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Lluvia.

El aire olía tierra mojada, los pisos estaban empapados de agua y las personas caminaban con cuidado de no resbalarse. Algunos tenían sus paraguas colgando en alguna de sus manos, otros con una simple capucha o incluso el periódico del día para protegerse del líquido transparente.

Agradeció ese presentimiento que tenía, sobre que algo iba a pasar y en este caso tocó el mal tiempo. Por lo que tomó el paraguas que había comprado en el último invierno. Entró a su auto, no sin antes palpar su traje negro para sacar alguna suciedad o exceso de agua. Al empezar el día, el sol alumbraba cada rincón de Séul, pero al pisar las diez de la mañana, los rayos de luz empezaron a desaparecer con rapidez, así como desapareció la inocencia de Lisa con la presencia de Jisung en su vida.

Rodó los ojos ante aquel pensamiento y se quedó mirando a la nada. En realidad estaba mirando la lluvia y las gotas que caían sobre la ventana del vehículo, además de que las luces de la calle ya estaban prendidas a pesar de que ya son más de la cinco de la tarde. Todo estaba gris, nuboso y con la humedad a flor de piel, ¿no era lindo a caso?

Sin emabargo, aprendió a amar los días soleados y calurosos, aunque estos eran los días en los que Jeno lloraba más que de costumbre, pero también trataba de sonreir y movia sus piernas con ímpetu, claramente, tratando de llevarse sus piecitos a la boca. Una vez de observarlo tanto, vió como con sus encías, apretó uno de sus deditos de la mano y del susto comenzó a llorar. Enternecido, Minho no se molestó en mecerlo entre sus brazos.

Ese niño no se daba cuenta de la tranquilidad que inundaba su cuerpito. Se sentía tan cómodo que sus párpados comenzaban a pesar y el sueño lo vencía. Era pequeño aún, ¿qué podia hacer? Pero todo se sentía como la primera vez que durmió en los brazos de alguna persona; era cálido, cómodo, como un colchoncito de felpa a compañado de un osito.

Había dormido en paz por primera vez en los brazos de Jisung.

No se había dado cuenta como, pero ya había arrancado el auto y se dirigía hacia la oficina de Soyeon. Su amiga lo había llamado en la mañana diciéndole que tenía algo importante que decir. El miedo lo cegó, tanto que no pudo evitar derramar lágrimas. Era como sí esa sensación de algo que malo se acercaba.

Se aproximaba lo peor, y quería estar equivocado. Por primera vez quería estar mal ante la situación, queria equivocarse, que todo lo que estaba pensando solo fue un gasto de tiempo y de energia.

Sin embargo, a veces, lo malo gana.

Su cuerpo tembló. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, desde su espalda, hasta la punta de cada uno de sus dedos. Sintió como su sangre se congelaba a cada respiración que daba, no hacía frío, pero estaba helado; no sabía sí era el agua que había caído del cielo hasta su frente o un sudor frío que le secó la garganta por completo. Trató de tragar saliva, para así mojar todo el interior, pero sus glándulas salivales se secaron aún más. Tomó una botella de agua que siempre llevaba por estos días, o más bien meses de calor. El agua lo había llenado, pero no lo había liberado de su miedo que crecía cada vez más.

Estaba harto de sentir miedo sí se trataba de aquel pequeño. Estaba harto de sentir miedo por todo.

Jisung no estaba a su lado para empezar. Al pasar los años, comprendió que aquel chico de cabello rubio, que conoció casualmente en la cafetería, en donde pensó que era un completo arrogante solo por lo que vestía -resulto serlo-, que se enamoró perdidamente de él. Le mintió, lo destrozó por completo, lo dejó con un camino hacia la vida como sí fuera un jodido problema de matemática para un niño que recién comenzaba jardín de infantes. Se había vuelto su perdición, su vida completa.

━ 𝑬́𝒔𝒆 𝒃𝒆𝒃𝒆́ 𝒅𝒆𝒃𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 ² ᯽ 𝑯𝒂𝒏𝑲𝒏𝒐𝒘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora