Capítulo 3

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ROMA

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ROMA

Sophia no había dejado de mirar a Daniel en toda la comida. Deduje que era él la razón por la que yo estaba aquí. Ella parecía estar pasándoselo genial, pero yo sinceramente, ya estaba un poco harta de tener que estar escuchando a Leo soltar comentarios sobre lo guay, lo guapo y lo maravilloso que era.

En cambio, Daniel y Cameron me habían tratado muy bien en lo que llevábamos de día y al instante me arrepentí de haberles juzgado tan mal, aunque tampoco les conocía lo suficiente...

—¿Entonces vais al último curso también, ¿no? — Preguntó Daniel mirándonos a mí y a Sophia. Aunque lo de esta última ya lo sabía, ya que iban a la misma clase.

Asentimos las dos a la vez.

—¿Tenéis pensado lo que queréis estudiar?

—Yo quiero ser actriz, siempre me ha gustado actuar y hacer el tonto inventándome guiones —Respondió Sophia con una sonrisa de oreja a oreja sin quitarle la mirada a Daniel.

—Yo he pensado en hacer derecho, aunque todavía no tengo muy claro si eso es lo que quiero hacer, pero de momento es lo que más me llama a atención—Respondí a la vez que me llevaba un trozo de hamburguesa a la boca. No, no me gustaban, pero es lo único que venden aquí y una de vez en cuando se puede soportar.

—Eso está muy bien, suena muy interesante —Daniel asintió y me dedicó una cálida sonrisa.

—Vaya aburrimiento —soltó Leo interrumpiendo la paz que había.

Ya tenía que hablar.

Le miré con ojos asesinos y él formó una pequeña sonrisa como que se estaba divirtiendo con todo aquello.

—No me mires así, es que vaya coñazo.

—Leo tú no sabes ni que quieres hacer tío, no la juzgues. A mí me parece muy interesante. —Miré a Cameron y le dediqué una pequeña sonrisa en modo de agradecimiento.

El me la devolvió y bajó la mirada hacia la mesa.

Terminamos de comer y fuimos a dar una vuelta por la playa, tal y como habíamos planeado.

El mar no me agradaba mucho, me daba un poco de miedo y nunca solía separarme de la orilla, pero últimamente me estaba gustando un poco más pasar tiempo en la arena, sobre todo cuando se veía el sol ponerse.

Pasamos toda la tarde en el mar y cuando caminábamos por la orilla, Daniel y Sophia siempre nos adelantaban, para estar solos.

Cameron y Leo estaban a mi lado hablando de chicas y del cuerpazo que tenían y de lo guapas que eran, sobre todo este último.

Noté la mirada de Cameron más de una vez puesta en mí, pero decidí no darle especial importancia.

Miré el sol, que se estaba escondiendo, dándole paso a la luz de la luna. ¿Cómo la naturaleza puede ser tan bonita? A veces pienso que soy la única persona en el mundo en apreciar la belleza de estas cosas.

Una constelación más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora