CAPÍTULO 40 ¿Y quién lo cuidará? ¿Tú?

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Hayden no se despidió, siguió apresuradamente a la enfermera que le había dicho que la Dra. Allis quería hablar con él. Mike me explicó que mi abuela le había dado un poder a Hayden para que tomase las decisiones médicas de mi mamá, confiando en su criterio. Fue la mejor decisión, no quería que mi abuela tuviese esa responsabilidad y esa angustia en su vida.

Mi corazón martilló apresuradamente en el camino que recorrió hasta los pies, donde cayó como un mal presagio. Rámses me sujetó con fuerza, como siempre sosteniéndome para no caer.

Los minutos que Hayden pasó sin regresar se me hicieron una eternidad, mordí mis uña y arranqué esa pequeña y fastidiosa piel alrededor de mis uñas, que tanto me picaba y molestaba cuando más nerviosa estaba.

¿Qué había pasado? ¿Por qué tardaba tanto?.

Me pedían paciencia, pero no era fácil. La Dra. Allis era la doctora asignada a mi mamá, su llamada no podía ser por algo bueno, porque las noticias buenas las dicen sin tanto misterio, las malas... las malas se dicen aparte, se hace control de daños primero. No se dicen de primera.

Cuando Hayden regresó su cara era muy distinta a cuando se había ido. Nos llevó hasta un costado de la zona de espera, antes de comenzar a hablar.

—Después de que tuvo al bebé la hemorragia volvió a aparecer y empeoró. Se intentó de todo para poder contenerla, sin embargo, la única opción que quedaba fue la que se tuvo que hacer. Una histerectomía completa. Con ese procedimiento se logró estabilizarla. Está en la Unidad de Cuidados Intensivos desde donde comenzarán a sacarla de la anestesia; luego la pasarán a recuperación y finalmente a la habitación.

Sentí gran alivio porque no estaba muerta, porque la solución, aunque radical, le había salvado la vida.

Pero también sentí alivio, porque ella no estaba en condiciones psicológicas para tener más hijos.

Estaba loca, pero por lo menos ya no tendría más hijos a los que traer al mundo para dañarles la vida.

Y ese pensamiento no me hizo sentir mejor, me hizo sentir culpable.

¿Por qué el humano debe ser siempre tan contradictorio en todos sus sentimientos?. Era agotador.

Con la tensión disminuida, decidimos ir a comer. Mi hermano, que seguía sin nombre, estaba bien atendido y mi mamá seguía en la UCI, donde debería permanecer por lo menos unas horas más.

Conseguimos un restaurante a pocas cuadras del hospital, con espacio suficiente para todos. Mikaela se había acercado hasta el hospital para hacerme compañía, y se alegró sinceramente cuando le dije que tenía un hermanito.

—Lo mejor es que serás tú la hermana mayor y podrás mandarlo en vez de que sea al revés, créeme que los hermanos mayores a veces son demasiado molestos, sobre todo si son controladores, mandones y adoran seguir las reglas.

—Veo que sigues enojada con Alejandro—Mikaela resopló—. Tienen que hacer las paces de una buena vez.

—Él comenzó y yo tengo principios, orgullo y dignidad. Pero no vine acá a hablar de ese nerd cuatro ojos. ¿Sabes que nombre le pondrás?

—No me corresponde a mi nombrarlo, de seguro mi mamá tendrá ya un nombre seleccionado.

—Y te guste o no, podrás llamarlo como tú quieras.

¿Y si mi mamá decía llamar a mi hermanito como Stuart?

Esperaba que no lo hiciera. Mi estómago se reveló en contra de la comida que acababa de ingerir.

Aparté con gran esfuerzo todos mis pensamientos y sentimientos para poder disfrutar de la comida en familia, de poder reírme un poco con las anécdotas que se contaban, tratando de olvidarme de que a tan pocas cuadras mi mamá yacía en alguna cama y que en poco tiempo tendría que hablarle, rogarle que me diese la custodia de mi hermanito.





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