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Con sus cerebros cansados, ojos arenosos y estres post-examen, todo el grupo de Marinette salía en fila del aula, con sus maletitas en mano y con un sentimiento de haber reprobado inmenso.

Finalmente la salida desestresante les llegaba como brisa fresca, excepto para los que se quedaban a clases extra.

Marinette escondida desde la ventana de un salón, miraba los segundos pasar en su celular con fervor.

El profesor de esgrima era puntual gracias a su código de caballero, por lo que si no llegaba en el próximo minuto, significaba que ya no iba a llegar.

Una tarde libre para ellos solos.

Casi por telepatía, la pareja estaba en una preocupante cuenta regresiva.

Los últimos 5 segundos finalmente estaban en el conteo. Un instante más y serían libres.

5... 4... 3... 2... 1.

-Estan libres. Salgan. El profesor está en Tailandia atendiendo unos asuntos.

Les dijo el portero dándoles salida, haciendo que una corriente de emoción los recorriera a ambos.

-Boginette, estoy libre.

Gritó corriendo y quitando su casco, en dirección a la azabache que salía de su escondite, atrayendo algunas miradas burlescas de algunos compañeros.

Casi voló al buscar su maleta, para después tomar la mano de la azabache y salir saltarín junto con ella, totalmente emocionado.

¿Quien no se emocionaba al ir a una panadería llena de pan? Ese iba a ser su paraíso.

-Vamos a la panadería ¿Vienes?

Preguntó la pareja con una sonrisa a Kagami que también iba saliendo de la escuela mientras ella negaba.

-Gracias, pero ya tengo planes.

Dijo con su semblante relajado mientras tomaba la dirección contraria, evitando ser un mal tercio.

Ellos asintieron y se despidieron con la palma, para caminar entre juegos y risas en dirección a la panadería, mientras que Kagami los miraba irse con una herida ya sanada.

Era una lástima que él no fuera su alma gemela, pero era lindo ver que al menos el había encontrado la suya.

Ellos por el contrario iban en su mundo.

Jugueteando con sus manos entrelazadas, empujando los costados de sus caderas el uno con la otra, haciendo que salieran proyectados a sus lados, en un juego infantil que los hacía carcajearse a ambos.

Sabine solo vio llegar a dos exhaustos chicos sonriendo felices, recibiendo el guiño de su hija, señal para pasarle secretamente la caja de los croissants favoritos de Adrien, que había pasado la mañana haciendo.

La mujer al ver como el chico le daba un abrazo largo decidió dejarlos solos en la sala.

El retiró el mechón de cabello de sus mejillas y las presionó haciendo que ella hiciera un puchero gracioso.

-Te amo.

Le dijo con una sonrisa cerrando los ojos para besarla, hasta que en lugar de tocar los labios de ella, su beso fuera para una textura que el conocía a la perfección.

-Es... un... ¡MACARON! TE ADORO.

Le dijo dándole vueltas sonriente, comiendo de un bocado lo que venía deseando desde la mañana.

Ella le entregó la caja y este sonrió agradecido de que la vida lo quisiera tanto, como para que aún después de hacer que el haya encontrado su alma gemela, supiera cocinar así de bien.
.
.
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Nervios, pena y dolor. La maestra entregaba las calificaciones con una sonrisa de satisfacción.

-Nadie aprobó, por lo que aplicaré denuevo el examen. La calificación más alta fue 5 y fue de Nathaniel.

El chico solo miró con espanto como se había quedado dormido y sin querer al pasar a traer el lápiz, había contestado una que otra respuesta.

-Por esta calificación vas a ir a las olimpiadas nacionales.

Por primera vez, el pelirrojo sintió su estómago frío.

El chico miró a un lado y se encontró con la mirada de enojo de Max, pues oficialmente le había robado el título de "el listo del salon"

Continuara...

Aveces así pasa.

Resulta que por usar calculadora ya te mandan a los concursos. Me pasó en la prepa.

Ojalá les haya gustado.

En fin, disfruten.

A La Medida (Abril Mes Del Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora