— Ya estamos aquí — dije en alto para que mis padres y Malena me escucharan.
Subí escaleras arriba para llegar cuanto antes a mi habitación y cambiarme de ropa. Media hora antes de irnos, a los chicos se les ocurrió la brillante idea de tirarnos a Layla y a mi a la piscina, y la ropa no se terminó de secar del todo.
Yael me siguió y dejó la puerta abierta para que entraran mis padres.
— ¿Qué tal os lo habéis pasado?
Me giré mientras me ponía unos pantalones secos.
— Muy bien.
— Sobre todo de madrugada — soltó Yael mirándome fijamente con una sonrisa pícara.
Le devolví la mirada para que se callara.
— ¿Qué hicisteis de madrugada? — preguntó mi padre con el rostro fruncido.
— Jugar en la piscina, lo típico.
— Sí. Bela se subió encima de Nico — enfatizó esa frase —, y yo de Seth para ver quién tiraba antes a quién, ¿verdad? — dijo rápidamente mirándome.
— Ah, ¿estuvo Nico? No nos dijiste que iba — se interesó papá.
Asentí mientras me ponía la camiseta.
— No lo sabía — le respondí.
Mis padres se fueron y yo me quedé a solas con Yael. Solo tenía ganas de echarlo de mi casa en ese momento.
— ¿Qué es lo que pretendes? — susurré nerviosa para que los demás no me escucharan.
— ¿Qué quieres decir? — me respondió burlón.
— No te interesa nada de lo que haga con mi vida.
— ¿Ahora no? Pensaba que nos lo contábamos todo — se sentó en el borde de la cama.
— Eso se te olvidó a ti cuando estuve en España, ¿recuerdas?
Yael suspiró y se quedó mirándome.
— Bueno — dijo levantándose del sitio impulsándose con las manos sobre sus piernas —, eso quiere decir que por ti no me voy a enterar.
— Ni por nadie. Si decidí no contártelo es porque te pones muy pesado con esas cosas. Como si tú fueses don perfecto.
— No lo soy, pero entiendo de límites.
— Ugh — puse los ojos en blanco y salí de mi habitación. Lo último que necesitaba era una charla sobre algo que pasó hace meses, que estaba aclarado, y menos de él.
Me fui hacia la habitación de Malena y la encontré ordenando sus cosas. Me senté encima de su cama, para dejarme caer y tumbarme.
— Se enteró de todo lo de Aarón, ¿no?
Fruncí el ceño y volteé mi cabeza hacia ella.
— ¿Cómo lo sabes? — me miró y sonrió.
— Tú habitación está pegada a la mía, y por mucho que intentaras susurrar la otra noche, se escuchaba todo.
— Ni para susurrar sirvo — exhalé.
— Un error lo comete cualquiera — se sentó a mi lado y me acarició el pelo —. Lo importante aquí es que los dos supisteis escucharos y te arrepentiste por hacerle daño. No quisiste que todo acabara así, y fuiste sincera con él. Tarde, pero lo fuiste — giré mi cara para mirar a la suya con los labios fruncidos —. Bueno pero, os perdonasteis por todo y para él es agua pasada. No sigas pensando en eso.
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Mi vecino
Romance- Deberías darte cuenta de lo que haces antes de ponerte a juzgar con lupa a los demás - me miró furiosa. - ¿Y qué querías que hiciera? ¿Fingir que no pasaba nada cuando en realidad te miraba y solo era capaz de recordar aquel momento? - elevó los...