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El teléfono de su escritorio sonó y fue rápido a atenderlo, por ello no le dió tanto tiempo a ver como seguía Jisung, si tenia una sonrisa, su semblante serio o si estaba llorando en silencio.

El silencio duele más que mil palabras.

Lo sabía, lo sabía a la perfección. Hace tiempo atrás calló tanto que se destruyó a sí mismo, ¿pero ahora? ¿Acaso Jisung no sabía que podía hablarlo?

Minho se irguió en su silla, hundido en sus propios pensamientos, ni siquiera pudo prestar atención a la llamada. Entonces se dió cuenta de algo: él también tenía un poco de culpa. Había estado casi una semana entera encerrado en su oficina. ¿Cómo no lo supo antes? Él era el único que sabía de los arreglos del juicio, de como iban a proceder, de toda la información que habían recaudado sobre los padres biológicos. Habia avanzado tanto y solo, mientras que Jisung jugaba y cuidaba de Jeno.

¿Era por eso que Jisung estaba tan molesto? ¿O todo lo que había pensado fue erróneo?

También se cuestiono su reacción por el incidente de hace unos minutos. Recordó también sus palabras y no, no era para nada incómodo que se le insinue así, porque también le gustaba y ahora está entrando en pánico porque dijo que no lo haría más... solo que los pensamientos y la realidad del hecho de perder a Jeno, logró que el miedo entrara en su cuerpo y por ello no pudo medir su fuerza, pero, carajo, ¿empujarlo de esa manera? No solo había caído al suelo, sino que se golpeó la espalda y su mano. Su quejido de dolor aún resonaba en su mente, ¿cómo diablos podría concentrarse así? Debía terminar de firmar papeles por su trabajo, leer más información que Soyeon recaudó.

Largó un suspiro y peinó su cabello, estaba cansado, se había levantado realmente temprano y recién ahora el sueño estaba cayendo. Miró el reloj, eran las seis y diez de la tarde, y comenzó a recordar qué había hecho ayer, en esa misma hora, entonces recordó que Jisung siempre le preparaba un café, por eso su sueño tardaba un poco más en llegar.

Se levantó de su oficina, con la culpa hecha una pelota en el medio de su garganta y se dirigió a la cocina, pero como no había nadie allí, decidió primero ir al baño del pasillo y tomar una crema, para luego introducirse en su habitación. Pudo respirar cuando los vió allí, cada uno en su cama. Jeno dormía pacíficamente su siesta diaria, lo colocó boca abajo y Minho supo para qué era el video que estaba viendo la noche anterior. Se fijó en su esposo, quién también dormía en la misma posición, y como su torso estaba desnudo, podía ver perfectamente como una línea roja se trazaba en su piel, producto del golpe y de la pared. Las lágrimas no tardaron en salir, se sentía tan culpable. De encerrarse en su oficina, de ocultarle información, de hasta no saber cómo reaccionar ante sus propios pensamientos y el miedo a perder algo que tanto quiere.

Aunque él sabía perfectamente que nadie sabe cómo reaccionar.

Las lágrimas caían mientras se acercaba a él, dormía tan pacíficamente que las ganas de meterse con él en la cama le ganaron. Sin embargo, primero abrió la crema y vertió un poco en su dedo, pasándolo suavemente sobre la marca. Las lágrimas no dejaban de salir, éstas se introducían en su boca y algunas se deslizaban por su cuello, hasta que una cayó sobre la espalda del mayor, logrando despertarlo por completo.

Jisung abrió sus ojos y lo primero que sintió fue unas gotas caer sobre su espalda, así que se giró asustado y se asustó aún más al ver a Minho sollozando en silencio. Frunció su ceño al no saber qué era lo que estaba pasando y se sentó rápidamente, tratando de que todos sus sentidos vuelvan rápidamente.

—Lo-Lo siento... no quise ha-hacerte daño. Ta-Tampoco quise que te sintieras alejado... con respecto al juicio y... y... no lo sé, Hannie... tengo mu-mucho miedo, ¿sabes? Y-Yo qui-quiero... quiero que me abraces, por favor.

—Ven acá —abrió sus brazos y Minho no tardó en acomodarse allí.

Minho siempre fue un poco más pequeño que Jisung, pero debido a que el mayor iba al gimnasio, se notaba mucho más que su contextura se había agrandado, por ende, Minho calzaba perfectamente entre sus brazos. 

Y a ambos le encantaba aquello.

—¿Duele mucho? —preguntó cuando su llanto se calmó un poco, pero los espasmos interrumpian.

—No, amor, no duele. Así que no hay nada de qué preocuparse.

—No lo hice apropósito... solo me dió miedo al pensar en que alguien podría llegar a enterarse y contarlo. Sabes que yo jamás te haría daño...

—Minho —tomó su rostro con sus dos manos, obligando que el menor lo mirase a los ojos—. Tranquilo, ¿sí? Sé que jamás me harías daño. 

—Ahora tienes toda la espalda lastimada y...

—Ya me has lastimado la espalda antes... —dijo con doble sentido y Lee lo supo cuando lo vió guiñar el ojo.

El menor pudo volver a respirar con tranquilidad, ese era su Hannie.

El pelinegro elevó su cuerpo para acomodarse entre las piernas ajenas, de esta manera poder abrazar a su esposo con delicadeza.

—¿Me perdonas?

—Siempre —Jisung rodeó la cintura ajena con sus brazos, sintiendo como su olor natural inundaba sus fosas nasales—. Pero necesito que me digas de dónde sacaste doscientos mil wones para prestarle a Soyeon.

Aquella información, aquellas palabras y en la forma en la que fueron soltadas, logró que un nuevo miedo recorrs el cuerpo de Minho.

Aquella información, aquellas palabras y en la forma en la que fueron soltadas, logró que un nuevo miedo recorrs el cuerpo de Minho

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━ 𝑬́𝒔𝒆 𝒃𝒆𝒃𝒆́ 𝒅𝒆𝒃𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 ² ᯽ 𝑯𝒂𝒏𝑲𝒏𝒐𝒘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora