Capítulo 16

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ROMA

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ROMA

Estaba terminando de maquillarme cuando mi móvil empezó a vibrar y el nombre de Sophia apareció en la pantalla.

—Dime —puse el altavoz y seguí maquillándome.

—Esto... No te lo había dicho, pero va a venir Max —casi me meto el rímel en el ojo.

—¿Qué?

—Roma, es que esto no puede quedar así. He hablado con ella y ha aceptado. Quiero que habléis —suspiré.

—Está bien, ¿A dónde vamos a ir?

—A la cafetería de la plaza, pero paso a recogerte en quince minutos.

—Vale —colgué y terminé de prepárame.

Sophia me mandó un mensaje de que ya había llegado y me estaba esperando fuera. Me despedí de mis hermanos, que mañana se irían, y salí por la puerta.

Saludé a Sophia con un abrazo, como siempre y nos pusimos a andar en dirección a la cafetería. Durante el camino no pude evitar preguntarla por Carlos y Daniel

—Y, Sophia... esto... ¿Qué tal va todo con Daniel? —me miró sorprendida por mi pregunta.

—Bien, ¿por qué lo preguntas? —me dijo un poco desconcertada.

—Porque quería saber cómo van las cosas con Carlos. Mira, yo apoyo tu relación con Daniel y el me cae muy bien pero no podéis seguir ignorando lo que pasa entre tú y Carlos. Yo sé que él está loco por ti y tú... Es tu primer amor, no puedes decirme que lo has olvidado por completo porque nunca te creería.

—Roma ya hemos hablado de esto mil veces. Estoy bien con Daniel. Si, creo que todavía siento cosas por Carlos, pero no es lo mismo ¿sabes? Además, él vive fuera, Roma, no puedo hacerme eso. Y, además, soy menor de edad.

—Mira Soph, no me vengas con las tonterías de las edades porque es absurdo. Tú vas a cumplir los dieciocho en noviembre y solo os sacáis dos años. Y si sientes cosas por Carlos no creo que tengas que seguir con Daniel, lo siento. Creo que algo que tendrías que aclarar —no la dio tiempo a responder porque en cuanto llegamos a la cafetería vimos a Max sentada en una de las mesas.

Me sorprendía verla tan calmada, estaba distinta. Se había cortado el pelo un poco y el vestido blanco que llevaba la quedaba muy bien, se le ajustaba perfectamente a su cuerpo. Parecía feliz, aunque era imposible que lo estuviera, sabía que lo había pasado bastante mal.

La verdad es que me había sorprendido un poco que aceptara venir, por lo que se, ella sabía que yo vendría y pensaba que no querría tener ningún tipo de contacto conmigo.

—Hola Max —saludó Sophia y la dio un abrazo. Yo me limité a hacer un gesto con la mano porque no sabía muy bien cómo actuar.

Me senté en frente de ella y Sophia se puso a su lado. El camarero vino a tomarnos nota y todas pedimos un café con leche.

—Bien. He querido traeros porque esto no puede seguir así. Tenéis que contaros como os habéis sentido cada una en esta situación e intentar solucionarlo —Sophia rompió el silencio y lo agradecí.

— Empezaré yo porque creo que es lo justo —dije —Max, en ningún momento quise hacerte daño, ni a ti ni a Cameron. Mira, yo sabía que él te estaba utilizando, aunque no sabía muy bien para qué. No quise decirte nada porque no éramos amigas en ese entonces y no lo vi necesario. Pero te juro que, si ahora pudiera volver atrás, lo haría —ella asintió sin formular palabra y me vi obligada a seguir hablando —Se que todo esto es culpa mía porque él fue quien me besó, pero yo no le separé. Lo siento mucho, de verdad. No quería que esto pasara, yo... No sé qué siento ahora mismo por ninguno de los dos. No sé ni que siento por esta situación, pero sé que es mi culpa.

—Roma... —por fin intervino —Esto no es todo culpa tuya. Supongo que yo también debería haberme dado cuenta de que me estaba usando. Quizás lo sabía y no quise aceptarlo. Lo del beso... Fue él, Roma. Si, puede que no te separaras, pero en esos casos, ¿Cómo reaccionas? No sé. Y perdón por no haber querido saber nada de ti antes, no estaba preparada para hablar del tema. —ella me dedicó una cálida sonrisa y yo le devolví el gesto.

Sentí alivio de haber podido arreglar las cosas con Max. Era una chica fantástica y habíamos congeniado bastante bien las últimas semanas, me dio mucha pena cuando pasó todo.

—Entonces... ¿Volvéis a ser amigas? —Sophia preguntó vacilante. Yo asentí con esperanza de que ella hiciera lo mismo, pero no se la veía demasiado convencida de eso.

—Roma... Por favor. Prométeme que no volverá a pasar algo así.

—Te lo prometo, Max —ella asintió y puso su mano encima de la mía.

Aunque eso no arreglará todas mis heridas internas, sanó algunas. Y por primera vez en una semana sonreí de verdad.

—Oye Max, ¿Y no hay nada por ahí? De chicos, digo —por el tono en el que Sophia preguntó eso, supuse que algo sabía.

—Soph, que lo acabo de dejar con Leo.

—No es excusa —soltó una pequeña carcajada —Oye ¿Habéis visto a Juls con Cameron? Tengo entendido que se liaron el otro día. Me parece bastante mal, la verdad. Si tanto te quería Roma, no entiendo cómo ha podido olvidarse tan rápido de ti e irse con otra persona.

—Si, yo también me he enterado. Esa chica no me da muy buena espina... —aclaró Max.

—Ya... No tenía ni idea de que hubieran tenido algo... Bueno, supongo que no puedo decir nada al respecto. Pero esa chica no le merece —respondí. Después de estar un rato más en la cafetería hablando, salimos y decidimos ir a un parque que había al lado.

Lo que no me esperaba es que en ese parque estuvieran mi hermano James, Daniel y Leo. Tampoco entendí porque James no me había dicho que iba a quedar con ellos.

Llevaba tanto sin ver al rubio que volver a tenerlo delante me hizo sentir cosas inexplicables. Llevaba una camiseta negra, unos vaqueros del mismo color y un cigarro en mano y juro que jamás le había visto tan atractivo en la vida. Pero eso no iba a quitar que siguiera guardándole rencor por todo.

Cuando nos vieron decidieron acercarse a nosotras y tenía los nervios a flor de piel. Daniel y Sophia se saludaron con un largo beso, supuse que llevaban dos días como mucho sin verse, por la visita de Daniel ayer.

Vi la incomodidad de Max con Leo cuando se saludaron con dos besos y ella intentó apartarse lo más rápido posible, James me saludó con un simple gesto de mano y Daniel me dio un abrazo.

Y cuando llegó el momento de tener que volverle a mirar a los ojos a él... Joder, era algo tan complicado de explicar... Sus pupilas estaban ligeramente dilatas y su color verde nácar era un poco más intenso que la última vez que le vi.

Cuando nuestros rostros se tocaron para saludarnos, una fuente de electricidad me recorrió entera. Como cuando jugamos al juego de la botella y me tocó besarle.

No entendía absolutamente nada de lo que me estaba pasando, ni porque a mí, pero no quería que esto me sucediera.

Una constelación más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora