Jaemin.
Observé a mamá y mí corazón se estrujó. Estaba recostada contra el gran ventanal de cortinas claras que teníamos en la sala, con la mirada pérdida; tal vez admiraba las olas rompiendo contra la costa o el sol brillando contra la arena dorada. Quien sabe, era difícil adivinar sus pensamientos en el último tiempo. Ya no me observaba de aquella manera cariñosa como meses atrás ni acariciaba mí mejilla en un gesto maternal.
Y mí interior, con la esencia de un niño pequeño ante sus ojos sufría por aquello. Su indiferencia era tan hiriente y se comparaba con pequeños cuchillos clavándose en mí alma. No me hablaba y mucho menos me miraba, pasaba de mí existencia con una naturalidad aterradora, demasiado.
Papá nos llamó a ambos para almorzar y se formó un silencio tan espeso e incómodo en aquella mesa donde antes solíamos reír que quise llorar como un niño chiquito.
Moví la comida que se encontraba en el plato de un lado para otro, sin ánimo alguno de probar un bocado. Había bajado de peso en un corto periodo de tiempo y papá lo había notado pero no decía nada. Mis brazos estaban más delgados y los músculos que con tanto esfuerzo había ganado fueron historia, ahora frente al espejo solo había un muchacho delgado con la mirada siempre triste.
— Mañana vendrá Jeno, Jaemin. — y la vez que papá me había hablado ni siquiera se trataba de mí sino de aquel muchacho que ni siquiera recordaba su nombre por más de cinco segundos.
Nuestra familia estaba lo bastante rota como para que alguien más venga a padecer con nosotros pero al parecer el muchacho también tenía sus penas para llorar.
No respondí, solo me lleve un pedazo de carne a la boca y mastique con desgano. No estaba demasiado contento con la llegada del intruso a la casa pero había sido algo que debía aceptar, papá me gritó tantas cosas cuando me reuse a qué aquel pobre diablo se quedará aqui que aprendí a cerrar la boca. Pero nunca espere su reacción tan explosiva, ni siquiera consideré que podría arrojarme una lámpara, la cual se estrelló contra la pared sin golpearme; por poco.
Mamá desapareció por el pasillo y papá cayó en el sofá frente al televisor mientras que yo juntaba los trastes y los lavaba. Luego el sonido de la pequeña campana que había en el pórtico de la casa sonó y salí disparado de allí. Afuera estaba Mark, con su cabello negro despeinado y una sonrisa más cálida que los veranos de Hawái. La piel bronceada del chico canadiense brilló bajo el sol y revolvió mí cabello cuando me acerque a él.
— Sonríe un poco, Nana. — murmuró mientras estiraba las comisuras de mis labios hacia arriba. Reí ante eso y abrí mí boca para morder sus dedos.
— ¡Ni se te ocurra, Na Jaemin! — gritó mientras alejaba su mano de mí rostro y comenzaba a andar hacia la playa mientras bufaba.
— Voy a morderte la próxima vez, tonto. — murmuré observando su espalda ancha alejarse.
Seguí su paso desde atrás, como un cachorrito siguiendo a su dueño. Y cuando llegamos al lugar donde el mar se encontraba con la arena fina y blanca, mí corazón dio un salto cuando vi las dos tablas de surf clavadas en la orilla.
Hacia tiempo que mí corazón maltrecho no sentía algo más que la tristeza pero con aquel paisaje tan perfecto, con el agua que había tomado un color esmeralda, la arena brillante bajo el sol y las grandes olas; sonreí otra vez.
No había notado la presencia de Mark detrás de mí hasta que sus labios, tan suaves como se veían, se acercaron a mí oído y susurraron:— Sabia que esto te ayudaría a despejarte.
Empujé su rostro con mí hombro, sintiendo el sonrojó en mis mejillas por su cercanía repentina. Mark era así, había momento en que no le molestaba estar demasiado cerca de mí, como si fuéramos más que amigos y otros dónde, luego de sentir mi cuerpo rozando con el suyo, el pánico lo inundaba y parecía que mí presencia le generaba rechazo.

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The Beach [Nomin]
FanfictionNada conmigo, creo que puedo ver la playa. Se lo que está debajo, te necesito aquí conmigo. The beach - The neighbourhood