CAPÍTULO 44. Brasas en el corazón

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2 años después

Y confié en él y no me defraudó.

Le costó, pero no me defraudó.

Me lo demostró con sus hechos, con todas las veces que llegó corriendo, pero que llegó, cuando ya no tuve más sillas vacías donde él debía estar, ahora cuando volteaba a mi lado, él estaba allí.

Las únicas veces que faltó su presencia o que llegó tarde fueron justificadas. Ya no nos vimos desplazados por cortaduras menores. Sus horas extras voluntarias desaparecieron y Rámses comprendió que su enseñanza no se vio comprometida por ofrecerse, cual tributo, a cualquier actividad menor.

Siguió trabajando horas extras cuando se lo pedían o cuando era realmente necesario, pero aún así eso nos dejó tiempo suficiente para ambos, para la familia; por mi parte moví todas las actividades que podían moverse, traté de ser más comprensiva con sus horarios locos, porque noté su esfuerzo, no me volví a sentir en segundo lugar, ni prescindible, él no me volvió a colocar en ese lugar del que no importaba si fallaba o faltaba. Volví a ser su prioridad.

Luego de que Marypaz y Gabriel se mudaron juntos, nosotros hicimos lo mismo para un departamento más pequeño, aunque con dos habitaciones extras para las visitas. Rámses no volvió a dejar que nuestra comida se enfriase esperando por él, pude volver a confiar en su presencia, dejé de sentirme sola; él no volvió a fallarme, cuando lo necesitaba estaba a mi lado, no volvió a perderse un cumpleaños, un aniversario, ni una graduación.

Porque hoy, que es mi día, estuvo conmigo desde la primera hora del día, sin importar lo poco que durmió la noche anterior.

Llegar a este punto, sentada con mis compañeros y amigos de la universidad, después de tanto que me costó escoger la carrera y culminarla, era realmente renovador. Sentía orgullo de mi misma.

Miré hacía el público donde mi familia y amigos esperaban tan ansiosos como yo.

—Tú te trajiste a todo un pelotón, ¿no?—Evi se reía—. No creí que pudieses lograr conseguir tantos asientos.

Evi había sido mi compañera de clases desde el día uno, y se había convertido en una gran amiga.

—Mis papás puedes ser bastantes convincentes—traté de restarle importancia.

—Y con convincente quiere decir que realizarán una ampliación del edificio C—Rely, mi otra compañera y amiga nunca perdía la oportunidad de hacerme sonrojar—. No me quejo, ni un poco, pagaron sus entradas, prefiero eso a que se las dieran por excesivamente atractivos.

—Necesito un sugar daddy así, ¡Dios, por favor escúchame!—Mariann le rezaba a cualquiera, estaba enamorada de mis papás desde el primer día que los vio y no temía decírmelo cada vez que podía.

Evi, Rely y Mariann, tres nuevas adquisiciones que me hacían enormemente feliz. Alexa estaba encantada con que yo tuviese más amistades, fue en lo que trabajamos por mucho tiempo.

Aun me reunía con Alexa, pero como amiga y como colaboradora. Miro hacía mi pasado, cuando comencé este viaje, huyendo de Stuart, ocultando lo que hizo, llevando mi vergüenza, y me parece una locura que ahora pueda pararme en un escenario y hablar sobre mi experiencia como sobreviviente de violación. Yo escucho a las chicas y a algunos chicos, cuando me hablan de sus experiencias y ellos me dicen que yo los ayudo, pero yo siento que solo los escucho, que no hago nada más que eso.

Pensé que escuchar y psicoanalizar las cosas era algo con lo que debíamos nacer y que no tenía material para eso, después de todo había sido una persona con muy malas decisiones en mi vida, que no pude decidir sobre mi hijo, sobre mi hermano, sobre mi carrera.

No Juzgues La Portada 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora