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Las clases pasaban con tranquilidad y todos atentos en el aula hacían la actividad que madame Mendeleiev tenía proyectado en el pizarrón.

Una concentrada azabache sintió vibrar su celular y con precaución lo sacó por lo bajo para ver de que trataba.

Grande fue su sorpresa al ver que era un mensaje de Kim.

"Ayuda, Max, urgente, porfavor, vernos, después"

Era el mensaje que más bien parecía un telegrama antiguo, donde se moderaban las palabras para que no fuera costoso el envío.

Ella rodó los ojos y no abrió el mensaje, sabiendo que si lo abría, tendría que escribir una contestación.

Seguro quería que le pasara el ejercicio ya que Max no estaba para pasárselo.

-¡Kim Chien Le. Trae el celular, ahora!

Marinette palideció al saber que había sido descubierto quien le estaba enviando mensajes, sabiendo que podía generarle consecuencias a ella.

Nah, no le había contestado.

El chico con su cabeza gacha se levantó y tropezando con la mochila de Iván, cayó al suelo haciendo que el celular desbloqueado en el contacto de Marinette, cayera sobre la alfombra a los pies de Chloe.

-¡Esta hablando con Dupain! Apenas lleva un día con Adriboo y ya habla con otros chicos.

La azabache la miró con enojo, estando por contestar hasta que la voz de la maestra interrumpió.

-Chien Le, con el director. Marinette, no sea infiel.

La ojiazul sintió la mirada fija de su amado, dando una sonrisa nerviosa al ver como estaba entrecerrando los ojos.

¡Ni siquiera le contestó!
.
.
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La clase finalmente había acabado y todos salían del salón dispuestos a ir al receso.

Marinette empacando sus cosas estaba por acercarse donde Adrien, esperando que no estuviera enojado.

El por el contrario comenzaba a imaginarse con enojo todo lo relacionado con Kim.

No tenía por qué enojarse con Marinette, ella podía hablar con quien quisiese. El problema era la persona del copete gigante.

¡Agh, ¿Por qué sentía mucho enojo sin razón?!

Cuando menos se dió cuenta, el antes pensado se había interpuesto frente a ella con una mirada llena de desesperación.

-Kim, ¿Qué sucede? ¿Para qué me enviaste mensaje?

Preguntó la chica que estaba por ir donde Adrien, la cual fué interceptada por el de rojo.

Él de la nada le extendió un pantalón y esta lo tomó extrañada.

-Es de Max, lo rompió. Lleva dos horas en el baño. Arréglalo porfavor.

Habló agitado mientras se recargaba del hombro de Adrien que había relajado su ceño, sintiéndose algo culpable de haberse enojado.

Ella no tuvo otra opción más que asentir, sacando sus respectivos instrumentos, mirando ir al deportista a hacerle compañía al intelectual.

Finalmente Adrien y Marinette quedaron solos en el salón, en un silencio extraño.

-Yo... perdón por pensar mal. No debí desconfiar.

Con sus palabras atrajo su mirada azul, dándole una sonrisa, levantándose a juntar su frente con la de él.

-Adrien, tenemos que confiar el uno en el otro si queremos que esto funcione. Tu sabes que yo no tengo más ojos que para ti.

El asintió mientras la tomaba de la cintura en el salón desierto, dándole un beso corto en la frente.

-Yo no podría imaginar estar con otra persona que no seas tú.

Ella poniéndose de puntitas, intentó alcanzar los labios de Adrien, que enternecido por la acción, bajó su cabeza y la besó largamente.

-¿Ya esta el pantal... ¡Ahh, echenles agua!

Continuara...

Solo fue un beso Kim, no tienes por qué gritar.

Viva el Adrinette, es todo lo que tengo por decir.

En fin, disfruten.

A La Medida (Abril Mes Del Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora