Te necesito

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Camino de un lado hacia el otro mientras esperamos que el doctor salga para darnos alguna información de Darren. Le conté todo por el camino a Aranza sobre lo sucedido, y también se le hace raro que le haya ocurrido algo así. No me quiso decir nada, pero estoy segura que ella sabe lo que tiene, al fin de cuentas, ella es doctora.

No puedo pensar en otra cosa que no sean esas palabras, de momento recuerdo que traigo el anillo puesto y lo contemplo por varios segundos, en dónde las lágrimas brotan de mis ojos sin poder detenerlas. ¿Por qué nos debe pasar esto a nosotros? ¿Acaso no merecemos ser felices uno al lado del otro? Darren es mi media mitad, y siento como se va de mi pecho con gran dolor. Aunque llevamos poco tiempo de salir, él me ha demostrado y me ha enseñado lo que es el amor.

— Nicol, te traje café, tómalo — la voz de Sammy la escucho lejana y distorsionada debido a las lágrimas que me han nublado —. Todo estará bien.

Es lo que también quiero creer, que esto no es más que un horrenda pesadilla.

— Gracias, Sammy — murmuro, recibiendo la taza en mis manos —. ¿No han salido a decir nada aún?.

— Aún no, pero Aranza está haciendo hasta lo imposible para saber algo — asentí tomando un pequeño sorbo de café. La verdad el estómago se me ha cerrado por completo.

— Todo sucedió tan rápido — murmuro y siento su mano en mi hombro.

— Es normal, así es nuestro cuerpo. Sé que Darren no se ha estado cuidando, ¿o me equivoco? — su comentario me lleva a mirarla.

— ¿Cuidarse de qué?  — se me queda viendo por segundos dónde luce preocupada.

— Darren sufre del corazón, hace un tiempo sufrió un infarto en el cuál le recetaron medicamento. Aquella vez solo le practicaron una pequeña cirugía para destapar una de las arterias, supongo que no ha estado tomando las medicinas para ello.

— No sabía nada de eso. De hecho, nunca lo he visto tomar nada — desvía la mirada y suspira profundamente.

— Creo que la regué, creí que lo sabías — volvió a mirarme y negué —. Quizá solo sea un infarto, nada grave.

— ¿Nada grave? — repito por lo ilógico que ha sonado eso —. ¿Desde cuándo los infartos no son graves?.

— Ahí viene Aranza con el Dr. Walton — se ve sumamente avergonzada por lo que ha dicho, no le tomo importancia y corro hacia ellos.

— ¿Cómo está? ¿Ya despertó? ¿Puedo verlo ya? — estoy muy ansiosa, mi corazón golpea fuerte mi pecho por sus caras poco alegres.

— Tranquila, pronto lo verás pero por el momento es imposible — asiento con lágrimas en los ojos —. Él es el Dr. Walton, un amigo muy cercano de Darren, y es quien lo ha recibido.

— Mucho gusto, Nicol. Es una pena conocerte en estás circunstancias — estrechamos las manos y sonríe levemente.

— Es un gusto, Dr. ¿Cómo está él? — lo miro fijamente y antes de hablar respira profundamente.

¿Por qué será que les gusta hacersen esperar, mientras mi estómago se contrae por saber cómo se encuentra mi osito?.

— Aproximadamente un año atrás, Darren tuvo una obstrucción en una de las arterias, en ese entonces se le realizó una angioplastia porque en sí, no era una obstrucción grave. Bien, ahora es muy diferente; él no ha estado tomando los medicamentos necesarios, en primer lugar. El estrés y la mala alimentación también tiene mucho que ver, qué varias arterias se estrecharan y causaran una irrigación en el músculo cardíaco, lo que deja el músculo sin sangre suficiente  — lo miro fijamente, aunque no comprenda mucho de lo que habla trato de estar lo más serena posible ante lo que me vaya a decir —. Se le debe realizar una cirugía de baipás coronario, para tratar con las arterias que se encuentran obstruidas. En este momento se encuentra estable. Lo internaremos y realizaremos los exámenes para la preparación de la cirugía, esta misma se puede estar realizando el día de mañana. Lo mejor que pueden hacer es volver a casa. En primera no lo pueden ver y segundo, deben descansar.

Tengo el corazón en la garganta, apretado de dolor por lo que ha dicho el doctor. Mi osito estaba sufriendo y no dijo nada. Ahora entiendo aquellas veces en las que su corazón se aceleraba demasiado y en las que se agitaba más de lo normal.

— No voy a regresar a casa, me quedaré aquí con él; no importa que no se me permita verlo — se me queda viendo unos instantes y casi obligadas salen mis palabras —. ¿La cirugía es riesgosa, Dr?.

— Seré muy sincero con ustedes, la cirugía tiene riesgo como todo, y ha aumentado en la condición de emergencia en la que ha llegado; solo esperamos que las obstrucciones no sean más graves de lo que pensamos — trago saliva y de nuevo la sensación de dolor e impotencia se clava en mi pecho —. Vuelvan a casa, descansen y duerman bien. Mañana puede regresar sin problema, y quizás se le permita verlo antes de que entre a cirugía; pero por el momento el se encuentra en cuidados intensivos, es imposible que lo pueda ver.

— Gracias, Dr. Walton — Aranza responde por mí y de nuevo mi pecho se oprime fuerte de dolor.

— Es mi labor, les deseo buena noche. Que descansen — me aferro del brazo de Aranza y ella me sostiene fuerte.

— Nada de esto es verdad, ¿no cierto? — murmuro —. ¿Cómo es qué se ha descuidado tanto consigo mismo? Él es un doctor, y no aplica lo que le aconseja a sus pacientes — ironizo.

— Tranquila, hermanita. Mejor volvamos a casa para que puedas descansar, ya ves que no podemos hacer más. Él está en buenas manos — asiento incapaz de hablar.

En completo silenció regresamos a la casa. Mi mente no deja pensar en todas las palabras del doctor, y la culpa me llega de golpe. Debí ponerle un alto a su exceso de trabajo, más sus atenciones en mí, y de paso sin comer adecuadamente, tenía demasiada carga en sus hombros. Al llegar a casa subo inmediatamente a la habitación donde dormimos juntos, y me tiro en la cama dejando salir todo lo que estaba conteniendo en el hospital. Mis fuertes sollozos me queman profundamente el corazón.

Su delicioso y varonil aroma está impregnado en las ropas de cama. Su colonia de la mañana sigue tan fresca como si se la estuviera aplicando en este momento. Me aferro a su almohada y aspiro su aroma, ese que tanto me enloquece, y no puedo evitar jadear mucho más fuerte. Lo necesito conmigo, a mi lado, caminando a la par de mis pasos. Necesito qué sus promesas de amor sigan intactas a como me las ha hecho saber desde el comienzo. Y lo más importante, necesito a ese dulce corazón fuerte para el día que le diga el sí ante  Dios...

— ¿Dónde estás, osito? Te necesito, no te atrevas a dejarme. No, ahora que te amo más a qué a mí misma...

Quiero Amarte[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora