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La alarma estaba sonando. Aquel sonido chirriante y desesperante estaba cavando profundo en sus oídos, por lo que a regañadientes y a paso rápido, tanteó con su mano la mesita de noche buscando su celular, abriendo un solo ojo, deslizó su dedo pulgar hasta la opción de descartar.

Al encontrarse con la cuna, abrió ambos ojos, sorprendiéndose al no escuchar alguna clase de llanto proveniente de su pequeño hijo, ya que últimamente se había despertado a la par de la alarma, lo que sonaba como el fin del mundo. Minho se dió la vuelta y se encontró con el despierto rostro de Jisung, asustándolo de sobremanera.

—¿Por qué tan temprano, Hannie? Son apenas las ocho, sigue durmiendo —la voz ronca de Lee sonó en un susurro.

Minho volvió a dormir, acomodándose bien cerca del cuerpo de Jisung, siendo abrazado por la cintura a la vez que escondia su rostro en la curvatura del cuello.

—No lo sé, no puedo dormir, supongo que estoy acostumbrado a levantarme temprano.

—¿Te levantas o te levanto? No puedes despegar los ojos a no ser del agua fría impactando en tu rostro.

—Aún no olvido que casi me ahogo —espetó, haciendo reir a su esposo.

—Lo siento, la próxima te despertaré con besitos.

—Volveré a dormir.

Jisung cerró sus ojos y se encargó de dejar algunas caricias en la cintura ajena, sintiendo como el sueño le comenzaba a ganar, pero el llanto de un bebé se escuchó.

—Y yo que pensaba estar de vacaciones —se quejó Jisung.

Pero no tuvo más remedio que levantarse e ir, pues era el que más despierto estaba de los dos. Al llegar a la cuna de madera, se encontró con el pequeño Jeno, con sus ojos enormes puestos en él y algunas lágrimas en sus coloradas mejillas. Estaba destapado y el osito con el que suele dormir, estaba al otro lado de la cama. Jisung lo tomó de los costados de su cuerpito y lo alzó.

—Alguien se levantó con hambre —canturreó con una sonrisa al verlo, pero al oler algo, su mueca de asco apareci—. Y cagado también.

Lo llevó hasta el aparador que formaba parte de la cuna, donde tenía toda su ropita y pañales, además de lo necesario para limpiarlo, tenía algunas mantas que pronto usarían en invierno.

Porque lo harían. Usarían todo lo que compraron, y cuando Jeno tenga al menos cuatro años, donarían todo a personas que lo necesiten. Así era el plan de Jisung.

Y saldrá al pie de la letra.

Lo acostó allí, encima de un cambiador con sumo cuidado. El niño ya no lloraba, sino que pataleaba con ímpetu, tanto que Jisung tuvo que apresar sus piernitas con delicadeza.

—Quieto, quédate quieto —y como sí Jeno fuese una persona grande, entendió.

Sus piernitas se dejaron de mover por lo que Jisung retiró sus manos. Pero el pequeño, llevó sus pies hasta su boquita, chupando los pequeñitos deditos con felicidad. 

—¿Esa leche te hincha o algo así? —preguntó al desprender el pañal sucio y ver prácticamente todo marrón—. La próxima me haré el dormido como lo está haciendo tu otro papi.

Minho sintiendo como moría de amor cada vez más, sonrió.

El mayor siguió limpiando la colita con aquellas toallas húmedas, dejando un buen olor. Buscó otro pañal limpio y lo colocó rápidamente, y para su sorpresa, lo hizo bien a la primera. Lo vistió con un conjunto amarillo, al que él lo llamaba "conjunto Bob Esponja". Pasó sus dedos  por los cabellos finos y negros del bebé, peinándolo un poco. Lo volvió a tomar de los costados y colocarlo sobre su pecho. Jeno, automáticamente llevó su boca apresando la nariz de Jisung, haciéndolo sonreir de la ternura, pero rápidamente aparto el rostro, viendo como la pequeña carita formaba una mueca que parecía una sonrisa.

━ 𝑬́𝒔𝒆 𝒃𝒆𝒃𝒆́ 𝒅𝒆𝒃𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 ² ᯽ 𝑯𝒂𝒏𝑲𝒏𝒐𝒘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora