Capítulo 47

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— ¿A donde vamos? — preguntó Nico desde el asiento del copiloto.

— No hagas tantas preguntas que le quitas la gracia a la sorpresa — le respondió Layla para que dejara de hablar.

Nico puso los ojos en blanco y no dijo nada durante todo el camino. Me quedé mirándole por un instante y vi en su rostro una expresión seria. Fruncí el ceño al verle y miré a Layla, la cual estaba embobada mirando a su novio.

Salimos todos del coche esperando que Nico dijera algo pero solo miró el nombre de la discoteca.

— ¿Pasa algo? — me acerqué a él para preguntarle.

— ¿No podemos ir a otro sitio? Conozco unos cuántos — dijo alarmado.

— Bueno..., Layla lo ha preparado todo aquí. No sé si querrá.

Entramos todos juntos, Nico no muy convencido, y subimos al reservado. Dejamos nuestras cosas en uno de los largos sofás que había para sentarse y Layla bajó para hablar con alguien. Vi a Nico asomarse para mirar desde arriba a toda la gente que había en la pista. Se quedó observando con detenimiento hasta que notó que me acerqué a él.

— Ha sido un poco apresurado todo pero pensamos que te gustaría — sonreí aunque él notó cierta tristeza en mis ojos.

— No, no. Me gusta — se pegó a mi y me dio un beso en la frente —. No te preocupes por eso.

Dejó su mano en mi cintura hasta que Layla subió con varios camareros y distintas botellas de diferentes tipos. Las botellas tenían dos bengalas a cada lado que hizo que el lugar donde estábamos sentados se iluminara con una luz dorada, además de las moradas que tenía el local.

Las dejaron en una mesa que había en el centro y se fueron escaleras abajo. Layla empezó a darnos una copa a cada uno mientras se dejaba la voz cantando la canción que estaba sonando. Bajamos a la pista y estuvimos un rato todos juntos. Layla y Seth se fueron durante un rato a donde preferí no saber, y nos quedamos allí Yael, Nico y yo. Nada más sonar una canción de Rihanna, Layla volvió corriendo, haciéndose paso entre la gente, para agarrarme de las manos y obligarme a dar pequeños saltos con ella mientras cantaba la canción.

Sabía su obsesión por cualquier canción de hace muchos años, y si a eso le sumabas que eran de Rihanna, se emocionaba aún más.

Vi desde lo lejos cómo varias chicas se acercaban a Yael y se tocaban el pelo lentamente. Estaban en la típica postura que hacía la gente para ligar, postura que veía ridícula, esperando a que mi primo les contestara.

Vi como les pasaban los móviles a Yael para escribir algo en ellos, supuse que era el número de teléfono, y se fueron después de haberse despedido de él acercándose tanto que, de verlo, me había agobiado hasta yo.

Los chicos poco después subieron de nuevo al reservado y me quedé un instante mirándolos. Nico apoyó sus brazos en el pasamanos y me miró con una sonrisa. Sonreí al verle y le perdí de vista cuando un cúmulo de gente quiso pasar por nuestro lado, haciendo que Layla se separara de mi.
La busqué con la mirada y la vi parada en la barra. Estaba hablando con el chico que ponía las copas.

— Te había perdido por un momento — me reí.

— Yo también. Ha entrado toda esa gente y me he venido aquí para respirar un poco — el chico se rio y le sirvió una copa —. Deberían ducharse un poco.

— Es normal cuando sudas — me reí y me senté a su lado.

Nos quedamos un rato ahí, esperando a que desapareciera un poco la gente para poder volver a la pista. El chico de la barra se quedó hablando con nosotras mientras servía copas a los demás que se acercaban para pedir. Fue bastante simpático con nosotras, además de gracioso.
Nos estuvo contando muchas de las cosas que pasaban cada noche que tenía que ir a trabajar allí, pero perdí el hilo de la conversación cuando me vibró el móvil y leí el mensaje:

Mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora