CAPITULO 7. Explícame con peras y manzanas.

2.9K 391 164
                                    


No hay un día en que no piense en la decisión que debo tomar. Ni un solo día. Y con solo ese pensamiento en la cabeza los días me pasaban muy rápido, todos parecidos entre sí.

Después de mi desmayo, Fernando logró inscribirnos en la universidad a Gabriel y a mí, porque no pudimos terminar el proceso aquel día. Por suerte, Rámses si había terminado el proceso y solo le faltaba retirar los horarios de clases, cosa que pudo hacer después.

De eso hace ya dos semanas.

Y sigo sin poder decidir. No me quedaban piel alrededor de las uñas, en momentos de estrés solía mordisquearlos, pero ahora mi horrible habito me hacía esconder las manos de la vista de todos. Menos de Rámses, él ahora vivía quitándome las manos de la boca como si yo fuese una niña pequeña y aplicándome desinfectantes que me causaban demasiado dolor.

Lo que él no sabía es que yo comenzaba a apreciar ese dolor, porque mientras mis dedos ardían no podía pensar en más nada. Ni en el bebé que crecía en mi vientre, ni en el que crecía en el vientre de mi mamá.

Ya tenía 10 semanas de embarazo, cada vez me falfaba menos tiempo para tomar una decisión, y no importaba si pasaba la noche desvelada, haciendo listas interminables de Pros y Contras, de formas de hacerlo posible.

Pero me sentía colapsar cuando recordaba que no era solo un niño el que todo el mundo esperaba que yo criase, sino a dos, porque el de Rosalía, mi medio hermano, también formaba parte de la decisión que debía tomar.

Dos niños... dos bebes...

—¡Reúne a todo el equipo y comiencen con ese recurso!—gritó Mike, asustándome, tenía bastante rato atendiendo una llamada de trabajo muy tensa—, estaré revisándolo desde acá. Piensen en movimientos de ajedrez, tenemos que estar varios pasos por delante de ellos. Claro que querrán apelar, así que tenemos que hacerlo imposible. ¿Te dio respuesta el investigador?. Uhm... no me sorprende, ¿buscara las conexiones entre los dueños de los terrenos y la empresa?. Bien, has que los pasantes vayan a los registros, no podemos esperar. Lo sé, pero si queremos ganar este caso nos tocará invertir tanto o más que ellos. ¿Y que si compraron un juez? Con un caso bien sustentado y con la suficiente publicidad, ningún juez podrá hacerse el ciego. Si, exacto. Hablamos luego— Mike colgó la llamada y continuó hablando con Fernando, dándole respuesta a aquella pregunta que dejó en el aire cuando atendió la llamada—. Como te decía, no siempre puedo ausentarme, hay algunos casos que me gusta llevar personalmente como este y siempre deben ver al jefe aunque sea merodeando para que las cosas salgan antes de los plazos—estaban sentados en la mesa del comedor, mientras nosotros empacábamos.

Las vacaciones en casa de mi papá, Ameth, comenzaban mañana.

—Pero ¿si irán verdad?—volví a preguntar.

—Claro que si, muñeca, iré. Luego de que termine de atender este caso en Los Ángeles, iré hasta esa granja para demostrar el amor que le tengo a esta familia.

—No creo que sea una granja, con cochinos, gallinas y todo—respondí.

—Esperemos que no, porque de vaquero no tengo ni un ápice. Y mi Dolce & Gabanna no está hecho para caminar en el lodo.

—¿Y Johana?—pregunté con cierto temor, después de todo fue por lo que empezaron nuestros problemas y no tenía claro si ellos lo habían arreglado.

—Bueno... después de que ella rompió nuestro compromiso, se fue a donde sus padres. Hablamos poco, me evita la mayor parte del tiempo. Se niega a que conversemos de nosotros si yo no he terminado de arreglar todas las cosas con Hayden y Fernando.

No Juzgues La Portada 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora