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Jeno

No sabía que tan jodida podía estar mi mente hasta que vi a Jaemin, la razón por la cual mis pensamientos no se detenían ni un mísero segundo. Porque  él, su presencia en general, causaban un gran conflicto en mi interior. Es decir, nunca había sentido la necesidad tan desesperante de estar junto a alguien, ese impulso que jalaba desde lo profundo de nuestro ser y nos acercaba a esa persona.

Tampoco tenía demasiada experiencia en el amor, nada más que la corta y superficial relación que tuve con mi única exnovia. No podía decir nada al respecto, ¿Qué es el amor? No tenía ni la menor idea, no había una respuesta concreta más allá de lo que veía en las películas de romance juvenil que pasaban en televisión. Pero estaba seguro que si era como lo pintaban allí, no quería saber nada de ello.

Pero con Jaemin, con la persona que me había rechazado y mirado con odio, era algo completamente diferente. Ese sentimiento que nacía de lo profundo de mi ser, un sentimiento tan genuino que solo el lograba despertar. No sabía si eso era amor, ni siquiera estaba seguro de que sentía afecto hacia él. Mis emociones estaban en un constante cambio que se me hacía difícil diferenciar si lo que sentía era lástima o cariño. Si estaba empatizando más de la cuenta hasta llegar al punto en confundirlo con un enamoramiento prematuro o si en verdad podría caber la posibilidad de que estaba comenzando a tener sentimientos por el chico que estaba a mi lado.

Ambos estábamos sentados a la orilla del mar, sobre la arena caliente mirando hacia el atardecer. Recuerdos fugaces de esa madrugada volvieron a mi mente mientras sentía la brisa fresca contra mi rostro. El dia había sido espantoso durante toda la mañana y parte de la tarde, así que cuando el Señor Na nos dijo que iríamos a ver el atardecer los cuatro juntos no esperé demasiado. Cuán equivocado estaba.

El cielo era una explosión de colores cálidos que se intensificaron gracias a las nubes. El sol brillaba detrás de estas dejando que sus rayos se esparcieran por el cielo. El reflejo en el agua completamente cristalina daba la ilusión de que se había vuelto de ese color y no podía dejar de ver asombrado el espectáculo frente a mis ojos sin maravillarme. Pero algo más magnífico que lo es estaba viendo era la forma en que Jaemin lo veía. El cabello castaño revoloteaba gracias a las ráfagas de viento y tenia la mirada perdida en el horizonte, tan ensimismado en su pequeño mundo que no veía cuán fascinante y perfecto se veía.

— Es hermoso ¿No es cierto? — la voz del Señor Na apareció rompiendo la pequeña burbuja en la que estaba y voltee hacia él.

— Si. — murmure mientras volvía la vista hacia el frente.

— Muchas personas no saben apreciar la belleza de un cielo nublado ni aunque lo tengan enfrente. — comentó mientras se sentaba a mi lado. De reojo vi como Nana se tensaba levemente pero aún así su mirada seguía fija en el horizonte.

No respondí, creí que el silencio sería suficiente para que la conversación casi unilateral terminara allí. El Señor Na pareció notarlo pero antes de levantarse y dirigirse hacia su esposa, quien estaba adentrada en el mar con el agua hasta las rodillas, agregó:— Espero que no seas esa clase de persona Jeno.

Lo vi alejarse, sin saber cómo tomarme ese pequeño comentario extra.

— No le prestes mucha atención, siempre ha sido así. — y por fin, después de lo que pareció una eternidad, la voz de Jaemin resonó en mis oídos y lo miré sonriente.

— Gracias por preocuparte por mi. —  reí mientras me inclinaba hasta chocar con su hombro y mis ojos se convertían en dos líneas.

— Quítate. — y aunque me alejó con su mano en mi rostro; vi la pequeña, casi imperceptible sonrisa en sus labios y como su rostro se relajó.

— Se que me quieres cerca, no te hagas rogar Na Jaemin. — el tono divertido en mi voz pareció enfadarlo, era divertido jugar con él.

El ambiente cambió completamente cuando, de repente, en un movimiento brusco giró su rostro hacia el mío y estuvimos frente a frente. Tan así que el aroma a menta de su aliento invadió mis fosas nasales. Abrí los ojos asombrados por su repentina acción y en ese instante lo noté, el también estaba jugando conmigo. La sonrisa arrogante y la forma en que levantaba su barbilla, simulando estar mirándome desde arriba eran la combinación perfecta para una expresión de superioridad.

Y le quedaba tan jodidamente bien.

— ¿Rogarias por mi? — interrogó con su voz unos decibeles más grave y ronca.

Mentiría si dijera que en ese momento no se cruzó por mi mente la idea de tomarlo por la parte trasera de su cabello y jalarlo levemente, demostrando quien tenía el control. Desgraciadamente sus padres estaban unos metros más lejos y no quería un malentendido.

Lo miré a los ojos, de la forma que tanto me había dicho que detestaba. Tratando de descubrir hasta el más oscuro y oculto de sus secretos. Me tomé unos segundos antes de responder, pensando en cuál podría ser la mejor respuesta.

— Seria capaz de congelar el infierno por ti. — replique mientras me acercaba un poco más. Volviendo la tension un poco más grande.

Soltó una risa falsa y sin abrir la boca, casi como una burla. Su mano se acercó hacia mi rostro y en el trayecto vi como sus ojos volteaban hacia sus padres, quienes estaban ajenos a la situación que sucedía a sus espaldas. De manera brusca y casi violenta, tomó mi mandibula entre sus dedos y apretó levantando mi rostro hacia su cara.

Inmediatamente sentí como el sonrojo iba hacia mis mejillas y las malditas mariposas en mi estómago revolotearon furiosas. Nunca creí que el muchacho que tenía en frente, tan escuálido y delgado, podría llegar a ser tan dominante. Y mucho menos que yo me sentiría tan sumiso ante sus acciones.

— Quiero verte intentarlo. — gruño sobre mis labios para luego dar un pequeño beso y soltarme de manera brusca. Luego sus ojos fueron hacia abajo y los seguí, asombrado de encontrarme con ésa vista, volví a verlo para solo tener en frente una expresión burlona y risa arrogante.

Luego se levantó mientras sacudía la arena de su ropa y se iba hacia donde estaban sus padres. Dejándome allí solo y con las mejillas demasiado calientes para volver a verlo a los ojos.

— Ja-Jaemin espera... maldita sea pequeño mocoso.

The Beach [Nomin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora