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Jaemin

El rostro de mi padre era un un muro inquebrantable, su expresión no había flaqueado en ningún momento; y sus ojos, su ojos no reflejaban nada mas que la tranquilidad de un hombre impune. Pero ambos sabíamos que el no lo estaba. La mano con la que sujetaba el papel tembló con violencia cuando intento dar un paso, arrugue la hoja entre mis dedos y mientras mis ojos se llenaban de lagrimas lo apunté.

—  Engañaste a mamá. —  susurré con la voz rota, mi cuerpo era un recipiente de emociones contenidas. Porque no sabia como reaccionar, mis manos temblaban por la ira acumulada que burbujeaba lista para destrozarlo; mientras que la voz se me quebraba de la angustia que estaba sintiendo. Y en el lapso que la persona frente a mi elegía las palabras adecuadas para contestar mi mente entro en un estado alejado de la realidad, la vista se me nubló por un momento y la acompaño la sensación ardiente de la bilis subiendo por mi garganta.

— Nana... — nunca me llamaba así, desde hacia tiempo que había dejado de utilizar el apodo cariñoso que mamá me había dado. Y dolió aún más saber que lo hacia solamente porque trataba de tranquilizarme para que exponga la verdad sobre el muchacho que ahora era mi hermano.

Intento, en vano, darme su versión de la historia. Pero no había nada mas que decir, Jeno y yo teníamos la misma edad y, por lo poco que sabia, ellos no se habían separado en ningún momento. Lo miré fijamente y, con lagrimas en los ojos, inspeccione su rostro. Era un idiota por no haberlo notado antes. Jeno era la viva imagen de mi padre; el mismo mentón, la misma curvatura de los labios y hasta la misma manera de pararse. Ni siquiera Jaehyun o incluso yo éramos tan parecidos a él, pero Jeno... Jeno era una copia exacta.

Y dolió, dolió como el mismísimo infierno asimilar el hecho de que la persona a la que tanto me había costado aceptar a amar por miedo a salir lastimado era mi hermano. La misma sangre corría por nuestras venas, biológicamente teníamos al mismo padre. Y fue tan perturbador pensarlo, la idea de estar enamorado irracionalmente de tu hermano sacudió mi cerebro y me dejo sin reacción.

Llore sin más.

— Nana, déjame explicártelo. — intentó una vez más, pero yo no quería explicaciones. Simplemente quería echarme a llorar mientras me abrazaba a mi mismo.  No había manera adecuada de reaccionar a algo así, nadie espera algo como esto.

Por un momento me sentí sucio y me odie a mi mismo. Todo lugar donde Jeno me había tocado alguna vez parecía arder y por un momento desee arrancar mi propia carne. Nunca me considere un creyente pero tenia la esperanza de ir al cielo luego de la muerte, estoy seguro que con esto me gané un lugar en las profundidades del infierno. 

Y al ver la mirada de mi padre entendí que el no comprendía mi reacción tan desbordada, porque podía estar herido por conocer la verdad; pero yo parecía al borde de la locura. Era un manojo de sentimientos de asco, repudio y dolor. En mi mente no paraba de preguntarme que había hecho mal para ser digno de tantas desgracias. Porque de verdad no entendía la necesidad del universo, Dios o lo que sea que acomodara los sucesos de su vida en causarle tanta desgracia. Era como un oleaje de grandes olas: la primera lo había tumbado y llevado al fondo, intento salir y llego otra, y para cuando creía estar por salir a la superficie otra aun mas violenta que las demás lo arrastraba de vuelta al fondo.

Me abrace a mi mismo en un intento de mantenerme unido, desgraciadamente las piezas que debían quedarse juntas no podían ser sostenidas por mis brazos.

Si existe un Dios; estoy seguro que debe odiarme.

 — Tranquilo Nana. — Papá intento abrazarme pero el grito que proferí cuando la palma de su mano toco la tela de mi remera en mi hombro lo hizo retroceder.

— ¡No me toques! — grité mientras sollozaba. — No me toques... 

La segunda vez fue mas un susurro lastimoso que daría pena de escuchar.

— Jaemin, entiendo que... — intento decir pero no quería escucharlo.

— No, no lo entiendes. — negué mientras me temblaba el labio. — No puedes entenderlo.

Y me miró directamente a los ojos. No reconocí a mi padre. Esa figura paterna que de niño había existido se había esfumado, enfrente de mi había solo un hombre lleno de mentiras y engaños. Y dolió entender que el causante del inmenso dolor que estaba sintiendo era alguien que se suponía debía cuidarte y protegerte ante todo lo demás. Ese hombre que alguna vez me había acunado en sus brazos hoy deseaba con toda mi existencia que desaparezca de mi vida.

Jaehyun había resquebrajado mi corazón, papá lo había terminado de romper.

Pero lo que fue la gota que termino de rebalsar un vaso que hacia mucho debía haber derramado agua fue cuando susurró un "No se los digas". Después de ver el daño que estaba causando en mi y lo cerca que estaba al colapso ni siquiera intento seguir justificándose. Y lo vi en sus ojos, no le importaba como yo me sentía, no le importaba en lo absoluto. En es momento comprendí que siempre había sido un obstáculo en su vida, que realmente no me amaba y que solo había sido el que lo había anclado a quedarse con mamá. Esos pequeños recuerdos cobraron sentido, él llorando frente a la foto de una mujer y un niño tuvo sentido. 

Si el me había herido, ¿Por qué yo no podía hacerlo?

— Me das asco. —  masculle, eso lo tomó por sorpresa. —  Fuiste tan poco hombre que no solo le fuiste infiel a mamá sino que no tuviste el valor para decir la verdad y hacerte cargo de tus errores.

— Jaemin. — murmuró en tono de advertencia pero yo ya estaba tan hastiado como para quedarme callado.

— Perdiste a un hijo pero ¡Eh! había otro para ocupar su lugar. — lucia completamente desquiciado, lo sabia por la mirada de mi padre, pero para este punto poco me importaba. — Jaehyun esta muerto por tu culpa y lo sabes, pero claro que no te importó, tenias un repuesto por ahí.

No podía parar de llorar mientras habla, incluso me costaba tragar la saliva que se acumulaba en mi boca. Se sentía como un veneno que cada vez que paraba para hablar debía tragar para seguir escupiendo todo el odio y dolor que llevaba dentro. Papá solo se limitaba a verme con la mirada tan vacía que no sabia que rayos pasaba por su mente y tampoco me importaba.

—  Te odio. —  murmure luego de un largo rato de pensar lo que diría a continuación. Tenia los ojos llenos de lagrimas, el labio temblando y los puños apretados cuando lo dije pero fue lo más real que había dicho.

No respondió, era muy hipócrita de su parte hacerlo. Solo se limito a verme mientras caminaba hacia la puerta con el cuerpo temblando, la mente perdida, el alma desecha y el corazón hecho pedazos. No lo miré cuando pase a su lado pero sentí sus ojos sobre mi nuca. Giré el pomo de la puerta y tire de esta, y cuando tenia medio cuerpo fuera de la habitación pensé que el infierno ya se había desatado así que no estaría mal hacerlo arder aun más.

—  Y sabes que...  — dije mientras miraba por sobre mi hombro, fijo su vista en mi y el silencio se extendió, animándome a terminar de hablar.  — Tu hijo Jeno folla como los Dioses, puedo darte fe de eso papá.




The Beach [Nomin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora