Capítulo 21

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Pasó una semana de la fiesta y desde ese momento no fui capaz de contarle nada de lo ocurrido.

Desde ese día, lo único que hice fue llorar de sentirme tan culpable como me sentía. Tenia unas grandes ojeras que se notaban desde lejos; gracias a dios, el maquillaje hacía milagros.

La única que sabía la verdad de aquella maldita noche era Layla; y no fue por mi.

Después de irme a mi casa, me llamó por teléfono para saber donde estaba, y podía intuir que algo le pasaba, porque notaba en su tono de voz lo enojada que estaba, pero pensé que sería para decirme que no me tendría que haber ido a casa sola, de noche y en taxi.

*Sábado de madrugada*

— ¡Ábreme, Isabela! — gritó golpeando la puerta con sus puños.

Le abrí la puerta con los ojos inyectados en sangre, hinchados y con lágrimas rodando por mis mejillas.

Pensé que, en cuanto me viese así, correría hacia mi para darme un abrazo. Era lo que necesitaba, pero no lo hizo. Y no la culpé por ello.

— ¿¡Te has vuelto loca!? — se puso delante de mi con los brazos cruzados.

— Lo siento. No tendría que haberme ido sin ti, y menos sola a estas horas.

— No, Isabela, no. No me refiero a eso, aunque también hablaremos de ello. Sé por qué estas así.

Layla comenzó a bajar el tono de voz, pero lo que yo quería era que se fuera. No me apetecía hablar sobre eso.

— ¡¿Qué coño te pasa Bela?! — esperó mi respuesta —. ¿Ahora no hablas?

No me salían las palabras. No tenía fuerzas para hablar. Lo único que quería era meterme en la cama y que pasara ese maldito día de una vez.

— Que quieres, Lay — contesté secándome las lágrimas.

— Que me expliques que mierda es esto - dijo enseñándome un video en el que salíamos Nico y yo enrollándonos en el baño.

Eso no me podía estar pasando.

— Yo... mmm... — comencé a llorar por todo.

— ¿Esto es lo que has estado haciendo toda la noche? Porque yo no fui la única que desapareció durante un buen rato. Y encima, después, coges y te vas a tu casa sin decirnos nada. Para que te hubiera pasado algo.

Hubo un silencio bastante incómodo.

— ¿Sabes? Al principio, cuando me lo dijo Nico, no me lo creí porque pensé que no eras capaz de hacer una cosa así. Entré al baño para asegurarme, después de defenderte y decirle lo mentiroso y penoso que era al decir esas cosas, y vi que no estabas. Me relajé y estuve buscándote y llamándote por teléfono durante una hora, hasta que me enviaron este video por anónimo. Y no creo que sea un montaje, porque se ve como os estáis comiendo la boca mientras te mete la mano por debajo del vestido.

¿Nico se lo dijo después de dejarme sola en el baño?

— Estuve evitando que se acercara a mi, de verdad, pero no sé como pasó que, minutos después, ya estaba encima de él. No quería que pasara, lo juro — sollocé.

— ¿No? Pues para no querer se te ve bastante cómoda y cachonda. Nadie te puso una pistola en la cabeza obligándote que lo hicieras.

— No me mires así, por favor.

— Cómo quieres que te mire, Bela, si le acabas de hacer daño a la persona que más te quería en el mundo — se le empezaron a inundar los ojos —. He visto y escuchado cómo hablaba de ti a sus amigos, a su familia. Cómo sonreía al verte a su lado. Cómo te miraba... Estuvo todo el rato que desapareciste buscándote; llamándote. Cuando me vio le dije que estabas en un Uber porque nos íbamos a ir a tu casa, que estábamos cansadas, y lo que hice fue venir aquí para saber cómo se te ocurrió hacerle esto.

Mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora