Capítulo 9

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ROMA

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ROMA

Intenté prestar atención para borrar su imagen de mi mente, pero ni la clase de filosofía me distrajo.

Llevaba toda la mañana pensando en la primera vez que sentí su piel sobre la mía, el día que me obligó a subir al coche, su respiración rozándome la comisura de los labios. No entendía que me pasaba, debería estar pensando en los últimos días con Cameron, la risa que me volvía loca, de verdad que lo intenté, pero no pude.

Las dudas con Cameron no paraban de invadirme, los últimos días los habíamos pasado quedando en cafeterías y en la playa. Me lo pasaba bien con él, de verdad que lo hacía, pero no estoy segura de sí estar con él era lo que de verdad quería...

La clase terminó y seguí pensando en Leo a centímetros de mí. Esto era una tortura, se suponía que le odiaba y que iba a cortar esto de raíz.

Mis pensamientos se interrumpieron cuando vi a Cameron acercándose. Me saludó con un beso corto.

—Hola preciosa.

—Hola Cam.

—Había pensado en estudiar juntos está tarde, ¿Qué te parece?

—Vale, me parece buena idea, ¿Puede ser en tu casa, que en la mía esta mi madre?

—Por supuesto, ¿te veo a las 5 allí? —asintió, me despedí con un fugaz beso en la mejilla y me fui a mi siguiente clase.

Max se sentaba en mi lado en todas las clases. Me encantaba hablar con ella, era una chica bastante tranquila y hacía que me sintiese cómoda, pero los dos últimos días se los había pasado hablando de Leo; de lo que habían hecho juntos, de lo felices que estaban... Era insoportable ese tema, más que nada porque estaba intentado sacarme de la cabeza lo del otro día y tenía que estar escuchando su nombre constantemente.

Cuando terminaron todas las clases, Cameron me mandó la ubicación de su casa así que cogí el autobús que se dirige hacia esta, porque andar me daba bastante pereza. Veinte minutos más tarde estaba en frente de su casa, me dio un poco de vergüenza llamar al timbre, pero me convencí de que no iba a pasar nada malo.

Cuando pulsé el botón, mi corazón empezó a latir desenfrenado al ver a un Cameron despeinado y sin camiseta. Me invitó a entrar y me saludó, como siempre, con un beso. Esta vez fue un beso diferente y más largo. La sensación de su pecho contra el mío era muy intensa, no quise despegarme, pero tuve que hacerlo. Cameron me sonrío y nos dirigimos a su habitación.

—¿Qué estudiamos primero? —pregunté mientras subíamos por las escaleras.

—Lo que tú quieras. Por cierto, van a venir Leo, Max, Daniel y Sophia luego, pero tenemos tiempo tranquila —asentí y me senté en la silla que estaba más cerca de la puerta. Saqué el libro y el cuaderno de economía.

Estuvimos un buen rato estudiando. No entendía casi nada, pero tenerle ahí me ayudó, porque me lo explicó todo sin ningún problema.

—¿Tienes hambre?

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