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Jaemin

Era inexplicable la manera en que todo parecía tan fácil y a la vez tan complicado con Jeno. Estaba furioso con él, pero aun así estaba entre sus brazos mientras repartía besos por todo mi rostro. Y no podía ocultar la agradable sensación que sentía cuando sucedía eso, ni la calidez que envolvía mi corazón cuando él estaba cerca. No eran mas que besos inocentes y frágiles, tan delicados como los pétalos de una flor. Pero no había necesidad de mas, porque eso era lo justo y lo suficiente.

Y odiaba admitir que a su lado me sentía seguro, porque últimamente mi vida había sido un caos andante; una galaxia desquebrajándose y haciéndose pedazos. Y el era ese agujero negro que me atraía y se tragaba todos mis problemas, y a mi mismo junto a ellos. Pero no podía esperar otra cosa de esos ojos negros que hacían mis piernas flaquear, aceleraban mi corazón y me hacían sentir tan indefenso.

¿Así se suponía que debía sentirse el amor?

Siempre espera mariposas revoloteando en mi estomago pero en cambio había un peso casi asfixiante en mis hombros. Y tenia miedo de estar mas enterrado de lo que creía. Pero no podía saber mas allá de lo que un niño enamorado por primera vez sabia. Todo se sentía tan irreal, y ni siquiera estaba seguro de que él me amase de vuelta.

Estaba demasiado hecho pedazos para suponer que alguien como él, que puede conseguir todo lo que se proponga, este enamorado de alguien como yo. Porque no había cosas buenas en mi, y si de alguna manera existían eran tan pocas a comparación de todos mis errores. No podía esperar demasiado de mi mismo, ¿Por que el lo haría?

La vida era tan complicada.

La simple existencia era un dolor innecesario.

Jeno se dejo caer en la cama conmigo entre sus brazos, mientras me  rodeaba y enterraba su rostro en la curvatura de mi cuello. Suspiro dejando un pequeño beso y luego me acuno contra su pecho, provocando mas seguridad de la que deseaba sentir. Cada pequeño gesto, cada pequeña acción me hacían caer un poco mas y el no se veía de la misma forma que yo. Tan perdido sobre sus sentimientos que le atemorizaba abrirse por una vez. 

Y el hacia que me derritiese tan fácil, que dejara mi fachada arrogante y rota para ser el pequeño y escuálidos muchacho que se cubría en su brazos. Mientras que por su parte, Jeno lucia tan sobrio que me aterraba la idea de que esto fuese algo pasajero para el. Que no le diese la misma importancia que yo le daba, que solo yo sea el idiota que había creado una fantasía de amor en su cabeza.

La brisa entro por la ventana abierta de mi habitación, fue un silbido tan arrullador que, cuando escuche las palabras que salieron de su boca, por un instante creí que fue mi imaginación. Pero la manera en la que sus músculos se habían tensado bajo mi espalda, con el rostro escondido entre mi cabello y sus manos aferrándose a las mías, no podía haber sido una casualidad. 

No me moví, incluso deje de respirar. Él tampoco lo hizo, éramos dos estatuas pegadas una a la otra, tratando de volver a la realidad del momento.

— Creo que te amo.

No podía ser verdad.

Y era injusto que jugara así con mis sentimientos.

— No. — murmuré mientras veía la cortina de lagrimas tapar mi visión. 

Se levanto de golpe, arrastrándome con el y de un movimiento bruco y apresurado me dio vuelta para que estemos frente a frente. Mis piernas terminaron arriba de las suyas, a cada lado de su cadera. No podía verlo, no podía mostrarle cuanto me había afectado. Pero Jeno era igual de terco que yo y levanto mi rostro.

— Nana, ¿Por qué lloras?

Estaba seguro que lucia como un gatito asustado, con las lagrimas deslizándose por mis mejillas y la nariz roja.

— Dime que es mentira. — pedí con la voz ya rota, suplicándole con la mirada que todo haya sido solo un simple engaño de su parte. 

Pero la confusión afloro en sus ojos, y también se cristalizaron.

Nunca había sido del tipo que dejara que vean a través de mi, pero Jeno parecía romper cada muro que había en mi. Y cuando lo vi derramar la primer lagrima, mi corazón dio un salto y, por un momento, creí que iba a morir. Estaba llorando por mi culpa, y el dolor se instauro en mi pecho.

— Por favor di que solo estabas tratando de hacerme reír. — rogué mientras tomaba sus manos entre las mías y me acercaba mas a su rostro. Pero lucia desconcertado, y no había ni un atisbo a que iba a retractarse. 

¿Por qué no lo hace? 

— Fue solo un error. — continúe  — Fue-fue por el momento raro en el que estábamos, no quisiste decirlo así que nada tiene que cambiar. 

La voz me temblaba mas que las manos, y el temor a que se arrepienta y me deje era mayor a la ilusión de que amaba. Porque todos en algún punto me abandonaban, Jeno no seria la excepción. 

Y el ambiente se había vuelto espantoso en cuestión de segundos. Tan pesado que me costaba respirar, o tal vez era los nervios de esperar a que Jeno dijera algo. Pero mientras yo lloraba sin consuelo, el tenia la mirada fija en un punto de la habitación pero sus ojos lucían tan vacíos, fuera de si.

— No quería hacerte llorar. — murmuro tiempo después, en el punto que mi corazón ya casi no latía. Y llevo su mano hacia mi mejilla y limpio mis lagrimas. Me recosté ante el calor de su palma y la seguridad que me trasmitía.

Intente sonreír, hice mi mejor esfuerzo pero solo obtuvo una mueca de mi parte.

Él lucia igual que yo, los ojos rojos, la nariz colorada, las mejillas húmedas por las lagrimas y el ligero temblor en su cuerpo. ¿Por qué si había sido un error lucia tan afectado?

Jalo de mi brazo y me  abrazo, empujando suavemente mi cabeza hacia su hombro. Y luego hablo:— Pero no hay nada que puedas decir o hacer Nana... No lo puedo evitar, te amo.

Cuando era pequeño siempre soñé con encontrar un amor que me hiciera feliz, añoraba la imagen de familia feliz. Me repetía una y otra vez, en mi ignorancia e inocencia, que algún día yo también amaría de la misma forma que se amaban mis padres. Y ahora que estoy de frente a la realidad entiendo, con un golpe seco, que el amor no es solo finales felices. Duele tanto como el dolor, pero también es igual de alegre que la alegría. Llora igual que el llanto y ríe igual que la risa. Porque tiene tantas matices como estrellas en el firmamento, algunas mas brillantes que otras; unas a punto de morir y otras en el apogeo de su existencia; algunas están al borde de la implosión mientras que terceras están el la cúspide de su estabilidad. 

Pero, y lo que quiero dar a entender con este harto, tedioso y sin fin de comparaciones, es que el amor coexiste de muchas maneras para cada ser viviente, reduciéndose a lo que este puede sentir. Para muchos como yo, que lo idealizaron y se enamoraron de su concepto perfecto; comprender la inocencia con la que imaginábamos algo que jamás habíamos experimentados puede sentirse desgarrador de cierta manera. Porque no hay un amor puro y sano, no mas de lo que podemos esperar viniendo de nosotros. Cada quien intenta mostrar su mejor versión, pero no hay algo catalogado como perfecto y a esa idea me debía aferrar.

Y ahora que tenia la oportunidad de expresarlo, algo con lo que había fantaseado desde que tenia uso de razón, era tan idiota como para reprimirlo y negarlo. 

Lo murmure por lo bajo, tan suavemente que por un instante creí que Jeno había sido incapaz de oírme y tendría que pronunciar esas dos palabras con mis labios una vez mas. Era aterradora la idea de decirlo, porque de cierta manera aceptaba y expresaba mis sentimientos. Pero cuando le dio un leve apretón a mi mano y acerco sus labios a esta, depositando un delicado beso, comprendí que no había razón alguna para temer. No por lo menos en ese instante.

— Te amo.



The Beach [Nomin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora