Promesa

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🌟Nicol🌟


Puede sonar que también esté mal de la cabeza, pero en cierto modo no me molesta lo que Darren me ha confesado. Sé que no está bien lo que hizo, y sin embargo, no me hace sentir incómoda. Se ha abierto a mí confesando un secreto que quizás para muchos sea extraño y degenerado. Para mí no, él nunca llegó a lastimarme y eso es lo que me hace verlo de manera especial. Entonces, es cierto su amor por mí, en ningún momento ha estado jugando conmigo. No quería creer, pero sus sentimientos hacia mí son tan fuertes que he empezado a sentir que dependo de él en muchos factores.

Mentiría si digo que le amo con esa misma intensidad que él lo hace, pero esta calándose rápida y profundamente en mi corazón. Nada puede evitarlo, Darren está siendo esa parte que tanto me faltaba en mi vida. Su mirada me susurra lo mucho que me adora, sus palabras no son más que suaves puñales que se clavan con dulzura en mi corazón y su manera de brindarme amor en sus manos, es sin igual. ¿Puede existir alguien más prefecto que él? No lo creo. Lo tiene todo para hacerme la mujer más feliz si así lo deseo e incluso sería capaz de dejarme ir con tal de verme completamente feliz.

Mi madurito es el hombre con el que desearía una vida entera.

Los días pasan con rapidez, entre el trabajo en el consultorio y en la burbuja de amor que ando con Darren, se me había olvidado por completo lo de Boston y la llegada de mis padres. Ellos aún no saben de mi relación con el ex novio falso de mi hermana. Es más, mi padre no sabe nada de la relación de Aranza y Sammy, aunque sí tiene conocimiento de que Darren y mi hermana no se van a casar.

— ¿Pasa algo? Te noto algo pensativa — dejé el té helado sobre el escritorio y asentí.

— Sí, osito. Solo que olvidé decirte que mis padres llegan hoy.

— ¿Qué? — susurró.

— De hecho, se me olvidó decirte un par de cosas, entre ellas la llegada de ellos a la ciudad.

— ¿Cuál es la razón para que vengan?.

Me levanté y rodeé el escritorio. Se me quedó viendo fijamente y creo que no le gustará saber la razón.

— Osito, no te enojes, ¿sí? — asintió acomodando su bata —.  Hace unos días tuve una charla con mi madre y le dije que me iría a estudiar a Boston. Casualmente también se me pasó decirle que ya no iría allá, y pues bueno...

Pude notar una pizca de tristeza en sus ojos. Hizo silencio por pocos segundos y tomó mi mano para llevarme hacia el consultorio.

— Vas a ir, Nicol. — afirmó, mi corazón se aceleró. Aunque no me miraba a los ojos, dijo lo que no quería escuchar —. No necesito más de tu trabajo, puedo conseguir otra asistente. Te daré el dinero y te vas a ir a estudiar.

— No — por fin me miró y pude notar como sus ojos perdían el brillo que había mantenido estos días —. Me voy a quedar contigo. Acá también puedo buscar una universidad y empezar mi carrera sin necesidad de estar lejos de ti.

— No seas egoísta, Nicol. No sacrifiques lo único que te servirá en la vida.

Sus palabras dolían mucho.

— ¿Me dices egoísta a mí? Estoy quedándome por ti y me dices que me marche así sin más.

— Sí — tragué saliva mirándolo muy confundida. Debería de estar feliz porque decidí quedarme a su lado —. Es tu futuro y yo no quiero ser una tranca en tu vida, Nicol. No hagas las cosas más difíciles, bastante me duele decirte que te vayas a cumplir tus sueños.

El nudo que se formó en mi garganta era tan inmenso que no podía responder nada. Lo vi tomar la chequera de uno de los cajones y firmar con las manos temblorosas.

— No puedo creer que me estés diciendo que me vaya — musité, con lágrimas en los ojos —. ¿Ese es el amor que dices sentir por mí? No estoy sacrificando nada, Darren. Me quiero quedar a tu lado, mi amor. No podría mantenerme lejos de ti por tantos años y...

— No digas más — me calló, y aplasté los labios con fuerza —. Eres muy joven, Nicol. Tienes que emprender tu camino por sí sola. Construir un buen futuro, algo que te brinde una estabilidad a largo plazo. ¿Quieres ser una asistente para siempre?.

— Estás siendo injusto — Sequé mis lágrimas, y se acercó hasta mí —. ¿Te quieres deshacer de mí y no sabes como, ¿verdad?.

— No, solecito — acarició mi mejilla con suavidad y más lágrimas salieron —. No quiero ser un obstáculo en tu camino. También tienes derecho de realizar tus sueños, no puedo ser egoísta contigo, mi amor.

— Acá también los puedo lograr — susurré en un hilo de voz.

— Eso lo sé, mi amor — me abrazó fuertemente.

— No quiero separarme nunca de ti, osito. Tomé esa decisión apresuradamente y por celos — confesé —. Fui muy tonta y me precipité al llamar a mi madre. ¿Qué te parece si hacemos una cena para mis padres está noche? De paso, aprovechamos para contarles sobre nuestra relación.

— Depende de lo que digan tus padres tomamos la decisión adecuada para ti — besó mis labios y suspiré —. Si para ellos lo mejor es que estudies en Boston, irás sin refutar. Igualmente, mi amor, pase lo que pase yo no dejaré de amarte nunca. Mi corazón está en tus manos, solecito. Prometo que te amaré hasta la muerte.

— Serían muchos años... — mis lágrimas salían descontroladamente.

— Esperaré por ti, amor. Además que ahora podemos comunicarnos fácilmente. Piénsalo y toma la mejor decisión para ti, ¿sí?.

Asentí con la cabeza. Él desea lo mejor para mí y yo pienso que lo mejor será quedarme a su lado. Aunque no voy a negar que en Boston tengo mayor posibilidad de hacer una buena carrera... más no una vida.

Quiero Amarte[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora