CAPÍTULO 21. Y al final todo se reducía a esa palabra "responsabilidad".

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Los fines de semana con mi abuela eran revitalizantes, me recordaban de dónde venía, quien era. Me ayudaba a esa tarea que me puso Alexa de descubrir lo que quiero hacer con mi vida. Un mes había pasado desde que me salí de la universidad y aunque no había tenido mas episodios de ansiedad, seguía sin tener idea de en qué invertir mi tiempo. Pero sobre todo, seguía sin saber que hacer con el bebé de Rosalía porque aunque no tuviese planes, tener que criar a su hijo no formaba parte de ellos.

—Llegaremos tarde a la cita, ¿Gabriel, que tanto haces?—Rámses golpeó la puerta de la habitación del portugués, apurándolo—. Tardas más ahora que no tienes el yeso, que cuando lo tenías.

—Cálmate hermano, ya estoy listo, ¿Por qué tu no?

—Tienes mis zapatos azules.

—Están debajo de la cama. Espero que la próxima casa tenga mas espacio que esta, ya no tengo lugar para mis zapatos.

—Quizás porque tienen demasiados—murmuré no pretendía que me escucharan.

Cuando por fin estuvimos listos, nos encontramos en la recepción del edificio con Jeremy, con quienes iríamos a ver algunos departamentos que nos consiguió Keithan. Los dos primeros estaban más cerca de la universidad pero de espacio no eran tan amplios y uno de ellos no contaba con gimnasio en el edificio, indispensable para Rámses y Gabriel. Pero el tercero que vimos cumplía con todos los requisitos que cada uno tenía, menos el de encontrarse cerca de la universidad.

—Tendríamos que salir no menos de 40 minutos antes de la casa para poder llegar—alegaba Gabriel.

—Pero tiene un gimnasio tan completo que no debería afectar nuestra rutina diaria—agregó Rámses.

—No tiene comedor, y el espacio de la cocina es muy pequeña—me quejé.

—Tengo una cuarta opción, es igual de lejos que este último departamento. 3 habitaciones con sus baños y una habitación pequeña como para visitas. Sala con un televisor inmenso y un baño pequeño. Cocina amplia, comedor para 8 personas, dos puestos de estacionamiento y un jardínKeithan navegaba en su teléfono buscando las fotos que nos enseñaría.

—¿Gimnasio, piscina?—Gabriel miraba por encima del hombro de Keithan, ansioso por ver las fotos.

—Nada de eso. Es una casa, no departamento. Queda a un par de cuadras de un parque donde podrían correr, y a 3 cuadras de supermercado, farmacia y un gimnasio. ¡Aquí están!.

Vimos las fotos y amé el sitio,

—Me gusta que sea casa y no departamento. Fiestas sin problemas—el francés estrelló su puño con el de su hermano.

—Tenemos que ir a verla—y los chicos concordaron conmigo





—¿Y fue la que les gustó?—insistió Fernando.

—¡Si! Es perfecta—agregué emocionada—. Tienen que ir a verla para que no tengan dudas, pero de verdad que estaremos cómodos, los closet son tan amplios que...

—Que por fin Amelia tendrá espacio para sus cosas—burló Gabriel

—Tú tienes más ropa que yo—se defendió Rámses.

—Pero yo no comparto closet con nadie.

—Bueno, le escribiré a Keithan para cerrar el trato, pero les advierto tendrán que hacer su propia mudanza—Fernando lo decía en serio.

No Juzgues La Portada 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora