LEO
Odiaba volver a la rutina, creo que casi preferiría estar en la camilla del hospital.
Me levanté a las ocho de la mañana, iba tarde, en media hora tendría que estar en el instituto.
Era un coñazo tener que ir a clase y madrugar, sinceramente lo odio, aunque realmente no quedaba prácticamente nada para acabar el instituto, en un mes estaríamos graduados y sería verano, por fin.
Me vestí con una camiseta negra lisa y unos pantalones vaqueros. Desayuné un vaso con leche y salí de casa.
Iba comprobando que todo lo de esta noche estuviera controlado, cuando Cameron me llamó.
—Hola Leo —dijo nada más descolgué.
—Hey, ¿Qué pasa?
—¿Por dónde vas? Para ir juntos —Después del accidente, Cameron me pidió perdón por haberme pegado y haberse comportado así y yo me disculpé por hacer lo que hice y ser un mal amigo, porque lo fui, pero le expliqué mis sentimientos, que llevaba demasiado tiempo sintiendo lo que sentía y al final el acabó comprendiéndome.
—Acabó de salir de casa. Vente, que tengo que entrar a coger una cosa.
—Vale. En cinco minutos estoy —dijo y colgó.
Se me había olvidado el puto cuaderno de Roma, si, en el que estoy escribiendo ahora mismo.
Cuando me dejó leerlo quise añadir varias cosas sobre algunos días que ella había escrito. Cuando vi que lo anotaba todo con diálogos como si fuera un libro me hizo bastante gracia y quise hacer lo mismo.
¿Quién sabe? A lo mejor este cuaderno un día está en todas las librerías del país.
Lo agarré y bajé en cuanto Cameron me dijo que ya estaba en mi puerta.
—Llegamos tarde —comentó a la vez que me daba un abrazo rápido.
—Lo sé, lo es —contesté un poco serio mientras salía de casa.
—¿Todo bien? ¿Cómo va lo de esta noche con Roma? —preguntó mientras se revolvía el pelo.
Todavía no tenía muy claro si Cameron seguía sintiendo algo por Roma, pero no se veía incómodo hablando sobre ella conmigo.
—Si, todo bien, esque estoy un poco estresado con eso, espero que le guste, se lo debo —sonreí al imaginarme su reacción a la sorpresa de esta noche —Oye ¿Sabemos algo de Ian?
—Lo mismo que hace unos días, que en una semana es el juicio.
—Como no metan en la cárcel a ese gilipollas, le mato con mis propias manos.
—Te ayudaré entonces —soltó entre risas.
—Cameron. ¿Me vas a admitir ya que te gusta Max? —pregunté cambiando de tema, hablar de Ian me provocaba dolor de cabeza.
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Una constelación más
Teen FictionRoma Alease estaba rota por dentro por sucesos de su pasado no tan lejano. Roma Alease dejó de creer en el amor verdadero. Roma Alease ya no era feliz. Roma Alease estaba vacía. Ver las estrellas en su montaña era su salvación. Él, que era una pers...