Capítulo 32

354 49 10
                                    

Advertencia: contenido +18, lenguaje altisonante.

Steve sentía las grandes manos del castaño recorrer su cuerpo con cuidado al mismo tiempo en que lamia y mordisqueaba sus delicados y enrojecidos pezones, alzó sus caderas por inercia, invitándolo así a deslizar una de sus manos hacia su miembro mientras la otra viajaba aún más hacia el sur por entre sus piernas, al sentir los delgados y largos dedos acariciar su entrada soltó un gemido, dejando que la sensación lo invadiera, su cuerpo ardía en deseo y con cada segundo que pasaba sentía la zona empaparse más y más, "Tony, por favor", pidió, desesperado por saciar el fuego en su interior; lo vio colocarse encima de él y por un momento admiró su bien formado abdomen, tragó duro al fijar su vista en su miembro ya erecto y se sonrojó, intentó desviar la mirada, pero los adictivos labios del Alfa atraparon los suyos, "tendré cuidado, Precioso, solo confía en mi", lo escuchó decir a su oído mientras su mente se nublaba por el fuerte aroma a madera y vainilla; pronto sintió la punta frotarse contra su caliente y necesitado orificio, haciéndolo aferrar sus brazos al cuello del mayor, quien movía sus caderas rítmicamente, estimulando la resbaladiza y expuesta carne, su corazón dio un vuelco al sentirlo presionarse contra él, abriéndose paso lentamente en su interior, estaba por soltar un nuevo gemido, cuando escuchó una voz ajena llamarlo.

—...eve, Steve, Steve, despierta.

Abrió los ojos demasiado rápido, sintiendo los rayos del sol lastimar sus pupilas, parpadeó un par de veces, intentado espabilarse y después de unos segundos pudo enfocar el rostro de la voz que le llamaba.

—¿Tuviste un buen sueño Stevie? —dijo Sam, con una sonrisa socarrona.

—¿Sam? —dijo, mirando todo a su alrededor, no creyendo donde se encontraba.

—Lamento arruinar tu muy seguramente placentero sueño, pero debes apresurarte, pronto iniciaran las clases y no querrás llegar tarde —mirando el reloj en la pared—, pero antes..., creo que debes hacer algo con eso —dijo, desviando su mirada hacia el sur, a lo que el rubio siguió sus ojos, topándose con un bulto debajo de su sabana.

El color invadió su rostro, quería que la tierra se abriera y lo tragara, ¿en serio había tenido una erección?, ¿pensaría Sam que era un pervertido?, seguramente sí, cubrió su rostro con las manos, avergonzado, hasta que lo escuchó hablar.

—Oye, tranquilo, a todos nos ha pasado, es algo natural, no tienes por qué avergonzarte —acariciando su cabello.

—¿De verdad no te molesta? —mirándolo, aun rojo.

—Claro que no, pero..., será mejor si tienes más cuidado con tus feromonas, las has esparcido por todo el cuarto —señalando el lugar con la mano—, no queremos tener algún reporte de los demás compañeros o atraer a algún Alfa indeseable por aquí.

—¡Oh! si, lo siento —corriendo a abrir la ventana, mientras intentaba suprimir su aroma, pero sintiéndose intranquilo al notar que no podía controlarlas del todo.

—Bien, yo me adelantaré —tomando su mochila—, tengo que hablar con el profesor, te dejé unos supresores en el buró, no olvides tomarlos —señalando el mueble.

—De acuerdo, muchas gracias, Sam —dijo, con una sonrisa.

—No te preocupes y mejor vez a darte una ducha, te veo en el salón —saliendo de ahí.

No lo pensó demasiado y rápidamente se tomó las dos píldoras, respiró más tranquilo al sentir su cuerpo relajarse; sacó una muda de ropa del closet y se encaminó al cuarto de baño, estando debajo de la regadera dejó que el agua enfriara su cuerpo, pues desde que despertó se había sentido caliente, muy seguramente se debía al sueño que había tenido, sintió sus mejillas sonrojarse y negó fuertemente, intentando eliminar las imágenes que se aglutinaban en su mente, suspiró y pasó la esponja por su cuello, fue en ese momento que una mueca de molestia se formó en sus labios, llevó su mano a la zona y tocó con cuidado, notando que le dolía el contacto, ¿se habría lastimado ayer?, intentó recordar, sin éxito, por lo que no le dio mayor importancia.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora