CAPÍTULO 47. La vida adulta

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7 años después 

Liam con sus 22 años era demasiado atractivo, tanto que era bastante popular en las redes. Era un alma libre, como él mismo se llamaba. Se dedicó a viajar por el mundo, a visitar varios países de mochilero, y se consiguió a una novia que compartía su forma de ver la vida. Éramos unidos, cercanos, hablábamos todos los días y mi teléfono estaba siempre repleto de todas las fotos que hacía en sus viajes.

Estaba viendo una de las ultimas fotos que me envió desde Perú, cuando Gabriel entró de improvisto, asustándome.

—Se acabó—suspiró frustrado, desabotonó su chaqueta y se tumbó en el mueble, con su brazo cubriendo su rostro. Detrás de él entró Rámses, reflejando el dolor de su hermano.

—Está hecho, llegaron a un buen acuerdo—me avisó mi francés mientras caminaba hasta el bar y comenzaba a servir unos tragos para él y su hermano.

—No luce nada bien—murmuré—. ¿Cómo estuvo todo?.

—No miento, fue un buen acuerdo, ella se quedará con la casa y tendrá la custodia principal del pequeño Gabo. Un fin de semana intermedio estará con él, dividirán las vacaciones y las otras fechas importantes. Él correrá con todos los gastos de Gabo y pasará una cuantiosa mensualidad.

—Es lo que él quería entonces, ¿Qué lo tiene así?.

—Mi hermano se divorció estando enamorado. Enamorado solo.

Suspiré y me compadecí del portugués.

La relación de Marypaz y Gabriel había sido siempre, desde el instinto, una montaña rusa de emociones, un sube y baja con demasiados baches, problemas y conflictos que agotan a cualquier persona. Me constaban que ambos se amaban, pero nadie puede tolerar tanto conflicto, tanta toxicidad y Gabriel ya tenía mucho tiempo cansado, y francamente Pacita también.

Los vi pasar por terapia familia y terapia individual, sin que los celos de Marypaz mejoraran, sin que sus conflictos cambiaran, y el pequeño Gabo miraba eso, sufría con las discusiones. Y con el tiempo Gabriel perdió su paciencia y comenzó a vivir bajo la premisa "si igualmente me va a pelear, que lo haga con razones". Un espiral autodestructivo de ambos.

Como familia mirábamos el sufrimiento de ambos, temiendo siempre lo peor, hasta que una noche, hace tres meses, llegó ese momento.

—Hermano, despierta—Gabriel estaba parado en el umbral de la puerta de nuestra habitación, había usado la llave de repuesto para ingresar a nuestra casa.

Saltamos apresurados de la cama y caminamos detrás de él hasta la sala. Encendió las luces y vi su mejilla enrojecida.

—Está fuera de sí, la pelea de hoy fue la peor, la última. Le dije que me iba de la casa y se lanzó encima de mí, me golpeó. Gabo se despertó y no sé cuánto vio, pero lo alcé en brazos y lo traje hasta acá, está durmiendo con los chicos.

—Ay no—sabía que podía meterse en muchos problemas por haber sacado a Gabo de la casa. Imaginaba a Marypaz llamando a la policía acusando a Gabriel de raptar al niño.

Rámses miraba a su hermano sin decir ni una palabra, midiéndose y conteniéndose como nunca. Sabía que estaba furioso, él particularmente estaba cansado y obstinado de esas discusiones.

—Es hora de que se divorcien—soltó y su hermano lo miró—. Llamaré a Mike para que nos diga cómo proceder ahora, pero es hora que ambos se separen de una buena vez por todas.

—Rámses...—advertí, no le correspondía a él ni a ninguno opinar.

La puerta se abrió y Mike entró acompañado de Fernando y de Hayden.

No Juzgues La Portada 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora