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Oh mierda, cinco años en el paraíso.

No hablo de las playas del Caribe o siquiera las de Hawaii, pero amanecer al lado de Minho y mirarlo exactamente veinte minutos, se siente igual que mojar tus pies en aquellas claras aguas.

No todo ha sido de color rosa, hemos tenido nuestras discusiones, pero nada que un par de besos y una folladita no solucionen.

En resumen, nos ha ido bien. Él es un abogado muy famoso aquí en Corea, eso era de esperarse, mi esposo es muy inteligente y bueno en lo que hace.

En todo, todito.

Hasta cuando cocina, a veces no entiendo como le hace. Una vez intenté cocinar y no por poco terminé incendiando hasta el departamento de la vieja chismosa de al lado. Aunque eso hubiera sido muy divertido de presenciar... y desde ahí, Minho me prohibió estar en la cocina.

Claro que entro para abrazarlo por detrás cuando esta cortando cebolla y más para burlarme porque sus ojitos se ponen llorosos por el ácido. Para dejarle un par de besos en el cuello, terminar por dejar la comida de lado y subirlo a la mesada para devorar su boca.

Pero últimamente nuestros trabajos nos han consumido, tanto física como mentalmente.

¿O ese puesto se lo lleva Minho?, pues no lo sé. Cuando estoy en la oficina, comienzo a imaginarlo desnudo, gimiendo y mierda... no controlo la puta erección que me ocasiona.

Miro el reloj, el cual está cerca de la puerta de acceso a mí despacho. Las agujas marcan tres y treinta. La conferencia que tenía programado para las cuatro se canceló, ni siquiera escuché el motivo, solo le mandé un mensaje a mi lindo esposo que podia pasar por Lisa a la secundaria...

Lisa. Secundaria. Pasar. A buscarla.

—¡Mierda! —me levanto como si de Flash se tratase, casi tirando al suelo la silla.

Tomo rápidamente mi maletín, que hasta el día de hoy, con cuatro años de experiencia, no sé si sirve de algo o es solo para aparentar. Supongo que le tendré que preguntar a mamá.

El calor insportable pega en mi rostro y hace que entrecierre mis ojos para ver con claridad aquel jeep negro que yace en el frente de la calle, debajo de una sombra. No entiendo que tiene de gracioso, le dije a Minho que los miércoles voy mas temprano para ocupar el mismo lugar, con la misma sombra porque el estúpido jefe de la empresa de diseños –rival de la nuestra– la ocupa justamente el mismo dia. Claro que desde que le raye el auto ya no lo hace...

Pero eso nadie lo puede saber.

Las calles de Seúl a ésta hora son un martirio. Prefiero quedarme dos horas con la vecina a estar aquí, atrapado en el tráfico.

Solo espero que Minho no se dé cuenta que estoy llegando tarde por Lisa. No quiero que me deje sin sexo por un mes... porque ya pasó. Estaba pensando en como rayar ese auto para que no me ocupe el lugar debajo de ese grandioso árbol. Si bien funcionó y no me atraparon... la única consecuencia es que dejé a la pequeña dos horas en el colegio y me dejaron en abstinencia.

Por lo menos gané la sombra para el auto, eso es bueno ¿no?

Estaciono delante del no sé qué School y salgo casi corriendo del auto. Veo ese cabello negro, cortado por encima de los hombros, sentada en una banca, con su cabeza gacha y tambaleando los piecitos de adelante hacia atrás.

Me acerco a ella y me coloco de cuclillas, su mirada luce triste. Sus ojitos chocan con los míos y me abraza de repente. Acaricio su espalda, cerrando mis párpados.

A veces soy un mal padre... digo, cuñado.

—Lo siento, pequeña, se me pasó la hora, yo...

━ 𝑬́𝒔𝒆 𝒃𝒆𝒃𝒆́ 𝒅𝒆𝒃𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 ² ᯽ 𝑯𝒂𝒏𝑲𝒏𝒐𝒘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora