En su lugar

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Me quedé como tonta por varios minutos mirándola desde la puerta. ¿Quién es esa mujer y porque ha actuado de manera tan arrogante? Está vez no me haré suposiciones que no son. Confío plenamente en Darren, quizás y sí son amigos de tiempo atrás.

Entro a la casa y decido comer del desayuno que me ha dejado mi madurito; cada vez me enamoro de sus lindos detalles. Por un momento olvido a la mujer que espera por él, y disfruto a plenitud del desayuno. Una vez acabo de comer, tomo una larga ducha. Mi piel está demasiado pegajosa, y los recuerdos de sus besos y caricias me dominan la mente; me erizo con el hecho de pensar en cada uno de sus toques violentamente adictivos.

Decido colocarme un vestido de flores, con escote redondo en el pecho y un largo hasta medio muslo, con unos zapatos bajos; ideal para ir a la playa, según me comentó en la mañana mi osito. La mujer se me viene a la mente y decido observar si aún sigue estando ahí fuera; y efectivamente, aún aguarda en el auto por Darren. ¿Qué será lo que quiere? Me parece tan extraño, que no le importe esperar el tiempo que sea necesario. Lo que sea que quiera decirle ha de ser muy importante como para que se quedé esperándolo sin saber cuánto demore en llegar.

— No pienses mal, Nicol. Confía en él — me digo a mí misma, apartándome de la ventana.

⭐Darren⭐


Después de cuatro horas de cirugía, salí inmediatamente hacia la casa; dónde Nicol espera por mi. He planeado y modificado las cirugías del día, para poder pasar más tiempo a su lado. Desde hace varios días he pensado en dejar el trabajo en la clínica, y dedicarme exhaustivamente al consultorio.

Antes de llegar a casa paso por un autoservicio y compro algo ligero para comer, el ideal es cenar en la playa. A lo lejos veo un auto que bien reconozco estacionado frente a la casa, y seguramente ha venido en búsqueda de generarme más problemas con Nicol.

Detengo el auto y bajo de el. Lucy baja del suyo, y sonríe de aquella manera en la que solía hacerlo cada que teníamos nuestros encuentros casuales. Por más que traté de amarla, simplemente no pude; Nicol siempre acaparó cada uno de mis pensamientos.

— Darren, que gusto es volver a verte — quita los lentes de sol, y sonrío algo forzado —. La vida ha de tratarte muy bien, ¿no es así? Luces igual de guapo que siempre.

— Lucy, gracias. ¿Qué te trae por aquí? — no hago caso a sus comentarios, y sonríe ladeado —. Pensé que todo estaba claro.

— Oh, y lo está. No estés tan a la defensiva conmigo. Después de todo somos amigos, ¿no? — asiento.

— ¿Entonces ha que has venido? Hace años no sé de ti, es raro que aparezcas tan de repente.

— Llegué hace poco al país y quise venir a saludar, y quizás recordar viejos tiempos — sonrió maliciosa e hizo una mueca —. ¿Tu empleada vive contigo?.

— ¿Empleada? Yo no tengo empleadas — fruncí el ceño.

— ¿Entonces quien es la chica que me abrió la puerta?.

— Osito, se refiere a mí como tú empleada — ni en cuenta que Nicol había salido de la casa —. Lo siento si generé una mala impresión, pero acababa de despertar y me has tomado por sorpresa al tocar el timbre tan insistentemente.

Camina hasta llegar a mi lado y darme un pequeño beso en los labios, el cuál correspondí envolviéndola en mis brazos; que hermosa está con ese vestido.

— Solecito, me vas a matar del corazón — susurré en su oído y se echó hacia atrás un poco.

— Tenemos visitas, cielo — miré en dirección a Lucy, quién nos veía con mucha molestia en el rostro.

— Cierto. Lucy te presento a mi prometida Nicol, solecito; ella es una vieja amiga.

— Mucho gusto — Nicol extiende la mano y Lucy la recibe algo forzada.

— Eso no me lo esperaba, que después de tantos años de sufrir por una niña, por fin te hayas decidido a casarte con alguien que no fuera ella, ¿tan rápido la olvidaste? Si hasta amor eterno le jurabas cuando estabas conmigo.

Nicol rio fuerte contagiándome a mí también. Lucy sigue siendo la misma mujer que no le gusta ser despreciada por un hombre.

— De hecho, Lucy; la niña soy yo — Lucy borró la sonrisa, y quise reír por su expresión —. Mira que el mundo es un pañuelo, tarde que temprano nos íbamos a encontrar, supongo que el destino nos quiere juntos. ¿No es maravilloso?.

— Sí, lo es, pues esto tampoco lo esperé — se ve muy molesta —. Darren, ¿podemos hablar sobre el restaurante? Supe por el gerente que deseas comprarlo; ese es el motivo que me ha traído hoy aquí.

— Por supuesto, también deberías saber que le ofrecí una buena cantidad de dinero; es muy raro que no te haya dicho nada.

— Sí, me lo dijo, sabes que la dueña soy yo y pues aún no he pensado si es conveniente venderlo — el tono de su voz cambió radicalmente.

— ¿Y qué dices? Ya que estás aquí dame una respuesta, en verdad que me interesa mucho.

— Aún no lo sé, Darren. Te veré el lunes en mi oficina y te daré respuesta — asiento de mala gana.

— Perdón ser tan entrometida en algo que no me compete, pero si ya estás aquí, ¿porque no le das de una vez por todas la repuesta a Darren?. A eso viniste, ¿no? — la vena de su frente palpita de rabia al escuchar el comentario de Nicol.

— Como bien lo dijiste; no te metas en asuntos que no te incumben, niña — rodó los ojos y fruncí el ceño.

— Pensándolo bien, si son de mi incumbencia; después de todo nos vamos a casar muy pronto. Si dices ser su amiga, ¿que tanto te consta decirle un sí o un no?.

— No puedo creer que una bola maleducada sea la mujer con la que vas a pasar lo poco que te queda de vida; debiste de hacerle caso a tu padre, cuando te dijo que la mejor decisión era que te casaras conmigo. Has tomado malas decisiones, Darren. Siempre lo has hecho.

— Mejor cállate, estúpida de mierda... — le doy un apretón a Nicol y se calla respirando pesadamente, mientras Lucy sonríe maliciosa.

— Mejor vete y nunca más vuelvas, Lucy. No eres bien recibida en nuestra casa. No eres nadie para que vengas a insultar a la mujer que amo y menos frente a mis narices; que a diferencia tuya, es mucho más mujer que tú en todos los aspectos existentes. No es necesario que los diga porque tú misma ya los sabes, no puedo decir que fue grato verte, porque sería un vil mentiroso — digo con toda la tranquilidad del mundo, sosteniendo fuertemente la mano de Nicol —. Ahora sí nos permites, tenemos mejores cosas que hacer que perder el tiempo en una mujer que no se sabe dar su lugar. Permiso.

Tiro de Nicol hacia el interior de la casa, y una vez estamos allí dentro; se lanza en mis brazos besándome de esa manera que me vuelve loco; sus labios son la jodida combinación de un dulce adictivo.

— Que hombre más respetuoso y sensual — murmura en mis labios —. Ya veo que sacas ese lado malo solo conmigo, ¿o me equivoco?.

— Para ofender no hay necesidad de llegar a ser grosero, solecito — la tomo de la cadera y la aprieto un poco —. Mejor comamos para irnos, mi amor. La playa nos espera.

Quiero Amarte[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora