CAPITULO 9. Universos

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Las tardes y noches en la casa casi siempre eran tranquilas. Solíamos jugar en el cuarto de juego donde Ameth tenía una mesa de pool, juegos de videos y un enorme televisor. Algunas veces paseábamos por la granja, era muy reconfortante ver el cielo con tantas estrellas, y la paz que reinaba y casi se palpaba en el ambiente. A veces las cenas las hacíamos a orillas del lago, otras veces eran los desayunos.

Pero esa tarde estaba lloviendo un poco, así que optamos por quedarnos dentro de la casa cuando llegó Fernando. Me emocioné tanto cuando lo vi que corrí a abrazarlo. Mi papá me estrechó entre sus brazos y me besó en la cabeza, era mucho más alto que yo, y ese abrazo me hizo sentir segura, como aquella primera vez, cuando me recibió en su casa, abrió sus brazos y me protegió de Stuart.

—No te puedo dejar un segundo asolas, te pasa de todo. ¿Estás bien?.

—Si, no fue tan fuerte el golpe aunque si me quedó un pequeño chichón—pero cuando lo miré vi que no se refería a mi accidente en el lago—. Si, de eso también me siento bien.

—¿Física y emocionalmente?.

Quería decirle que físicamente estaba bien pero que emocionalmente no. Que me costaba a veces entender que todo había acabado y que había desarrollado esta consciencia de cualquier movimiento que ocurría en mi estómago, que me hacía creer que quizás no había salido bien todo, que quizás seguía allí, pero no respondí porque los chicos también se acercaron a saludar a su papá y hasta mi abuela se apresuró en recibirlo, lo acompañó hasta la mesa y le sirvió un enorme plato de comida que estuvo reservando desde que sabía que venía en camino desde el aeropuerto.

—Tus abuelos, llegaran mañana a primera hora—me anunció y fui nuevamente muy feliz.

Estaba ansiosa por verlos, sentía que había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que los vi, pero en realidad habían pasado muchas cosas que me daban esa sensación de no haberlos visto en años.

La casa era inmensa y era algo que nunca me dejaba de sorprender. Con los días que llevábamos allí había aprendido que mi abuela tenía un área de la casa prácticamente para ella sola, entrar allí era un viaje al pasado, porque mantenía muchas cosas que habían sido suyas y de mi abuelo, una decoración muy linda, pero que era bastante diferente a la modernidad que destacaba en el resto de la casa. Resultaba tan acogedora, que me gustaba pasar tiempo en su habitación, hablando con ella, viendo televisión juntas o escuchando cuentos. Mi hermano y todos mis primos también adoraban pasar tiempo allí, así que no me sorprendía ni un poco que Jeremy, curioso como era, frecuentara a mi abuela buscando todos esos cuentos antiguos que tanto le gustaban.

Acompañé a Fernando hasta su habitación, dándole un pequeño tour de la casa. Él estaría durmiendo en una de las habitaciones de huéspedes, justo al lado de la habitación de Hayden y Ulises.

—Creo que esta la compartirás con Mike—fui precavida en decírselo, temía que en cualquier momento volviese a surgir la enemistad de todos estos meses.

Era un miedo que me había quedado, un trauma.

—No tengo ningún problema. Duermo con él desde antes de la universidad, dormí más noches con él que con Karen. Aprovecharé que es temprano y buscaré a Hayden, tenemos mucho de qué hablar.

Sonreí como tonta cuando lo dijo y él se dio cuenta.

—Te pusimos en una situación bien difícil. Se que los chicos también la pasaron mal, pero ellos estaban concentrados en sus propios rencores, pero tu no. De verdad que lo lamento mucho Amelia. Te puedo asegurar de que no volverá a pasar. Hoy arreglaré este asunto, y sé que Mike tiene las mismas intenciones cuando llegue.

No Juzgues La Portada 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora