LEO
Al parecer Daniel tenía planeado el encuentro "casual" con las chicas. ¿Qué cómo lo sabía? Porque Daniel es un bocazas, no hay más.
Yo ya me había preparado mentalmente de que iba a verla después de una semana. Bueno... A quién quiero engañar, estaba intentando controlar mis nervios como si fuera un niño que va a ver a su cantante favorito.
Fue difícil volver a verla, muy difícil... Pero a la vez fue como volver a sentirme en paz. Sigo sin comprender muy bien que me había pasado con Roma, ni siquiera considero que me gustará en ese entonces. Quizá simplemente me atraía y su presencia me ponía bastante tenso.
Pero aun así y aunque la deseara, ella me odiaba y yo no podía evitar odiarla también por hacerme sentir de esta forma.
Después de darla dos besos en modo de saludo, Daniel me hizo un gesto para que hablara con ella, no había llegado a entender muy bien el porque me dejó de hablar. A ver, si, la besé cuando ella estaba con mi mejor amigo, pero joder, me siguió el beso, asique fue más bien culpa nuestra. Pienso que tendríamos que haberlo solucionado en el momento.
—Roma, tenemos que hablar y no acepto un no por respuesta. Vamos —la agarré de la muñeca y llevé a algún lado donde no hubiera nadie.
Ella se quedó perpleja, e increíblemente no dijo nada al respecto.
—¿Qué quieres? —se cruzó de brazos y ni se indignó a mirarme a la cara.
—Hablar, ya te lo he dicho —si tú supieras, rubita...
—Bien. Pues habla.
—¿Por qué estamos así Roma? Te besé yo, vale y entiendo tus razones, pero no me jodas que no sentiste nada —ella negó y nuestros ojos se encontraron por fin.
—Leo... No quiero hablar de esto todavía. De verdad que lo haremos, pero ahora no por favor. Está Max allí... No lo pasó bien y eso si fue tu culpa. Por favor, no compliquemos más las cosas.
—Roma, si no es ahora, ¿Cuándo? Tenemos que solucionar esto. Y no me vengas hablando de lo de Max porque no tienes derecho a meterte en ese tema. Te voy a repetir la misma pregunta de antes, ¿No sentiste nada? Y dime la verdad, no me mientas como hiciste en la cabaña —no me di cuenta de que la estaba apuntando con mi dedo hasta que este rozo su piel, y estaba demasiado cerca de ella.
—Leo, no te aguanto. Desde el día que apareciste en mi vida no has parado de darme problemas. ¿No puedes dejarme en paz? Deja de seguirme, de hablarme, de intentar contactarte conmigo. No quiero saber nada de ti Leo. He perdido a Cameron por tu culpa, Max está mal por tu culpa. Yo, que ya no sé ni que siento por ti, ni por nadie y esto me está matando. Eso también es culpa tuya, joder —gritó, gritó demasiado. Se que intentó mantener la compostura, sentirse más grande, pero a mí me parecía demasiado pequeña.
Y lo volví a hacer, me dejé llevar otra vez por mis impulsos. La besé, joder, pero esta vez la besé de verdad. Como si fuera el último beso que iba a obtener de ella, como si supiera que después de esto se iría y no volvería a verla más.
Sabía que me odiaría mucho más de lo que ya lo hacía y sinceramente me daba igual. Porque ahora mismo la deseaba más que a nada en este mundo. Noté sus lágrimas deslizándose por las mejillas y me sentí mal, la estaba presionando demasiado.
Y como era de esperar, se separó y su pequeña mano golpeando en mi cara llegó poco después. Y me lo merecía.
—Eres un gilipollas —y así como la vi llegar, se fue.
ROMA
—Vámonos —me dirigí hacia Sophia y Max hecha una furia y con las lágrimas cayéndome por las mejillas. No sabía muy bien porque, pero Leo me estaba sacando de mis casillas.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Sophia mientras yo la llevaba agarrada de la muñeca junto con Max.
—No le soporto. Ya está —me sequé las lágrimas e intenté volver a hacerme grande.
—¿Qué te ha dicho?
—El problema no es que me ha dicho, si no lo que ha hecho.
—¿¡Te ha besado!? —preguntó emocionada.
—Si —dije, fría —Sophia empezó a dar saltos de la emoción y Max se había quedado perpleja.
— Sophia...
—Perdón, perdón. Pero... Romeo es real —me paré en seco y la miré.
—¿Romeo? ¿Enserio Sophia? —esta soltó una carcajada haciendo que Max también se uniera y puso las manos en el aire en modo de inocencia.
—Pegáis —soltó la pelirroja. Quise matarla. La quiero mucho, pero ¿enserio?
—Basta. No, basta, se acabó. No volváis a hablar ni de él ni de Roleo o Romeo o yo que se —frustrada, pasé mis manos por pelo y noté como Sophia estaba conteniéndose la risa.
—El nombre es bonito. Un poco trágico por la historia de Romeo y Julieta, pero bonito —suspiré derrotada y me juré no volver a hablar a Leo en mi vida.
Pero no cumplí mi promesa.
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Una constelación más
Teen FictionRoma Alease estaba rota por dentro por sucesos de su pasado no tan lejano. Roma Alease dejó de creer en el amor verdadero. Roma Alease ya no era feliz. Roma Alease estaba vacía. Ver las estrellas en su montaña era su salvación. Él, que era una pers...