Capítulo 21

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Una mañana llegó a los pies de los escalones del porche de su casa un joven de dieciocho años muy peculiar, su cabello verde lo hacía terriblemente llamativo y su porte le daba un aire de extraña madurez. El viejo, que se encontraba en la máquina de lijar justo en su porche, dejó lo que estaba haciendo al sentir la fuerte presencia del joven.

-¿En qué puedo ayudarte, muchacho?

-Me dijeron que aquí puedo afilar mis espadas -posó sus manos sobre sus espadas.

Adán se quitó la careta y el mandil, descubriendo su encorvada y arrugada figura, sorprendiendo al joven por ser ciego y dedicarse a un oficio que requería de un excelente pulso y una buena vista, ya que muchas de las herramientas eran afiladas o producían fuego. Le pidió en un gesto con sus manos encalladas, huesudas y temblorosas que subiera hasta él. El chico le entregó una de sus espadas, la más dañada.

-La verdad es que muy pocas veces han traído espadas para ser afiladas a este lugar. Como habrás podido notar es un lugar muy tranquilo -de pronto, sintió un aura muy fuerte. Señaló hacia donde sintió la energia- tienes una espada muy extraña ahí.

Dejaron las tres espadas en la mesa donde tenía productos para pulir y las examinó.

-Déjame ver que puedo hacer con ellas, seguro me tomará algunas horas. ¿Por qué no te vas al pueblo a dar una vuelta en lo que yo trato de arreglarlas?

-Estaría bien, pero no puedo andar sin espadas, pierdo el equilibrio. No me molesta esperar.

El anciano le hizo un gesto con la mano de que esperara y de un gran bote que estaba al lado de la mesa sacó dos espadas, igual dañadas, aunque no tanto, y se las entregó con movimientos muy lentos, propios de su edad; naturalmente, solía recolectar diversas cosas de diferentes metales para usarlos en sus trabajos. A pesar de lo anciano que se veía y su ceguera al joven no le pudo dejar sus preciados tesoros con él, tenía buen ojo para la gente confiable.

-¿Hacia dónde me dirijo para ir al pueblo?

-No te preocupes. Mi hija ya tenía el encargo de ir por víveres y unos materiales, ella te mostrará el camino. ¡Ninfa!

En eso sale _______ por un lado de la casa con una capa puesta y una canasta en sus manos. Sus ojos conectaron con los del muchacho y en ese instante se hicieron unas explosiones de emociones dentro de los dos que no tenían nombre. Se quedaron ridículamente quietos viéndose el uno al otro sin saber qué decir. Adán se percató de la romántica atmósfera y no pudo evitar sonreír.

-Hija, este joven -cayó en cuenta de que no sabía aún como se llamaba-. ¿Cuál es tu nombre?

-Zoro, Roronoa Zoro -le respondió rápidamente sin apartar la mirada de ella.

-Un placer. Adán, un servidor -y volvió a dirigirse a su supuesta hija-. Zoro irá al pueblo a dar una vuelta. Por favor guiálo y tráelo aquí de vuelta en un par de horas.

La chica asintió y se acercó al pie de los escalones esperando a que Zoro bajara. Una vez estuvieron juntos él le cedió el pase con un honorable gesto de mano para que ella le mostrara el camino.

***


Anduvieron buen rato a paso lento por los senderos, no hablaron en todo el trayecto, sus almas estaban cargadas de excitación. Él estaba asombrado por lo que la chica le estaba provocando, definitivamente no era ese tipo de hombres que se dejaban llevar tan deliberadamente por sus emociones, de hecho, nunca había tenido estas emociones; el contacto que llegó a tener con mujeres nunca fué más allá de lo físico, pero ahora tenía frente a él una mujer en extremo bellísima y con una vibra que le provocaba tomarla para hacerla suya hasta la muerte. Ella por su lado no dejaba de darle vueltas en su cabeza que el gran "Cazador de piratas" probablemente estaba experimentando las mismas sensaciones que ella; ya antes había escuchado hablar de él, después de ser durante casi toda una vida Agente del Gobierno y Marine algunas costumbres se mantuvieron, como en este caso, la de estar siempre informada de todo en cuanto a personas de relevancia se respecta: la nota del periódico amarillista que leyó alguna vez sobre el chico no generó la gran cosa en ella, pero ahora era terriblemente consciente de él.

NINFA (rosinantextu)(zoroxtu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora