Capítulo 06: Marca

3.3K 525 117
                                    

Capítulo dedicando a: Akane_Akiko16, por seguir esta historia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo dedicando a: Akane_Akiko16, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

Advertencia: ligera insinuación sexual, no llegando al coito.

Su parte animal había respondido indirectamente ante las provocaciones de la oxitocina en el cuerpo de Hinata

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su parte animal había respondido indirectamente ante las provocaciones de la oxitocina en el cuerpo de Hinata. En algún punto del recorrido el más bajo ya estaba recostado sobre el futón, completamente rojo y teniendo que intentar regular su respiración.

No, no, no. Su mente se estaba nublando, se sentía vulnerable. No era la primera vez que eso le ocurría, en las etapas de su celo también se ponía así.

Su respiración estaba agitada, su piel ardía y su cuerpo reaccionaba ante cualquier pequeño estímulo, incluso la brisa entrando por la parte baja de la ventana cerrada lograba erizar su cuerpo. Se delineaba él solo, rodaba un poco para quedar completamente recostado del lado derecho, ante la mirada agitada y jadeante de Kageyama. Sus pupilas se cruzaron por unos breves instantes, y Shoyo no pudo evitar escapar un gemido honesto, tan largo y real al intentar ponerse de pie para hablar con él. Al final, el diminuto rastro de descargas eléctricas le impidieron moverse.

Su parte baja se había puesto en algún punto extraña, estaba dura y sentía que moriría en alguna ocasión. Tenía la necesidad instintiva de colocar su propia mano abajo, para complacer a su lado salvaje que poco a poco iba despertando, pero se contenía, aferrándose con fuerza contra las mantas y apretando sus puños, luchando contra eso. ¡No quería que Kageyama lo viera hacer eso!

Kageyama también pensaba algo similar, ya que se contenía fácilmente a pesar de que se notaba a kilómetros su abultado miembro entre sus pantalones. Él realizaba esfuerzos enormes para apartar la vista y tratar de huir de los ojos ansiosos de Shoyo, que sólo querían que cualquier persona, fuera quién fuera, complaciera hasta el fondo cada uno de los detalles que tenía su delgada figura esbelta.

—¿No... me marcarás? —preguntó Hinata con torpeza, jadeando hasta el tope y teniendo que aferrarse a las sábanas al tocar con sus cortos pantalones su piel desnuda. Se erizó.

Tobio frunció su ceño ante esa afirmación, siendo algo real, algo serio y algo de lo que no podía huir. Pero aun así no quería hacerlo. El destino quería jugar en su contra, quería correr para golpearlo y desaparecer demasiado lejos.

Tobio Kageyama no quería una pareja, no buscaba lo que algunas personas buscaban, no estaba interesado en el amor y ese punto de mira que muchos tenían en la adolescencia no era su fuerte. Él sólo quería jugar al voleibol, él sólo quería tener ojos para el voleibol. ¿Desde cuándo su destino ya estaba dictado, teniendo que unirse a alguien al que realmente no amaba?

Las preguntas por unos segundos se disolvieron, al arrastrarse a gatas para quedar arriba del pequeño Omega que se retorcía de placer en un juego un tanto indecente. Kageyama no era una persona con un instinto muy desarrollado, al ser un Beta, lo máximo que podía sentir era cierto placer, pero no llegaba a ceder demasiado como lo haría un Omega.

Tal vez por eso su mundo se detuvo, dejó de girar, a pesar de estar corriendo a una enorme velocidad. El rostro agitado de Shoyo lo dejó mal sin mucho esfuerzo, su ojos estaban casi cerrados, sus mejillas rojas y sus labios que no eran tan delgados ni tan carnosos se abrían de vez en cuando para dejar escapar grandes bocanadas de aire que se volvían gemidos sonoros en la habitación. Tobio por fin pudo notar lo expuesto que estaba ese chico de hebras naranjas, olvidando por completo la situación en la que estaban.

Olvidó por completo todo: incluso su propia condición bien regulada. Sabía lo que pasaba a continuación, se lo habían enseñado en la escuela y lo habían obligado a no dormirse durante esas clases. Se indicaba para que la unión fuera eterna de forma artificial, el que recibiría la marca tenía que atrapar un impulso potente de parte del otro: quizás una caricia, quizás un toqueteo, quizás algo un poco más fuerte (no permitido, por cierto), pero tenía que ser algo.

—Kageyama... —Jadeó su apellido, agitado y cegado por sus propias emociones. Sus manos intentaron buscar a tientas los brazos ajenos, sólo logrando atraparlos tras hacer un esfuerzo porque éstos estaban a sus costados, impidiendo que huyera, aunque tampoco podía huir.

—Lo siento —aludió en un susurro, creyendo de cierta forma que lo estaba lastimando, sin saber exactamente por qué.

Los Betas no tenían parejas destinadas, así que no se preocupaba demasiado, pero al ver a Hinata, siendo un Omega, sabía que en algún otro lado, está, estaba o estará alguien que realmente estuviera unido a él. Su verdadera alma gemela.

Kageyama Tobio sólo era alguien unido a él de forma artificial, pero pudo sentirse lleno de vida cuando la mano de Hinata, temblorosa e inexperta, se aferró a su brazo.

—Yo también lo siento. —Se disculpó el menor, cegado un poco, estirando su cuello para dejarlo más a la vista. Una parte dentro de él le exigía que lo marcara.

Los dos se disculparon, y no era porque el odio un tanto irracional e inmaduro que sentían por el otro se disolviera. No, no, no. Simplemente era porque ambos se habían dado cuenta que realmente alguien no merecía que su futuro ya estuviera decidido en algo tan complejo como los sentimientos.

Tobio acarició con una de sus manos la mejilla ajena, logrando atracar suspiros de la pequeña boca del otro. Eso por poco y lo tentó de forma inmediata, pero pudo controlarse, siguiendo con el tacto entre sus manos, rodeando la nívea piel ajena en esa diminuta parte y acercando su boca abierta al cuello desnudo de Hinata.

Sus dientes se enterraron en su piel, Shoyo dejó escapar un grito de dolor y se aferró como un impulso al cuello de Tobio con sus delgados brazos, aferrándose a él tan fuerte que ni siquiera sintió la punzada en su pecho por el rompimiento de la unión entre su verdadera alma gemela. Hacía un año atrás también había tenido el mismo dolor en el pecho, pero esa vez llegó con menos fuerza.

Al menos sabía que su verdadera alma gemela era un año mayor que él.

Pero tampoco era como si le importara. Tobio había reclamado su carne, y después se alejaba rápidamente de ahí, observando entre sus pupilas azules la marca de sus dientes en el cuello.

Al menos ya estaba hecho esa parte. Quedaba resignarse.

 Quedaba resignarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Destinados [KageHina] | Omegaverse \ En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora