlos mientras se acercaba a mi casi híper ventilando —Joder, es mi culpa.
—Estoy bien, creo. No hacía falta que me trajerais a una camilla...
—Claro que si Roma. Estabas inconsciente y con un montón de heridas. Si no llega a ser por aquella chica... —explicó Daniel aterrorizado por la situación.
Ian estaba fatal de la cabeza.
—¿Qué chica? —pregunté confusa.
—Una que vino gritando, pidiendo ayuda. Me dijo su nombre, era ¿Camila...? No, Candela, si —tenía que agradecerla a esa chica que hubiera avisado a Daniel porque si no, no se que sería de mi ahora.
—Tengo que darle las gracias...
—Si, pero ahora descansa —suplicó Sophia. Asentí y tras darle un abrazo a todos, salieron todos de la habitación dejándolo sola, con el cuerpo de Leo. Volví a poner mi mirada en el, pero esta vez decidí acercarme. Me levanté como pude, a pesar de que me dolía el cuerpo terriblemente. Me senté en una silla que había al lado de su camilla y le observé. Le aparté un mechón rebelde que tenía en la frente y sonreí por volver a tocarle.
—Te echo de menos... —dije en un sollozo. Sabía que hablarle no serviría para nada, pero a lo mejor pasaba como en las películas y por arte de magia volvía a despertar...
—Leo, eres la persona que me equilibra. Necesito que te despiertes. Te necesito ahora... —suspiré —Ha vuelto Ian. Creí que no volvería a verle nunca, pero me equivoqué. Me ha pegado, Leo —sentí que me iba a derrumbar ahí mismo —Hay cosas que no te he contado sobre mi relación con el... A los dos meses de empezar nuestra relación decidimos salir de fiesta... Había un conocido, con el que me llevaba bastante bien e Ian... Se lo tomó bastante mal. Nunca volvió a pasar, me dijo que se arrepentía y no volvería a hacérmelo. Y cumplió su promesa. Nunca creí que podría volver a hacerme eso. Aunque lo de hoy no es ni punto de comparación con lo de esa noche —mis lágrimas habían empezado a desbordarse.
LEO
Creo que llevaba despierto al rededor de media hora. Iba a abrir los ojos, pero escuché a enfermeros entrar y creo que estaban colocando a alguien en la camilla de al lado. Escuché las voces de todo el grupo y la voz de Roma. Y entonces la sentí muy cerca, como si se estuviera acercando a mí. Empezó a hablar y cuando me contó lo de Ian... Quise levantarme, salir de esta habitación y buscar al desgraciado ese para partirle la puta cara. No quería abrir los ojos, me daba miedo verla llena de moretones y marcas que me hacían enfadar más.
—Te quiero Leo. Vuelve, por favor —en cuanto anunció esas palabras mi corazón empezó a acelerarse. Y creo que ella se dio cuenta porque la máquina que me medía el pulso empezó a pitar y sentí como ella se ponía de pie.
—¿Leo? —dijo moviéndome lentamente.
ROMA
—Leo estas despierto, a mi no me engañas —si creía que era tonta, estaba equivocado. La verdad esque ver que él tenía la misma reacción con algo que yo decía, igual que yo la tenía con que solo me tocara, me hizo sonreír.
—Leo por favor —seguí agitándole el brazo y noté como lo movió ligeramente.
—Así que no puedes vivir sin mi, Rubita... —mis ojos subieron a los suyos y no pude controlar la sonrisa que apareció en mi rostro. Y lo hice sin pensar cuando me lancé sus labios. Se separó ligeramente después de unos segundos y me sujetó la cara con las manos.
—Joder, como te ha dejado ese cabrón. Como le vea se queda sin cabeza te lo prometo —una lagrima descendió por mi mejilla. Joder, estaba muy feliz, ahora sólo podía pensar en que Leo había despertado.
—Da igual, estas despierto, es lo único que me importa ahora mismo —atrajo mi cara hasta la suya depositándome otro beso en los labios. Corto, pero lleno de "te he echado menos" y de mil "te quiero". Pues si que estaba enamorada...Y me asustaba bastante por tampoco hacía tanto que lo conocía, a penas unos meses. Encima yo le odiaba... Como cambian las cosas.
—¿Sabes si han hecho algo con él? —preguntó serio.
—No lo se. Me quedé inconsciente.
—Maldito hijo de puta.
—Bueno Leo, ya está. Te acabas de despertar no puedes estar preocupándote por eso ahora. ¿Te acuerdas de algo del accidente? —suspiró y volvió a relajarse.
—No mucho. Iba a buscarte para ver los farolillos y sentí un golpe por detrás y a partir de ahí está todo en negro. ¿Cuánto llevo dormido?
—Una semana —sus ojos se abrieron sorprendido.
—¡¿Qué?! —le agarré la mano para acariciársela —Tienes que contarme todo lo que haya pasado esta semana... Joder.
—Tranquilo. Te lo contaré. Bueno si quieres puedes leerlo, lo he estado escribiendo todo en una libreta...
—¿Tienes un diario? —preguntó mientras una sonrisa vacilante aparecía en su rostro. Le di un golpe a modo de broma en el brazo y puso una mueca de dolor.
—Rubita, que sigo en camilla —vaciló.
—Roma, ¿Qué tal estas?... —Daniel interrumpió en la habitación —¿Leo? —una sonrisa inundó su rostro y se acercó a darle un abrazo al rubio —¿Hace cuánto te has despertado?
Leo soltó una carcajada.
—Hace no mucho.
—Joder. Hay que avisar a los médicos, ahora vengo —Daniel salió de la habitación y Leo y yo nos miramos y nos reímos a la vez. Volví a sonreír después de una semana de nubes grises y lluvia.
Y ahí supe que Leo era la persona que quería tener a mi lado siempre.
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Una constelación más
Teen FictionRoma Alease estaba rota por dentro por sucesos de su pasado no tan lejano. Roma Alease dejó de creer en el amor verdadero. Roma Alease ya no era feliz. Roma Alease estaba vacía. Ver las estrellas en su montaña era su salvación. Él, que era una pers...