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Quiero desaparecer de la faz de la tierra.

No debí tratarlo así, no debí quedarme callado mientras él derramaba lágrimas ante esa idea. Quedarnos con el bebé que mágicamente apareció en nuestra puerta a la mitad de la noche.

Llevamos mucho tiempo juntos, claro que yo también quisiera un niño el cual educar, pero sé que el tema de la adopción para una pareja homosexual es tan... ¿casi imposible?

Yo no quiero que se ilusione, porque es probable que otra pareja sea adecuada para el pequeño que tengo en mis brazos; una conformada por un hombre y una mujer.

Sí, sé que no me debo rendir fácil, pero no quiero acabar con otro corazón roto ni mucho menos con las expectativas ante la sociedad.

Quiero, Hannie, demasiado.

Sé perfectamente cada que tuve oportunidad, te mencionaba que tenemos que entregarlo. Sé perfectamente que mentí al decir que los domingos se lo toman de broma, lo dije porque no me quería deshacer de aquella imagen; tú, sosteniendo al bebé, mientras que yo te abrazaba y dormía. Mierda, me enamoré tan fácil de esa imágen.

Y lo dije, tenías que dejar de hacerlo. No me la hacias tan fácil sosteniendo ese cuerpito mientras le sonreías o besabas sus mejillas o le hacias caras extrañas para que el sonriera, aunque solo te ganabas una mueca.

Y luego le tomaste su piecito y lo acariciaste, ¿cómo crees que no me enamoraría?

Me tomaste desprevenido y no es una excusa. También se me pasó esa idea, pero se lo difícil que es. Aunque también sé que no nos podemos rendir tan fácilmente.

Y eso me ensañaste tú. No te rendiste por más que yo saliera corriendo, hace años atrás. Regresaste por mí, a pesar de que te dije que lo nuestro se había terminado. No te rendiste.

El niño se mueve entre mis brazos, negando al pico del biberón, ya le quedaba poco para terminar pero se ve que ya no quiere. Dejo su cabecita en mi hombro, luego de ponerme una servilleta por si llega a vomitar y comienzo a darle pequeños y suaves golpecitos en su espalda, a la vez que tambaleo me cuerpo de un lado a otro con suma tranquilidad.

Se escucha como la puerta es abierta y cerrada. Lisa se hace presente en la cocina con una sonrisa.

—¿Cómo te fue con Jennie? —dejo un beso en su cabeza.

—Excelente, vimos un maratón Harry Potter —sonrie—. ¿Jisung oppa? ¿dónde se encuentra? —trago saliva fuertemente.

—En la habitación...

—Dejarán al bebé mañana en la estación, ¿verdad? —asiento mirando hacia otro lado—. ¿Podría ir con ustedes? —otra sonrisa adorna su rostro.

—Sí, claro que sí, pero luego vas a la escuela, ¿de acuerdo? —asiente—. Ven vamos a la sala, necesito que me hagas un favor.

Ambos nos encaminamos hacia allí. Indico que tome asiento en el sofá y luego le entrego al pequeño en la misma posición en la que lo tenía, al igual que los movimientos que tiene que hacer. Le entrego el control remoto para que no se aburra y que lo deje en un volumen bajo, así el bebé se puede dormir.

Entro a la habitación que comparto con mi esposo y lo veo ahí, acostado en la cama, hundido en un silencio. Acaricio mi anillo por inercia y me adentro en el cuarto.

Me subo al colchón gateando y me coloco al lado suyo. Él me da la espalda pero aún asi lo abrazo con fuerza.

Sus ojos estan cerrados y por sus mejillas se nota el rastro de lágrimas. Siento una presion en mi pecho y la culpa me invade aun mas.

━ 𝑬́𝒔𝒆 𝒃𝒆𝒃𝒆́ 𝒅𝒆𝒃𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 ² ᯽ 𝑯𝒂𝒏𝑲𝒏𝒐𝒘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora