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Minho bebió del café recién hecho y miró el rostro dormido de su esposo, quien apenas podía despegar sus ojos, y sonrió. Su cabello también estaba algo despeinado y sus mejillas un poco hinchadas, lo que hacía ver su cara un poquito más grande. Realmente se veía tierno.

Sin embargo, otra personita que estaba en su silla mecedora, chupando sus manitos y viendo a su alrededor con sus ojos bien abiertos, estornudó, llamando la atención de los dos mayores. Jisung se quedó observando como Minho lo levantaba con una sonrisa en sus labios y lo colocaba cobre su regazo, para darle su leche que fue preparada perezosamente por Han.

Ignoró aquello y se fijó como la sonrisa se deshacía lentamente para cambiar la expresión a una suave y cálida, como si le estuviera transmitiendo cariño con los ojos. Conocía a la perfección esa sensación, y conocía como Jeno se estaba sintiendo en ese momento.

A salvo.

La primera vez que uno lo siente, es confuso. Como si la realidad fuese difusa ante los ojos de uno mismo. Como si el corazón por primera vez estuviera rodeado de amor, del puro, del bueno, del inocente.

Y entonces sabes que no podrías hacerle daño.

Te renueva como si fueses un objeto viejo sin valor. Él fue uno de esos objetos. Jisung sabía lo que era sentir odio y que de la nada alguien venga y te lo arrebate, junto a todos tus ideales, pensamientos, se van cada uno directo a la basura para cambiarlas por nuevas.

La realidad difusa.

Si, sabe perfectamente como se siente cuando no tienes idea de lo que sientes.

—¿Por qué miras tanto? —preguntó el menor, preocupándose por los minutos que ha estado viéndolo sin pestañear.

—Nada... solo... me quedé pensando.

—¿En qué?

La distancia entre ellos dos era notoria. Ambos se sentaban en cada punta, dejando los lugares de los costados a Lisa y a Jeno. Siempre estaban juntos y, ahora, cualquiera podía romper los centimetros que los separaban, pero aún así, Jisung estaba distante.

Lo descubrió esa noche en el parque, cuando él había llorado solo, abrazando al niño.

Al recordar aquello, depósito a Jeno cuidadosamente de nuevo en la silla mecedora y lo llevo hacía la sala, donde la televisión con dibujitos animados ya estaba prendida.

—¿Molesto por algo? —quiso saber Jisung al verlo con un semblante serio, no como el de antes.

—No lo sé... yo... ya no sé nada —confesó con su voz temblorosa—. No sé como sentirme, Jisung.

—¿A qué te refieres justamente?

—Siento que estás distante. No lo sé, quizás es idea mia pero...

—¿Distante? ¿No te toco, no te abrazo o no te beso? —se puso de pie y se acercó a Minho—. ¿No fue ayer que dormiste prácticamente arriba mio por que no te querías separar? ¿Acaso de ignoré? —abrió en grande sus ojos, quería comprender lo que Lee estaba tratando de decir.

—No, no habló de lo físico, Hannie. Sigues siendo igual de pesado —Jisung no pudo evitar reir, contagiando a Lee.

—¿Entonces?

—Una vez dijiste que no es justo que riamos juntos y lloremos solos, ¿en serio se te ha olvidado?

—¿De que hablas? —Han frunció más el ceño, sin poder captar las palabras anteriormente dichas.

Sus ojos se desviaron hacía la sala. No escuchaba los juguetes sonar por lo que suposo que Jeno se había dormido, o estaba toalmente entretenido con los dibujitos. No lo culpaba, esas caricaturas también lo entretenían.

—Hablo de cuando fuimos al parque y tú te fuiste con el niño al estacionamiento. Lisa quería comprar helado y como tenías el dinero, fui a pedirte y en cambió escuché lo que estabas diciendo. ¿Por qué actúas como si todo estuviera bien delante mio? Siento que no confías en mí.

Jisung posó sus manos sobre los hombros de Minho, marcando la distancia entre ambos. Sus dedos subieron lentamente por sus clavículas y hasta acunar su rostro. Cortó los pocos cencimetros que le quedaban dando un paso adelante, sin despegar sus ojos de los contrarios, para luego susurrar:

—Eres la persona que más amo en el mundo, ¿cómo no confiaría en ti? —siguió inspeccionando un poco más sus pupilas, pero reaccionó antes de perderse—. Todo lo que he dicho y hecho, soy consciente de ello. Estamos viviendo una etapa que nadie quiere, estamos llenos de presión, de felicidad que luego se convierte en tristeza, y fue eso lo que pasó en el estacionamiento. Lo tenía sobre mi hombro, Minho, pequeño e indefenso y yo solo me dejé llevar por lo que mi corazón sentía en ese momento. Pero supongo que me atrapaste en eso de actuar... prefiero sonreir y hacer chistes, a que tú llores porque no puedo soportarlo.

Al escuchar aquello, varías lágrimas se deslizaron por las mejillas del menor, y rápidamente, Minho rodeó con sus brazos el torso contrario, escondiendo su rostro en su pecho.

—No debí decirlo así, lo siento.

—Tranquilo, al menos no te enojaste y te encerraste en la habitación.

—¡Me habías negado un beso y tú nunca me niegas los besos!

Jisung rió y notó como algunos espamos en el cuerpo contrario se hacían presentes por el llanto.

—Te estoy diciendo que no me gusta verte llorar, ¿y lloras aún peor?

—Ve a comprar helado y dejaré de llorar.

—¿Y una mam...? 

—Sabor a mascarpone, me conoces tan bien, Hannie.

Ambos rieron allí, en el medio de la sala, abrazados.

Olvidándose del juicio.

Olvidándose del juicio

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━ 𝑬́𝒔𝒆 𝒃𝒆𝒃𝒆́ 𝒅𝒆𝒃𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 ² ᯽ 𝑯𝒂𝒏𝑲𝒏𝒐𝒘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora