Capítulo 46

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La Guerra de la Venganza los había dejado exhaustos y con sus espíritus caídos. No perdieron del todo, derrotaron a algunos integrantes de la banda de Kurohigue, pero éste tenía los poderes de las dos frutas más fuertes de todos los mares y sus subordinados habían comido también frutas muy extrañas. Sin embargo no consiguieron tal cual lo que querían: asesinar a Kurohigue, y ellos también se ganaron algunos nakamas muy malheridos. No perdieron del todo, tampoco ganaron del todo.

Había algo que el ser humano no podría destruir jamás, a despecho de su irrazonable deseo de destrucción, y ese algo era su propio idealismo, esa parte que integraba su mismo ser. Los ancianos y los arrogantes podían inventar las guerras, pero los jóvenes e idealistas eran los que las luchaban y, por lo tanto, sobrevenían reacciones rápidas, impulsos ciegos que no eran comprendidos del todo. Los humanos podían injuriar mientras asesinaban y, no obstante, llevar a cabo gloriosas hazañas, sacrificándose a sí mismos, dando la vida por otros; los virtuosos escritores de historia mojaron sus plumas en sangre y, sin embargo, ni aún así escribieron acerca de la muerte, sino de la vida eterna; fuertes y sólidas amistades podían nacer y durar, ante el enemigo y la destrucción. Y tan persistente era esta urgencia de ideal, por encima de todas las cosas, frente a un gran desastre, que la humanidad, a pesar de su tendencia a destruir la hermosura, se veía obligada a esforzarse en la creación de nuevas hermosuras, nacida del sentido de su propia desolación. Esta urgencia tocó el alma pirata de Marco.

Porque el alma pirata estaba fuertemente sostenida por los sueños, por los anhelantes deseos que caminaban junto con la obscura trayectoria del tiempo. Dentro de ella se guardaba un vago descontento, así que, por siempre, tenía que continuar su búsqueda. Conducido por alguna atracción oculta, despierto como por algún impulso irresistible, completamente fuera de los dominios de su propia consciencia, muy probablemente debido a la atrayente naturaleza ninfa de la joven, Marco se volvió, con toda fe y todo deseo, hacia _______.

***


No todos los comandantes tuvieron la misma suerte que Marco en cuanto en quién apoyarse en su desolación. Desde la Guerra en la Cumbre Izo se había mostrado en extremo deprimido e irritable, su sed de venganza lo tuvieron fuera de centro, al grado de comprometer en varias ocaciones la batalla contra Kurohigue. No hablaba con nadie a pesar de los esfuerzos de sus nakamas por mantener una cercanía con él. Extrañaba a su padre y se sentía culpable por haberle fallado salvando a Ace y por no poder destruir a Kurohigue. La pena daba vueltas a su cabeza una y otra vez, hundiéndolo en la bebida y en la soledad.

Una mañana en el barco que consiguieron para navegar como remplazo del Moby Dick, mientras los comandantes desayunaban, _______ reparó en su ausencia y se lo comentó a Marco, quien comía a su lado. Ellos dos junto a Fossa y Kingdew en su búsqueda, se acercaron a la puerta del camarote de Izo y tocaron pero no obtuvieron respuesta.

-No lo percibo con mi haki -dijo Kingdew un poco preocupado.

Entonces entre él y ______ golpearon fuerte la puerta. La chapa estaba húmeda y podrida con el tiempo así que cedió de golpe y la puerta se abrió hacia adentro.

-¡No entren! ¡No miren!

Pero los tres hombres la siguieron hasta el interior.

Estaba tan ordenado, tan asombrosamente ordenado para haber sido limpiado por Izo, que siempre había sido tan desordenado, que siempre había tenido un desastre en todo el lugar, con su persona extrovertida, desmañada y sus queridas pistolas, que siempre había sido la desesperación del resto de sus nakamas. Tan sólo una o dos gotas de sangre en el piso, tan sólo un delicado y pequeño orificio, en su costado izquierdo. Debió haber hecho fuego hacia arriba, con gran pulso y acierto.

NINFA (rosinantextu)(zoroxtu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora