Capítulo 13

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Narra Nico:

Se besaron. Delante de mis narices. Cuando sólo quise acercarme para hablar. Nada más.

Me irritó la actitud de Isabela desde que decidimos "hacer como que no pasó nada".

Claro que pasó. Y eso no se borrará jamás. Querrás tapar el suceso, y no contarlo ni pensarlo. Pero en la mente siempre quedará grabado. Por mucho que quisieras decir que no.

No entendí por qué lo hizo. ¿Por rencor? ¿Por celos? ¿Para joderme? Contuve las ganas de ir hacia ella y separarla de aquel baboso.

¿Por qué teníamos que estar así? Solo quería dejar ese juego que ella sola se estuvo creando. Pero no todo se quedó ahí.

En distintas ocasiones intenté acercarme o hacerle alguna señal, pero sólo se acercaba más y más hacia él.

Eso si que empezó a irritarme.

Se estuvo restregando a él hasta que yo dejé de mirar. Hubo un momento en el que cruzamos miradas. Ella y yo. Lo malo es que no me transmitió nada esa mirada. Quizá frialdad. Distancia.

Me apoyé en la barra, con los dos brazos, y volví a mirar hacia ellos, pero ella ya no estaba.

Giré la vista y me fijé en la chica que tenía al lado. Estaba muy buena. Era alta, delgada y el pelo negro le llegaba hasta el culo. Se puso a bailarme, rozándome su entrepierna mientras yo seguía con los brazos apoyados en la barra.

Bebí un trago de mi copa sin quitarle la vista. Me sonrió y se relamió los labios. Solté aire por la nariz a la vez que sonreía sin enseñar los dientes.

Se movía bastante bien.

Se acercó a mi y dejé de mirarla. Miré hacia mi izquierda y entonces la vi. Estaba pidiendo otra ronda en la barra. Para ella y para el baboso.

Levanté mis brazos de ahí, me giré y apoyé la parte baja de mi espalda contra la barra.

La chica de antes se tomó la libertad de pegarme su culo contra mi.

Bajé la mirada y me quedé mirando lo que estuvo haciendo.

Su objetivo era ponerme igual de duro que estaba ella, pero solo pude mirarla con suficiencia.

Giró su cuerpo. Con sus manos me acarició de arriba abajo hasta llegar a mi nuca. Intenté apartarme para evitar ese acercamiento pero, antes de conseguirlo, estampó sus labios con los míos.

Me alejé rápidamente, miré hacia su mesa y me apartó la vista sin dudarlo.

Aquella chica se me volvió a acercar hasta que la aparté de mi camino. Seguí hacia adelante, empujando a todo el que se me venía delante y salí por la puerta.

Tenía los nervios a flor de piel. Por la tía que no me dejaba respirar y por lo que pudiera pensar ella. Isabela.

Subí al coche lo más rápido que pude y volví a casa.

Nada más llegar, subí a mi habitación y me tumbé. La cabeza me daba vueltas y necesitaba respirar.

Me quedé pensando en lo que acababa de pasar. En todo.

Desde que nos conocimos hasta ese día. Y tuve aún más claro que todo se torció desde que nos acostamos.

[...]

* Una semana después*

Cada vez que tenía que entrar en mi casa, miraba para ver si las luces de la casa de Bela estaban encendidas.

Mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora