—¿Estás emocionada?
Asentí mientras terminaba de recoger la cocina. Layla y yo comimos con mis padres y conté lo del viaje, para que lo supieran, pero ya lo sabían. Celine lo contó en la cena que tuvieron, muy contenta.
—Vuestro primer viaje juntos —sonrió y la miré con una sonrisa, volteando los ojos —. ¿Será también como pareja? ¿Quién sabe? Todo podría pasar.
—Pareces una fan. Fantaseando con que sus artistas favoritos por fin se declaren y vivan una vida juntos por el Caribe.
—¿Por qué el Caribe?
Me encogí de hombros.
—No sé. Es lo primero que se me ha pasado por la cabeza.
Agarró una fresa de la nevera y le dio un mordisco.
—¿Cuándo os vais?
—Pues, creo que la semana que viene —se sorprendió.
—Y parece que fue ayer cuando te lo dijo —suspiró.
Volteé para mirarla y solté una risa, pensando que no lo decía en serio.
—Es que fue ayer.
Terminó de comerse la fresa que tenía en la mano y tiró la hoja que sobraba.
—Bueno... —me miró con una sonrisa maliciosa —, creo que me merezco un día de relax, ¿no crees?
Me giré expectante y alucinada con lo que acababa de escuchar.
—Acabas de volver de un viaje. ¿Qué más relajación quieres? —me reí.
—No es ese tipo el que quiero —la miré, incrédula —. Bueno, sí, pero... ¡haciendo un día de chicas!
Celebró aquellas palabras tan alto que, mis padres desde el garaje de mi querida vecina, Edin, la escucharon.
—¿Otra vez de compras? Me vas a arruinar la cuenta del banco.
—Ay querida, suelta un poco más de emoción por tu mejor amiga que ha conseguido reserva en el balneario para ese masaje con arcilla —meneó los hombros, aún celebrándolo.
Desde que nos dimos aquel masaje por primera vez por mis "quince primaveras", cómo lo llamaba ella, no había podido dejar de pensar en él.
—No jodas —solté —. Si es súper complicado coger fecha.
—Tengo la reserva desde hace meses. Mejor tarde que nunca —me guiñó un ojo.
[...]
Metí las piernas lentamente, dentro de la piscina caliente que había junto al jacuzzi.
—¿Seguro que esto tan caliente es bueno para la piel?
Antes de que pudiera contestarme, se volteó y empezó a reírse a carcajadas. Fruncí el ceño, confusa.
—Es qu... Est... Tien... —no podía terminar siquiera una frase.
Esperé a que controlara esa risa mientras nadaba hacia unas tumbonas dentro del agua, hechas con azulejos de piscina, para poder sentarme.
—Te ves ridícula con el gorro.
Ah sí, se me olvidó mencionar que tuve que pagar tres dólares por el dichoso gorro que se me olvidó traer.
Sonreí malévolamente, y fui a por ella para atacarla en el agua. La gente nos miraba muy raro, pero, si tuviera que estar pendiente de todo lo que las personas juzgaban, nunca sería capaz ni siquiera de salir a la calle.
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Mi vecino
Romansa- Deberías darte cuenta de lo que haces antes de ponerte a juzgar con lupa a los demás - me miró furiosa. - ¿Y qué querías que hiciera? ¿Fingir que no pasaba nada cuando en realidad te miraba y solo era capaz de recordar aquel momento? - elevó los...