Fernando, despierta en el vacío de la nada, solo para que momentos después apareciera una pantalla con una barra de carga, que aventuras vivirá, descúbrelo.
No me pertenece nada, salvo la historia, créditos a sus respectivos actores.
En un orfanato de New York se encontraba un niño sentado en los raises de un gran Manzano, este niño era especial, no era como otros, no jugaba en vez de eso leía su siempre presente libro, además este niño se podía decir que era un niño genio, a los pocos años de su corta vida había podido graduarse de secundaria con el más grande promedio, pero sin embargo no todo era color de rosas.
-Devuélvelo- dijo aquel infante a unos niños mayores.
-Ohhh, claro su excelencia, pero antes ruega- Dijo el mayor de todos, el niño tenía aproximadamente unos 14 años, el niño en si era obeso y para terminar la fachada de bravucón se llamaba Fred.
-No devuélvelo es mío, Madre María me lo dio- dijo mientras trataba de alcanzar el libro, pero fallando en el intento.
-JAJAJAJA, miren como brinca el camarón- Dijo mientras se reía junto su pandilla.
El niño resignado empezó a llorar de resignación, ya que de por si era pequeño para su edad, pero lo que más le dolió era que estaba indefenso, desde que empezó esta nueva vida solo a sido pisoteado, siempre era el quien estaba en el extremo receptor, cuando empezó a mostrar su gran conocimiento los demás niños del orfanato empezaron a tenerle envidia, ya que el era el favorito de las Madres que organizaban el orfanato, o que era el quien siempre llamaban para poder adoptarlo, solo para que el negara tal privilegio que otros desesperadamente deseaban.
Mientras el chico estaba sumido en su miseria, no noto como una de las madres que se encontraban en turno se acercó a su posición.
-¡¿Pero qué están haciendo?!, déjenlo y vallan a jugar a otra parte- dijo la Madre mientras arrebataba el libro de las manos del niño mayor.
-Tch..., no siempre podrán ayudarte camarón- dijo el mayor mientras se iba con su banda.
-Fernando, estas bien esos groseros no te hicieron nada verdad- dijo amablemente la Madre mientras esta le entregaba el libro al niño.
-No pasa nada Madre Caren, Solo estábamos jugando- dijo Fernando, mientras se limpiaba las lágrimas con sus mangas.
La Madre Caren era una joven de unos 19 años de edad, de una altura de unos 1.75 metros, con una cara redonda, piel pálida, tenía un hermoso cabello de color blanco el cual lo llevaba suelto, tenía unos hermosos ojos de color miel, llevaba puesto una túnica de la iglesia que ocultaba gran parte de su bien desarrollado cuerpo, junto con unas botas de cuero negras, ella sin saberlo era el primer amor de muchos de los niños del orfanato, y Fernando no era la excepción.
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-Cuando ellos traten de intimidarte diles a alguna de nosotras bien- dijo tranquilamente mientras acariciaba la cabeza del niño.
-Eso hare Madre Caren- dijo mientras trataba de ocultar el obvio sonrojo.
